domingo, 3 de junio de 2018

Violeta Fonseca: "Escribo para tratar de encontrar respuestas"

     Actriz, directora, productora y gerente teatral, la venezolana Violeta Fonseca, se abre camino en las letras dramáticas desde 1993 con la pieza Renacer. "Mi acercamiento a la dramaturgia- dice- ha sido de manera indirecta, primero como actriz, luego dirigiendo o por necesidad para algún ejercicio de taller, pero nunca me planteé ser dramaturga y ahora veo atrás y me encuentro con incluso una decena de piezas y programas de televisión escritos por mí"
     Sus títulos han salido como en muchos casos de situaciones vividas, cotidianas que le han pasado y se ha ido creando una voz propia para tratar de explicar el existencialismo del ser humano sobre la tierra, esas grandes preguntas que todos nos hacemos en algún momento de la vida: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Interrogantes que son fuente abierta y constante fluir de ideas para distintas obras de arte. En este caso, el de la dramaturga Violeta Fonseca, tocan con el mundo femenino al que le interesa poner en el tapete:  Muchos miran sin ver (1995); Tiempo en rosa frenesí (2003); Ellas (2009) ; Vino, cebollas y lágrimas en la mesa (2010); Adoración (2011) son títulos que invitan a la intimidad y la pasión, al experimento escénico para lograr el texto dramático a la investigación comprometida con lo que quiere mostrar al espectador.
     Y no sólo se ha limitado a las tablas, también la radio y la televisión conocen del talento de esta mujer polifacética nacida en el centro de Venezuela (Estado Aragua) y que con tesón y constancia abandonó su tierra natal en busca de profesionalizarse y entregar su talento en las distintas áreas que se ha desempeñado. Reconocida actriz, directora "Por obligación"-comenta- "Gerente por necesidad y vocación" Fonseca llegó a gestionar y programar el Ateneo de Maracay por varios años, centenario recinto teatral histórico de la llamada Ciudad Jardín de Venezuela. Y dramaturga por "querer expresarme de otra forma que no sea la actuación. Llegó un momento que mi cuerpo necesitaba decir, pero no con gestos y expresión corporal, ni con diálogos aprendidos de otros, sino decir a través de la palabra, de lo escrito, de lo vivencial. Ya había experimentado mucho sobre el escenario, esta vez quería que mi voz se escuchara".
     Y tanto se hizo sentir y sus palabras volaron alto que por ejemplo vendió en más de 20 países la teleserie Mi niña amada, mi otra mitad del sol y logró el éxito de rating en su natal Venezuela. Pero como los artistas no pueden quedarse tranquilos, Violeta necesitó abrirse a otras fronteras y radicada en Panamá y luego en los Estados unidos, ha convencido con su talento a propios y extraños allende nuestras fronteras. jocosas comedias como La Términomedium (2015) e Histeria (2016) que sorprenden por el formato de Microteatro, formato que para un dramaturgo es bastante complejo, ya que se debe sintetizar en quince minutos una historia con todas sus partes: principio, desarrollo y final. Y además logra adaptar la reconocida pieza del dramaturgo venezolano más internacional: Gustavo Ott Bandolero y mala sangre y no sólo eso sino, actuarla ella misma para obtener el reconocimiento y aplauso del público en cualquier parte del mundo donde la ha llevado.
     Definitivamente una artista integral y una mujer con muchas cosas "agolpadas en la garganta por decir- como nos comenta- "Escribo para tratar de encontrar respuestas, a veces de esas cosas sencillas que pueden parecer hasta tontas, y luego cuando la escuchas o las ves en la voz de un personaje creado por ti es lo que me motoriza como escritora" Y con humildad remata "Yo no me considero dramaturga, yo soy más actriz pero en los últimos tiempos me siento muy atraída a llevar mis pensamientos a escena es como si la actuación es el esposo y la escritura un coqueto amante" -Afirma sin soltar su entrañable carcajada y su sonrisa que ilumina el rostro y a cualquiera cautiva.
     Ella es Violeta Fonseca escritora, dramaturga y amante de las tablas seguramente en muy pocos años estaremos asistiendo a la consagración de otra dramaturga venezolana, eso no lo pongan en duda, pues el tesón y el talento no se compran en la farmacia, se nace con ellos y ella tiene bastante. Ya en los libros de la historia contemporánea del teatro en Venezuela debe inscribirse el nombre de esta pensadora que usa la palabra escenificada para responderse y encontrarse a sí misma.

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