sábado, 6 de octubre de 2012

Una taquillera Ratonera



En todo un clásico del teatro inglés, se ha convertido la pieza La ratonera, escrita por Agatha Christie, la reconocida, Reina del crimen, novelista del género policial, que creó este drama en los años ’50 y desde su estreno se ha mantenido en cartelera de forma continua por 60 años, ahora en agosto de 2012 llega a Caracas, de la mano de las actrices y productoras: Nohely Arteaga y Catherina Cardozo, bajo la dirección de Vladimir Vera, en el espacio del Pent House, del Centro Cultural BOD-Corp Banca.

La historia de La ratonera, como casi todas las anécdotas de Christie, gira en torno a un misterio y varios asesinatos cometidos en el pasado y uno en particular que ocurre en la casa de huéspedes, recién inaugurada de los jóvenes esposos Mollie y Giles. Una noche de invierno, enmarcados en una terrible tormenta que deja incomunicados a todos los personajes dentro de la mansión, quienes deberán protegerse de un asesino suelto que ha reaparecido después de cometer dos asesinatos hace ya varios años en la misma localidad.   

Sorprende de sobremanera, que a Caracas llegue esta nueva lectura escénica de esta pieza teatral, en tanto nuestra marquesina hace ya más de una década que no gusta del teatro de texto que mantiene al público sentado por más de hora y media en una butaca y donde el atractivo principal es escuchar y ver el desenlace de la obra para saber quién es el culpable. Pero inteligentemente, las actrices-productoras, han conjugado no sólo un gran texto si no un elenco de importantes y reconocidas figuras que han hecho vida en el teatro y la pantalla chica, elemento que agrega un especial encanto para el público de esta ciudad que sólo se conforma con los astracanes de comedia. Amén de contar con la conducción de Vladimir Vera quien ha dado contundentes muestras de desarrollar una interesante carrera como director escénico. 

Verónica Shneider, Gerardo Soto, Nacho Huett, Flor Elena González, Gonzalo Velutini, Paula Woysechowsky, Augusto Galíndez y Martín Brassesco, fue el elenco que pudimos disfrutar en el segundo día de funciones después del estreno esperado. Gracias al talento de los mencionados y la dedicación de la dirección de actores, es que La Ratonera se ha posicionado en su tercera semana de temporada en un éxito inusitado de taquilla, decimos inusitado por lo argumentado anteriormente del gusto particular de nuestro público abúlico y acostumbrado a evadirse con la risa fácil. Sin embargo este montaje logra condensar varios puntos a su favor que nos proponemos a dilucidar a continuación.

En primer lugar hay una cuidada e impecable producción, sin escatimar esfuerzos y teniendo en contra el recinto escénico asignado, ya que no se trata de una sala de teatro convencional, sino un espacio alternativo con las suficientes carencias técnicas y de que atenta contra el mismo público en el disfrute de la obra. Sin embargo la producción logró a través del diseño escenográfico (Enrique Bravo), el vestuario (Raquel Ríos y Ana Karina Silva) y la iluminación (Gerardo Terán) crear el ambiente justo y necesario para recrear el drama que propone la autora.

Aunado a lo anterior, el sólido elenco permite la credibilidad en la historia, como es obvio la fuerza dramática está colocada en los veteranos que dan rienda suelta a su sapiencia del oficio, nos referimos a la Primera Actriz, Flor Elena González, quien se luce como la amargada Señora Boyle; Gonzalo Velutini como el Comandante Metcalf construye un interesante carácter, junto a Gerardo Soto que domina a sus anchas el hilo conductor de la acción dramática y Augusto Galíndez en una extraordinaria caracterización del Sr. Paravicini. Los secundan Nacho Huett, como Christofer Wren, entregándonos un hilarante y afeminado personaje que logra conectarse inmediatamente con la audiencia, Martín Brassesco pone especial acento en las transiciones dramáticas de su personaje y logra al final conmover con su interpretación del Sargento Trotter, junto a Paula Woysechowsky, quien sugiere un complejo personaje que apunta a la masculinidad que construye desde su expresión corporal. El desempeño actoral lo corona la joven Verónica Scheneider con una no tan dilatada carrera sobre las tablas, asume el reto de protagonizar esta historia y sorprende por su desenvolvimiento escénico y su credibilidad dramática. Sus matices logran cautivar al espectador que se rinde ante su presencia escénica y buen decir, le auguramos un futuro prometedor sobre el escenario.

Pero todo este trabajo de los actores no sería posible sin una correcta dirección que es la que desarrolló Vladimir Vera. Su puesta no es “espectacular” en el sentido exacto del término “espectáculo”, más bien se limita a la correcta conducción de la planta de movimientos (aunque desperdicia en momentos los espacios laterales: biblioteca-estar del dispositivo escénico y se concentra mayormente en el centro del escenario), sin embargo el manejo de tal cantidad de actores de forma eficaz sobre la escena, le suma puntos a su desempeño. Inteligentemente se apoya en la interpretación del texto y la dirección de actores que da dinamismo y ritmo al espectáculo total. Vera conoce el oficio y saca punta de las cualidades de sus actores, quienes felizmente le acompañan y se dejan guiar. Además el hecho de aceptar dirigir este tipo de textos (que apunta al realismo escénico) le permite mostrar otra faceta como creador escénico y alejarse de sus trabajos anteriores en donde la provocación al espectador era lo más importante.  

Estamos seguros que La ratonera, continuará siendo un éxito de taquilla, ya que en ella se conjugan de forma efectiva todos los elementos estéticos necesarios de forma profesional para que un espectáculo logre el respaldo del público.   

@rosasla     

Caracas, 17/09/2012

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