domingo, 21 de octubre de 2012

21 de octubre: una fecha trágica para el teatro venezolano


Juego del destino o decisión divina, hoy 21 de octubre cuando conmemoramos una año más de la desaparición física del maestro José Ignacio Cabrujas, acaecida en Porlamar en 1995,  nos impacta la noticia de la muerte del dramaturgo y director Rodolfo Santana.

Nacido en Caracas el 25 de octubre de 1944, Santana desde su adolescencia se interesó por las letras y comenzó a escribir cuentos y pequeñas historias noveladas, preocupado por las artes comienza desde muy temprano a formar grupos de teatro en las comunidades donde residía; así logró rápidamente iniciar un importante movimiento de teatro comunitario en Guarenas, Petare y Maracaibo, entre muchas otras ciudades. Su genio y talento le permitieron hacerse un nombre rápidamente en el panorama teatral de los años sesenta, con su obra La muerte de Alfredo Gris (1965) Obtiene el Primer Premio del Concurso de Dramaturgia promovido por la Universidad del Zulia en 1968 y de allí en adelante no se detendría hasta el día de hoy.
Santana es el dramaturgo venezolano más prolijo, sus obras se cuentan en más de un centenar y es el autor venezolano más traducido a otros idiomas y representado en muchos países del mundo. Su teatro marca una diferencia radical con lo que venía desarrollándose hasta su aparición a finales de los sesenta, Un realismo crítico con énfasis en lo social, hace que sus personajes se conviertan en bandera de las minorías. Un teatro con profundo arraigo social y preocupado por las reivindicaciones y la lucha contra un sistema que devora a la sociedad lo hizo trascender  ubicándose en el puesto de los grandes de las letras venezolanas.
Es el primer artista teatral venezolano en obtener en 1969 el Premio Nacional de Teatro por su obra Barbarroja. Fue becado por el INCIBA y permaneció en Europa durante dos años en España, Francia e Inglaterra, en donde aprendería la gran influencia “brechtiana” de su teatro, a posteriori se traslada de nuevo a América y se radica por temporadas en países como Colombia, Perú y México. Es en esta etapa donde se convierte en un investigador y crítico profundo de las temáticas más frecuentes del Teatro Latinoamericano que reflejará en sus piezas posteriores: los sincretismos, la violencia, la influencia y enajenación de los medios de comunicación, la santería, el poder político, son algunos de los temas más frecuentes en sus piezas, entre las cuales destacan títulos como: El ordenanza (1966); Nuestro padre Drácula, El sitio (1968);  Las camas, El ring de la Seguridad Nacional y otras torturas (1969); Nunca entregues tu corazón a una muñeca sueca, El gran circo del Sur (1971); El animador (1972); La empresa perdona un momento de locura (1974);  Gracias José Gregorio Hernández y virgen de Coromoto por los favores recibidos (1975);  Encuentro en el parque peligroso (1978);  Rock para una abuela virgen (1982); Baño de Caballeros  (1984);  Baño de damas (1986);  Mirando al tendido;  Ángel perdido en la ciudad hostil (1990);  Asalto al viento (2000), entre muchas otras que han sabido reflejar y fotografiar una sociedad venezolana corroída por el sistema y en búsqueda de nuevas salidas para un mejor vivir.
El cine no le fue ajeno al Maestro Santana, y hasta hoy día fue guionista de innumerables películas venezolanas: La empresa perdona un momento de locura, protagonizada por el Tío Simón, El reincidente, Los criminales, El caracazo, Una abuela virgen, han colmado la pantalla gigante de nuestro cine y le deben a Santana personajes llenos de un realismo crítico difícil de obviar en nuestra dramaturgia.
Sus posturas políticas nunca estuvieron veladas, Rodolfo Santana siempre fue un luchador de la izquierda, un batallador por abrirle los ojos a los más desposeídos y mostrarles a través del arte un mundo mejor y cómo no dejarse llevar como borregos por las mayorías, no enajenarse por los medios de comunicación y aprender que hay posibilidades de cambios y reivindicaciones mientras se esté consciente de lo que se tiene y se es. Sin embargo el Maestro jamás tuvo una postura radical ni se alejó de la crítica al sistema, en entrevista publicada en el diario Ciudad CCS de fecha 3 de junio de 2012, reflexionaba acerca de nuestro teatro actual y ponía acento en las necesidades de revisión de lo que se estaba haciendo, de las políticas públicas con respecto a nuestro arte:
En nuestra Revolución Bolivariana no hemos aprovechado el inmenso potencial que posee el teatro como medio de comunicación y crítica. Eso no es raro ya que en el campo mediático tenemos un gusto extravagante por cometer errores. En el caso del teatro la ausencia de proyectos para su desarrollo ha mermado la capacidad expresiva de nuestras comunidades. En este momento social y político, en el que insurgen decenas de hablas, visiones, poéticas y encuentros humanos, producto de las realizaciones de nuestra revolución, no hemos desarrollado la creatividad de una dramaturgia que represente y analice nuestros hallazgos, virtudes y errores”

