El pasado viernes 14 de septiembre en la sala del Teatro
Trasnocho Cultural, se llevó a cabo la vuelta a los escenarios caraqueños del
clásico del teatro inglés Hamlet, de
William Shakespeare, dirigido por Armando Álvarez, versionado por el maestro
Ugo Ulive y protagonizado por Basilio Álvarez, en una producción del Grupo
Skena.
Dos buenas noticias se producen con esta nueva lectura
escénica del texto shakesperiano que lleva adelante Skena: en principio y sin
ninguna duda, decidir representar hoy en la marquesina teatral caraqueña un
montaje de un clásico resulta un punto a favor de nuestro teatro plagado de
comedietas fatuas y ligeras. En segunda instancia, este espectáculo permite la
vuelta a los escenarios (aunque sea como dramaturgo) del maestro Ugo Ulive,
quien ha sido pilar fundamental del desarrollo escénico nacional desde los años
sesenta cuando llegó de su Uruguay natal y transformó los esquemas de la puesta
en escena en nuestro país, con propuestas trasgresoras que marcaron un hito en
las tablas durante las décadas de los ’70, ‘80 y ’90. Ya sólo por estas razones
aplaudimos la iniciativa.
La lectura que hace Ulive del clásico, es una lectura
comprimida, es una píldora de fácil digestión para nuestro público de hoy día
malcriado y contagiado de la enfermedad de la comedia y que comienza a mover
las “posaderas” en las butacas una vez que se supera la hora y media de
espectáculo. Cuatro horas aproximadamente que debería durar la escenificación
de los cinco actos de la tragedia del Príncipe de Dinamarca sería una locura
impensable para cualquier transeúnte de esta vertiginosa capital. Ulive se
preocupa, en consecuencia por mantener el hilo dramático de la historia a
través de su protagonista, Hamlet, y desdibuja a los demás personajes, no
significa esto que los anule por completo, todo lo contrario, funcionan como
los detonantes de los grandes conflictos por los que debe atravesar el
heredero, Claudio, Gertrudis, Leartes, Polonio, Ofelia y Horacio, son los
arqueros que lanzan sus dagas sobre el corazón de Hamlet para crearle la duda y
en consecuencia la sed de venganza por el asesinato de su padre y la toma del
poder por parte de su tío. La anécdota se respeta y es lo necesario pues si no
la historia no podría entenderse y se resalta a través de la puesta en escena
que propone Armando Álvarez.
El director centra su atención, así como lo hace el
dramaturgo en su protagonista. La puesta en escena va en función de Hamlet
(Basilio Álvarez) nos propone un carácter dinámico, elocuente y vertiginoso que
en muchas ocasiones causa impresión por su indetenible actividad física sobre
el escenario. El lirismo original del personaje fue obviado en esta puesta en
escena, Hamlet no es el cavilador obseso que fragua la manera de vengarse, en
este caso es el motor accionante de su venganza. Arremete y se convierte en un
torpedo que no se detiene hasta dar en su blanco y destruir a su enemigo. Es
una lectura posible, sin embargo sentimos que el matiz del profundo dolor que
siente el príncipe al verse envuelto en tamaño drama de traición y poder fue
dejado de lado en esta visión y se prefirió obviar las razones y sentimientos
ques justican las acciones de los demás personajes. Caso que sí ocurre por
ejemplo en la composición de los personajes pertenecientes a la familia
liderada por Polonio (Juan Carlos Ogando) su hijo Leartes (Sócrates Serrano) y
Ofelia (Fedora Freites) que construyen junto a su director correctos caracteres,
mucho menos externos que Hamlet, plenos de transiciones y matices que logran
conmover. Aunque a nuestro sentir se desperdicia de sobremanera la muerte de
Ofelia en una escena de regadera, harto vista que pudo replantearse desde la
sutileza poética que amerita el caso y
que se pierde en la lejanía de la platea.
En cuanto al dibujo escénico, la puesta es arrastrada
por el ímpetu y la energía del protagonista y en función de ello se diseña la
planta de movimientos, a nuestro parecer en momentos injustificada en el uso de
elementos estéticos que el espectador no consigue conectar con el relato,
cojines, globos, danzan por los aires despedidos y no se comprende por qué
razón, amén de presentar a un Rey cocainómano dando peso a su adicción en pro
de justificar su maldad. ¿Modernidad? ¿Acercar al público joven a la propuesta?
¿Cuál es la razón?
El contenido estético (dirección de arte) luce
impresionista, el vestuario diseñado por Eva Ivanyi impacta pero no trasciende
sentimos que al no existir una concepción estética clara desde la dirección,
pues es difícil que los elementos se amalgamen. La iluminación es impecable en
las manos de Víctor Villavicencio, al igual que la musicalización que logra
acompañar el efecto dramático, compuesta por los integrantes de Gaélica. El dispositivo escénico (Carlos
Agell) permite la dinámica de la puesta pero sin remitir a un concepto claro de
lo que se quiere. ¿El infierno? ¿Catacumbas? Al no tener claridad se diluye el
propósito que entendemos no es más que ofrecer un comprimido para deglutir
fácilmente un clásico universal, sí esa es la intención, se ha logrado el
objetivo.
En síntesis creemos es una loable tarea poder
embarcarse en un proyecto de esta envergadura en pro de ir amasando al público
caraqueño actual a disfrutar de otro tipo de teatro más que el concentrado en
las pulsiones sexuales de las parejas. Skena es una de nuestras agrupaciones
profesionales con demostrada trayectoria y contundencia en las tablas
nacionales, que estamos seguros continuarán ofreciendo más y mejor teatro que
los caraqueños merezcamos disfrutar.
@rosasla
Caracas, 04/10/2012
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