En todo un clásico del teatro inglés, se ha convertido la pieza La ratonera, escrita por Agatha
Christie, la reconocida, Reina del crimen, novelista del género policial, que
creó este drama en los años ’50 y desde su estreno se ha mantenido en cartelera
de forma continua por 60 años, ahora en agosto de 2012 llega a Caracas, de la
mano de las actrices y productoras: Nohely Arteaga y Catherina Cardozo, bajo la
dirección de Vladimir Vera, en el espacio del Pent House, del Centro Cultural BOD-Corp Banca.
La historia de La ratonera, como
casi todas las anécdotas de Christie, gira en torno a un misterio y varios
asesinatos cometidos en el pasado y uno en particular que ocurre en la casa de
huéspedes, recién inaugurada de los jóvenes esposos Mollie y Giles. Una noche
de invierno, enmarcados en una terrible tormenta que deja incomunicados a todos
los personajes dentro de la mansión, quienes deberán protegerse de un asesino
suelto que ha reaparecido después de cometer dos asesinatos hace ya varios años
en la misma localidad.
Sorprende de sobremanera, que a Caracas llegue esta nueva lectura
escénica de esta pieza teatral, en tanto nuestra marquesina hace ya más de una
década que no gusta del teatro de texto que mantiene al público sentado por más
de hora y media en una butaca y donde el atractivo principal es escuchar y ver
el desenlace de la obra para saber quién es el culpable. Pero inteligentemente,
las actrices-productoras, han conjugado no sólo un gran texto si no un elenco
de importantes y reconocidas figuras que han hecho vida en el teatro y la
pantalla chica, elemento que agrega un especial encanto para el público de esta
ciudad que sólo se conforma con los astracanes de comedia. Amén de contar con
la conducción de Vladimir Vera quien ha dado contundentes muestras de
desarrollar una interesante carrera como director escénico.
Verónica Shneider, Gerardo Soto, Nacho Huett, Flor Elena González,
Gonzalo Velutini, Paula Woysechowsky, Augusto Galíndez y Martín Brassesco, fue
el elenco que pudimos disfrutar en el segundo día de funciones después del
estreno esperado. Gracias al talento de los mencionados y la dedicación de la
dirección de actores, es que La Ratonera se ha
posicionado en su tercera semana de temporada en un éxito inusitado de
taquilla, decimos inusitado por lo argumentado anteriormente del gusto
particular de nuestro público abúlico y acostumbrado a evadirse con la risa
fácil. Sin embargo este montaje logra condensar varios puntos a su favor que
nos proponemos a dilucidar a continuación.
En primer lugar hay una cuidada e impecable producción, sin escatimar
esfuerzos y teniendo en contra el recinto escénico asignado, ya que no se trata
de una sala de teatro convencional, sino un espacio alternativo con las
suficientes carencias técnicas y de que atenta contra el mismo público en el
disfrute de la obra. Sin embargo la producción logró a través del diseño
escenográfico (Enrique Bravo), el vestuario (Raquel Ríos y Ana Karina Silva) y
la iluminación (Gerardo Terán) crear el ambiente justo y necesario para recrear
el drama que propone la autora.
Aunado a lo anterior, el sólido elenco permite la credibilidad en la
historia, como es obvio la fuerza dramática está colocada en los veteranos que
dan rienda suelta a su sapiencia del oficio, nos referimos a la Primera Actriz , Flor Elena
González, quien se luce como la amargada Señora Boyle; Gonzalo Velutini como el
Comandante Metcalf construye un interesante carácter, junto a Gerardo Soto que
domina a sus anchas el hilo conductor de la acción dramática y Augusto Galíndez
en una extraordinaria caracterización del Sr. Paravicini. Los secundan Nacho
Huett, como Christofer Wren, entregándonos un hilarante y afeminado personaje
que logra conectarse inmediatamente con la audiencia, Martín Brassesco pone
especial acento en las transiciones dramáticas de su personaje y logra al final
conmover con su interpretación del Sargento Trotter, junto a Paula
Woysechowsky, quien sugiere un complejo personaje que apunta a la masculinidad que
construye desde su expresión corporal. El desempeño actoral lo corona la joven
Verónica Scheneider con una no tan dilatada carrera sobre las tablas, asume el
reto de protagonizar esta historia y sorprende por su desenvolvimiento escénico
y su credibilidad dramática. Sus matices logran cautivar al espectador que se
rinde ante su presencia escénica y buen decir, le auguramos un futuro
prometedor sobre el escenario.
Pero todo este trabajo de los actores no sería posible sin una correcta
dirección que es la que desarrolló Vladimir Vera. Su puesta no es
“espectacular” en el sentido exacto del término “espectáculo”, más bien se
limita a la correcta conducción de la planta de movimientos (aunque desperdicia
en momentos los espacios laterales: biblioteca-estar del dispositivo escénico y
se concentra mayormente en el centro del escenario), sin embargo el manejo de
tal cantidad de actores de forma eficaz sobre la escena, le suma puntos a su
desempeño. Inteligentemente se apoya en la interpretación del texto y la
dirección de actores que da dinamismo y ritmo al espectáculo total. Vera conoce
el oficio y saca punta de las cualidades de sus actores, quienes felizmente le
acompañan y se dejan guiar. Además el hecho de aceptar dirigir este tipo de
textos (que apunta al realismo escénico) le permite mostrar otra faceta como
creador escénico y alejarse de sus trabajos anteriores en donde la provocación
al espectador era lo más importante.
Estamos seguros que La ratonera,
continuará siendo un éxito de taquilla, ya que en ella se conjugan de forma
efectiva todos los elementos estéticos necesarios de forma profesional para que
un espectáculo logre el respaldo del público.
@rosasla
Caracas, 17/09/2012
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