Y ante la pregunta futurista de a dónde creía que iba el teatro nacional respondería:

“Va muy lejos, pero necesita un decidido apoyo por parte del Estado. No viéndolo como el clásico aporte financiero, que es importante. Es una comprensión
del papel que el teatro como arte y divertimento debe cumplir en una sociedad como la nuestra. Es importante incentivar ese rol, esa creación fulminante desde los escenarios. Que no se diga en el futuro que el teatro en la Revolución Bolivariana fue un hecho opaco. Decirlo sería caracterizar así a la propia revolución”

Su repentina partida no le permitirá comprobar si esto ocurra o no, por lo pronto serán sus personajes y sus más de 120 piezas teatrales escritas, los que se encargarán de pedir cuentas y de continuar abriendo los corazones y las mentes a un espectador que se proyectará en las situaciones planteadas por el maestro. Su obra ahora es que comienza a trascender aún más de lo que ya significa, su legado está en diálogos e imágenes que en un futuro no muy lejano deberá ser investigado, registrado y divulgado para que las generaciones futuras puedan comprender una época y descubrir que hasta el 21 de octubre de 2012 vivió un dramaturgo capaz de concentrar en sus historias una visión hermosamente desgarradora de una idiosincrasia nacional.
Paz a sus restos.
Caracas, 21 de octubre de 2012
@rosasla

sábado, 6 de octubre de 2012

El Niño Actor (Teatro y Educación Inicial).



Entendemos que por naturaleza el niño es un actor, sólo debemos sentarnos en un parque infantil o detenernos a observar en la calle a cualquier infante que no supere los doce años para disfrutar de su libertad creadora. El niño en edad pre-escolar aún más, gracias a que se encuentra en un proceso de descubrir el mundo que le rodea, echa mano del juego para imitar y representar innumerables roles. Los niños de 0 a 7 años poco le temen al ridículo y es por esto que en sus actividades cotidianas crean personajes que representan con una fidelidad absoluta. Así se divierten siendo: mamás, papás, médicos, maestras y maestros, cualquier animal que se les ocurra, superhéroes, etc.

La representación para el niño es un tema intrínseco a ellos mismos y si se encuentran solos aún más echan a volar la imaginación con grandes historias y hazañas que libran en la soledad de sus habitaciones o lugares de juego. No hay nada que le guste más a un niño que un disfraz, que oculte su verdadero físico, ya sea imitando a sus mayores o a los personajes que les rodean. Esta capacidad natural de inhibición y de creatividad es un punto a favor de la enseñanza del teatro en escuelas y colegios. En la mayoría de los  pre-escolares y escuelas encontramos materias como “dramatización” y siempre a final de año escolar  o en fechas específicas los niños realizan los famosos “actos culturales”. Pero, ¿es posible que el arte dramático coadyuve al desarrollo intelectual y creativo de un niño? La respuesta es un rotundo sí.

El hecho de aprovechar ese desenfado natural con que el niño asume roles, para su formación es indispensable. El arte teatral brinda al niño además de un espacio creativo, la oportunidad de: conocer y explotar su expresión corporal, desarrollar su capacidad de establecer secuencia de hechos (por ejemplo en las narraciones de cuentos), perder el miedo escénico, relacionarse socialmente de una manera más libre tanto con sus otros compañeros como con los adultos que le rodean, obtener una expresión oral mucho más fluida, alimentar la sensibilidad auditiva y emocional, desarrollar su capacidad creadora, entre otras ventajas.    

            Ahora bien, ¿quiénes se encargan de esta área en las escuelas y colegios? Por lo general lo hace la maestra que dicta todas las demás materias y en algunos casos, sin ninguna persona auxiliar para atender grupos de hasta 30 niños. Sin ningún adiestramiento adicional en la materia, la maestra es la encargada de proveer al niño de todas las herramientas que nombramos anteriormente y no sólo eso, si no que, es la responsable de diseñar, escoger y producir los actos culturales que se realicen durante el año: arduo trabajo. Gracias a esto es que vemos como se desaprovecha un área que brinda las suficientes ventajas como para ser materia obligatoria en cualquier institución educativa.

            Creemos que lo primero, para evitar este tipo de cosas, es que se contrate personal especializado para dictar estas materias (que hay muchos y desempleados) o que se dispongan de talleres de formación para educadores en donde se les ofrezcan las técnicas para trabajar en el área del arte dramático y todo lo que ésta conlleva. El colegio o la escuela es el recinto donde el niño pasa la mayor parte del día, y poderle ofrecer la posibilidad que se sensibilice con el teatro, de seguro que le dará la oportunidad de desarrollarse más libremente, sin pena, sin miedos, y que venza la timidez, si la tiene, o desarrolle aún más su histrionismo y creatividad. El teatro en la escuela debe ir orientado con juegos dramáticos, representación de historias contadas, dramatización de canciones, elaboración de vestuarios y escenografías, danzas y bailes, además de acercamientos a técnicas sencillas de relajación y respiración, pronunciación correcta de las palabras en los diálogos o las narraciones, representación plástica y sensitiva del trabajo que se realiza, y apoyar todo lo anterior con frecuentes visitas a los teatros que ofrecen funciones infantiles en horario escolar.

Este tipo de trabajo posibilita el estímulo necesario para que el niño disfrute de una actividad distinta dentro del aula de clases y participe directamente de su proceso creativo. Proceso que debe ser apoyado por padres y representantes acudiendo con sus hijos a las funciones de teatro infantil que se ofertan en la ciudad, que no sólo contribuye al desarrollo de una actividad que realice en su colegio, si no que le brinda a los padres una hermosa forma de acercamiento familiar.

            Como se puede ver, la práctica de la actividad teatral en los primeros años de vida escolar encierra un mundo de infinitas posibilidades, de estímulos y apoyo al crecimiento intelectual y creativo del niño. Aunque ya muchas instituciones han implementado este tipo de trabajo en el aula, lamentablemente no es la mayoría.

¡Que bueno sería que en cada colegio de nuestro país, por disposición del Ministerio de Educación, se pueda contar con un “profe” de teatro!

@rosasla
Caracas, 25/05/2012

Cuando la represión destruye a los represores



Desde la semana pasada se lleva a cabo la representación de la pieza teatral Pedro y el Capitán, original del escritor uruguayo Mario Benedetti, fallecido en 2009, a cargo del Grupo Teatral REPICO, en el Teatro Municipal de Caracas, bajo la batuta de la directora Consuelo Trum y las actuaciones de Vicente Peña y Adolfo Nittoli.

Pedro y el Capitán, es un grito en contra de la represión, escrita en 1979 por un Benedetti exiliado a causa de la dictadura militar que asoló al Uruguay desde 1973 y hasta 1985. Su estructura se reduce a un espacio intimista (una sala de interrogatorios) donde el Capitán intenta sacar alguna información al torturado Pedro, quien leal a sus ideas y a la dignidad de todo luchador político, no revela ninguna información así le cueste la vida.

Aunque el recinto de representación no es el más adecuado para este montaje, debido a la lejanía del público con respecto al dispositivo escénico, Consuelo Trum supo saltar las limitaciones de tales dimensiones y logra eficazmente conectar a su público con la situación planteada. La solución escenográfica, más el lenguaje visual (a través de una cámara de video en vivo) permite que el público como voyeur pueda apreciar y padecer los rostros, expresiones y gestos de un acto deleznable: el interrogatorio a un inocente en contra de un régimen absoluto.

Lo interesante es observar cómo esta pieza, escrita en 1979 bajo las circunstancias en las que fue creada, cobra relevancia y puede hoy en 2012 decirnos algo a los venezolanos y más aún en un recinto como el Teatro Municipal. Nos referimos a cómo un texto teatral cobra importancia y vigencia según el marco social en el que sea insertado. No cabe duda que leer a Benedetti en su drama de perseguido político en un mundo de ficción dividido en dos bandos tiene mucho que decirles a los venezolanos de hoy. Al igual que entender el genio de Mario Benedetti al lograr que su opresor (El Capitán) pueda ser doblegado por el oprimido (Pedro) sólo con la fortaleza de aguantar torturas hasta morir y poder con su silencio transformar y destruir a su oponente.

La puesta de Trum luce correcta, precisa y sin titubeos. Se apoya en sus actores, y como buena conductora de intérpretes, los lleva a conmover al espectador. Nittoli, se presenta muy bien plantado en la difícil tarea de representar al opresor, en tanto este tipo de personajes coquetea muy fácilmente con el estereotipo, cosa que no permite Nittoli, si abogamos por ajustar el final del personaje en presentarlo de forma un poco más descolocado ante la negativa de confesión de su oponente.

Por su parte Vicente Peña, tiene el privilegio de ser uno de nuestros histriones más versátiles en el teatro venezolano actual, no hemos visto hasta el momento un trabajo escénico donde se repita o eche mano de algún recurso viciado. Todo lo contrario, es un verdadero camaleón que se transfigura a la altura de las necesidades que el papel requiera. Aquí construye un carácter con puntada fina y permite que el espectador se solidarice con su drama, entienda y lo acompañe en su vía crucis.

En definitiva esta segunda vuelta de REPICO de la mano de Benedetti (ya en 2004 habían llevado a escena la divertida comedia amorosa Ida y vuelta) es un punto a su favor, entendiendo lo golpeados que se encuentran los colectivos teatrales privados que se preocupan por llevar al espectador caraqueño teatro de calidad que sensibilice y no sólo divierta. Estamos seguros que esta lectura escénica de Pedro y el Capitán ganará  al ser llevada a espacios escénicos de menor aforo en donde el espectador se introduzca dentro de la celda de interrogatorios. Puede ser entonces cuando podamos entender que la tolerancia y el respeto por las ideas del otro son el mejor camino de la convivencia en libertad.

@rosasla
Caracas, 01 de junio de 2012. 

Rajatabla no se detiene



Muerte accidental de un subversivo latinoamericano, es el nombre de la más reciente pieza que lleva a las tablas el emblemático grupo venezolano Rajatabla. Con 41 años de trayectoria la agrupación no se detiene e intenta retomar la posición que en otrora gozó luego de la muerte de sus creadores.

Desde 1993 con la desaparición de su fundador y principal motor creativo, Carlos Giménez, una de las compañías más importantes de nuestro teatro ha sufrido transformaciones necesarias para sobrevivir y no desfallecer en el propósito de llevar teatro de calidad a los espectadores que por más de 4 décadas han sido fieles a su estética. Después de la ausencia de Giménez, Francisco (Paco) Alfaro asumió el mando y logró enderezar el camino extraviado por el duro golpe, sin embargo el destino continuó dando sorpresas y víctima del cáncer Paco también sucumbió y debió abandonar la nave, ahora de manos de William López, actor y gerente cultural, Rajatabla intenta sobrevivir a la fuerte historia que le ha tocado en estos últimos 15 años.

Pero como Giménez era un visionario y logró entre otros tantos proyectos concretar el Taller Nacional de Teatro (TNT) con el fin de formar a las nuevas generaciones del teatro nacional, y alimentar a su elenco, esta cantera ha dado sus frutos, y lo ha demostrado y confirmado en estos últimos años ya que de ella se han construido las bases que sostienen actualmente a la agrupación. Es así como sin perder el Norte Rajatabla se ha apoyado y solidificado a partir de las distintas promociones que han salido de las filas del TNT. Una muestra de ello es este reciente montaje de un texto del Premio Nobel Darío Fo versionado por Rodolfo Santana y que conduce inteligentemente Rufino Dorta, ex alumno del taller y quien se perfila como un serio puestista y director de actores que ha dado con sus propuestas nuevos aires vigorosos al colectivo teatral.

En la anécdota contada, El Loco, protagonista de la historia, logra develar ante la opinión pública los desmanes del sistema policial de una localidad, haciéndose pasar por varios personajes que irán corriendo el velo para criticar duramente las fórmulas de interrogatorios y torturas a las que son sometidos los inocentes cuando los intereses superiores necesitan que sean culpables. Partiendo de la anécdota real, ocurrida en Italia, Fo arma el entramado dramático en torno a un teatro de corte político-crítico pero con un fino humor que pone en evidencia su gusto por el tema social, que encontramos a lo largo de toda su dramaturgia. Por su parte Santana, lo que realiza es un acercamiento al mundo latinoamericano, que quizás nos coloca más cerca de la anécdota.

La lectura escénica que realiza Rufino Dorta está apegada a la estética bufonesca y coqueteando con la comedia del arte, este recurso le funciona excelentemente bien en tanto caricaturiza a los personajes y los lleva a tal extremo que se convierten en una mueca de la terrible realidad que se vive dentro de los cuerpos policiales y de investigación. Su puesta en escena se apoya además del talento de esta nueva camada de actores que asumen la responsabilidad con todo su arte y logran impactar al espectador con las ejecuciones sobre el escenario. Acompañados del hoy Primer Actor de Rajatabla: Gerardo Luongo, quien demuestra por qué goza de este sitial dentro del grupo, el elenco se acopla y logran cautivar al espectador quien inmediatamente se conecta con lo que ocurre frente a sus ojos, son ellos: Ernesto Campos (Comisario Pérez), Juan Carlos Becerra (Agente), Ángel Pájaro (Comisario Herrera), Heriberto Garcés (Comisario Jefe) Adriana Bustamante (Periodista) de quienes estamos seguros oiremos hablar más temprano que tarde como los protagonistas del nuevo teatro venezolano.

En síntesis creemos que Rajatabla ha enderezado de nuevo el camino y comienza una nueva etapa, es lo que hay que hacer, las ausencias deben llorarse y tomar de ellas el legado para transformarlo y continuar creando. El pasado se revisa y se supera, pero el presente es hoy y con este cuidado montaje Rajatabla confirma que no se detiene y que busca desesperadamente lograr concretar una nueva estética acorde a los tiempos que vivimos. ¡Bravo para ellos!


@rosasla
Caracas, 5/08/2012



El sol brilla en el Teresa Carreño


El pasado sábado 25 de agosto, se estrenó en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño el esperado musical Anita la huerfanita, bajo la producción de Heli Berti y Carlos Sedan, la dirección general del maestro Orlando Arocha, junto a las coreografías de Armando Díaz, el acompañamiento musical de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho de la mano de Vladimir Pérez Peraza, la escenografía de Ricardo Morales y María Luisa de Escotet como vestuarista.
Finalmente los caraqueños pudieron apreciar el esfuerzo de 50 actores, 40 músicos, 20 bailarines y 48 niñas, que durante seis meses de ensayo estuvieron preparando el espectáculo que hoy se exhibe en el coso de Bellas Artes y que extenderá su temporada hasta el domingo 2 de septiembre.
La historia:
La pequeña Anita, representada en esta ocasión por las niñas: Dangelys Canabal, Daniella Ravelo, Mairilys Pensa, es una huérfana que vive en un orfanato regentado por la Señorita Hannigan (Alicia Plaza), una mujer malvada que odia a la niña. Por azar, Anita entra en la vida del millonario Oliver Warbucks (Miguel Ferrari); éste, en un primer momento, se muestra contrariado por la intrusión, aunque empieza a tomarle afecto a la pequeña y decide adoptarla.
Sin embargo, Anita sigue decidida a conocer a sus verdaderos padres, ignorando que fallecieron en un incendio años atrás y pide ayuda a su protector quien mueve  sus contactos para poder conseguir a los padres de la niña, ofreciendo además una jugosa recompensa. Una pareja de bribones, Gallito (Carlos Arráiz) y Lily (Elaiza Gil), se hacen pasar por los padres, ayudados por la Señorita Hannigan, hermana de Gallito, en la confianza de acceder al dinero. Sin embargo, el día de Nochebuena se descubre el engaño y Gallito, Lily y la Señorita Hannigan son finalmente detenidos.
Toda esta historia parte de los comics que en los años 20 hicieron popular al personaje y sus aventuras en búsqueda de sus padres y que generaron versiones teatrales, musicales y hasta en el cine.
Orlando Arocha y Heli Berti, son hombres de larga experiencia en las tablas venezolanas, respetados profesionales del arte escénico que al embarcarse en un proyecto de esta envergadura, saben lo que están haciendo y cómo es la manera de hacerlo, lo demostraron la noche del sábado cuando ofrecieron un musical cuidado en detalles, apegado a la época que exige la historia, con adecuadas actuaciones y con una producción impecable que demuestra una vez más que los profesionales del teatro en nuestro país se encuentran a la altura de cualquier grupo foráneo.
Sentimos que un pilar fundamental de este espectáculo, como es normal, reside en las coreografías, tratándose de un musical, el elemento fuerte además del canto y la actuación, es el baile y aquí debemos aplaudir la labor de Armando Díaz, bailarín profesional, líder de la Compañía de danza contemporánea Siete Ocho y quien en pocos años se ha convertido en uno de los nombres más importantes de la danza contemporánea en nuestro país. La puesta en escena de Anita la huerfanita, junto al dibujo coreográfico, realizan una feliz comunión produciendo en su justa medida la magia que se requiere para este tipo de montajes. Acompañados por la correcta ejecución de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, lograron amalgamar junto al talento artístico sobre la escena un conjunto fascinante que engancha inmediatamente al espectador.
La tradición del musical no es una exclusividad de nuestro país, ha sido en los últimos años que hemos visto cómo este género escénico ha tomado más adeptos y son ahora más los productores que se arriesgan a una inversión millonaria para llevar a escena obras de este calibre, lo vimos el año pasado de la mano de Magno Producciones cuando presentaron Cabaret, en la misma sala, o con los que abrieron la brecha, el colectivo Palo de Agua Producciones que concretaron el montaje de Los productores o El violinista sobre el tejado y hasta Jesucristo súper estrella. El más reciente fue La novicia rebelde, que nos deleitó bajo la dirección de Vicente Albarracín. Definitivamente los venezolanos están agudizando el gusto por este tipo de espectáculos, nada fáciles de llevar a escena, en tanto suponen una cantidad mayor de personal artístico y una coordinación milimétrica entre todos los factores que entran en juego para la ejecución óptima del musical.
En Anita la huerfanita, se aprecia claramente la mano de un experto director escénico que no deja detalles por fuera, hay cuidado en las actuaciones y sobre todo sorprende la ejecución de las niñas que asumen el papel protagónico y sus compañeras de orfanato, quienes se muestran seguras y con una calidad vocal envidiables ya a su edad, estamos seguros que oiremos hablar de estas infantes en su desarrollo artístico.
Del elenco de veteranos resalta el trabajo de Carlos Arráiz en el papel antagónico, demuestra su crecimiento como actor en este tipo de trabajos. Elaiza Gil, quien lo acompaña como pareja luce menos aplomada que Arráiz, pero estamos seguros que con el correr de la temporada dará soltura a su divertido personaje, entendemos también que asumía parte del rol de producción lo que seguro restó a la interpretación. Aplaudimos la reaparición de Alicia Plaza que se explaya y logra un desenfadado carácter sobre la escena. Por su parte hay que destacar el impecable trabajo de Andrea Sousa como Grace Farrel, la asistente del millonario Oliver Warbucks, extraordinaria ejecución y presencia escénica, demostrando su talento y preparación en las lides del teatro musical. Junto a ella el veterano actor Miguel Ferrari da muestras de su manejo escénico e innegable calificativo de primer actor. 
Estamos seguros que el equipo de producción de Anita la huerfanita, debe estar satisfecho con el logro alcanzado, en un dinámico, conmovedor, inteligente y hermoso espectáculo musical que demuestra cómo en el país se pueden lograr las cosas cuando se trabaja de forma profesional y en pro de hacerlo bien.

@rosasla
Caracas, 27/08/2012 

Hasta que la muerte nos separe




Las relaciones de pareja han sido y serán una fuente inagotable de creación en lo que a dramaturgia se refiere, desde Medea y Jasón pasando por Tristán e Isolda, transformados después en Romeo y Julieta, para desembocar en Nora y Torvaldo de Casa de Muñecas, el imaginario colectivo siempre gusta de ver retratado sobre la escena esa característica particular del ser humano que se reduce a sus vínculos de pareja y todo lo que éste conlleva.

Amor, desamor, engaños, infidelidades, rencores, maltratos, separaciones, traiciones, celos, y un infinito etc. han sido llevados a la escena unas veces más afortunadas que otras pero manteniendo un mismo hilo conductor: ¿Cómo nos relacionamos íntimamente los seres humanos? Y ¿Cuáles son las consecuencias de esas relaciones?

En nuestro atribulado siglo pasado y comienzos del globalizado XXI las relaciones de pareja se han diversificado y transformado en compromisos poco duraderos y más libres, lo que sí ha sido una constante a través del tiempo es la pericia de los amantes por tratar de estar juntos por los siglos de los siglos y evitar que un tercero irrumpa en la relación para moverle el piso a cualquiera de las partes y que la haga despertar a sensaciones nuevas e insospechadas que terminen por acabar la relación o por rescatarla de la inopia.

Al igual que el venezolano, el teatro argentino desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días, se ha transformado en un teatro mucho más existencialista e íntimo, gracias por su puesto a una fuerte influencia del teatro norteamericano. El realismo psicológico irrumpió en la dramaturgia argentina para no irse más lo que produjo una cantidad de autores que hurgaron en la intimidad del ser humano y sus relaciones con el entorno. En esos casos, algunas propuestas escénicas se volcaron a escudriñar el mundo psicológico de los personajes y sus posturas ante distintos hechos humanos.

Julio Mauricio (1919-1991) pertenece a esta camada de dramaturgos, donde también podemos encontrar a Mauricio Kartum u Oswaldo Dragún, pilares fundamentales de la dramaturgia contemporánea en el país sureño. En 1969 estrenó La Valija, historia donde una pareja de esposos consolidada es agobiada por la rutina, el trabajo y el hastío, trata de llevar una relación “normal” pero se le interpone un elemento catalizador (un tercero) que logrará avivar en ella las ganas de trascender a algo más que su asfixiante rutina. Para despertar de nuevo el amor por el otro.

La Maleta, es la versión escénica que propone en 2012 el director venezolano Moisés Guevara junto a los veteranos actores: Julie Restifo y Javier Vidal, acompañados por el joven Elvis Chaveinte, bajo la producción de la Asociación Cultural Humbolt y que cumple temporada en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural.

De esta remozada lectura del Siglo XXI, resulta una hermosa reflexión acerca del matrimonio y su necesidad de permanencia en el tiempo, aquí Moisés Guevara inteligentemente se apoya en un casting nunca antes mejor escogido. Julie Restifo, consigue unos extraordinarios matices y transiciones, dando muestras de su innegable calificativo de Primera Actriz, silencios, gestos y actitudes, hacen que el público se conmueva y la acompañe en su despertar a la vida de nuevo, luego de más de 20 años de matrimonio infeliz donde su marido se ha convertido sólo en un monologuista interminable de sus acciones laborales. Creemos que con este personaje Restifo llega a un escalón importante de su carrera.

Por su parte Vidal acompaña a su  patner y entre los dos dibujan un sentido retrato de una pareja en crisis. Su performance sorprende en tanto configura un carácter explosivo pero a la vez minuciosamente trabajado en los matices de quiebre cuando cae en cuenta del dolor que causa la traición de su amada y las consecuencias de su no atención al matrimonio.    

Elvis Chaveinte, en el papel de Horacio, el joven adonis que se enamora de Luisa (Julie Restifo) y causa que sus creencias e ideas sobre sí misma comiencen a bullir hasta llegar a cometer la infidelidad sexual, luce aplomado, correcto en su papel de tímido escritor que no logra saber cómo manifestarle a aquella mujer mayor que él su deseo. Su expresión corporal e interpretación textual logran cautivar al espectador que lo justifica y entiende en su necesidad dramática.

Un feliz trío de intérpretes que junto a la atinada dirección de Moisés Guevara y los elementos estéticos que conforman el conjunto total, nos ofrecen un teatro profesional de altura en donde aun se comprueba la vigencia de un texto teatral que escrito en los años ’60 tiene cosas que decirle a los espectadores contemporáneos y es claro pues hoy en día continuamos relacionándonos y esperando que sea “hasta que la muerte nos separe”

@rosasla

Caracas, 07/09/2012                                     


Una taquillera Ratonera



En todo un clásico del teatro inglés, se ha convertido la pieza La ratonera, escrita por Agatha Christie, la reconocida, Reina del crimen, novelista del género policial, que creó este drama en los años ’50 y desde su estreno se ha mantenido en cartelera de forma continua por 60 años, ahora en agosto de 2012 llega a Caracas, de la mano de las actrices y productoras: Nohely Arteaga y Catherina Cardozo, bajo la dirección de Vladimir Vera, en el espacio del Pent House, del Centro Cultural BOD-Corp Banca.

La historia de La ratonera, como casi todas las anécdotas de Christie, gira en torno a un misterio y varios asesinatos cometidos en el pasado y uno en particular que ocurre en la casa de huéspedes, recién inaugurada de los jóvenes esposos Mollie y Giles. Una noche de invierno, enmarcados en una terrible tormenta que deja incomunicados a todos los personajes dentro de la mansión, quienes deberán protegerse de un asesino suelto que ha reaparecido después de cometer dos asesinatos hace ya varios años en la misma localidad.   

Sorprende de sobremanera, que a Caracas llegue esta nueva lectura escénica de esta pieza teatral, en tanto nuestra marquesina hace ya más de una década que no gusta del teatro de texto que mantiene al público sentado por más de hora y media en una butaca y donde el atractivo principal es escuchar y ver el desenlace de la obra para saber quién es el culpable. Pero inteligentemente, las actrices-productoras, han conjugado no sólo un gran texto si no un elenco de importantes y reconocidas figuras que han hecho vida en el teatro y la pantalla chica, elemento que agrega un especial encanto para el público de esta ciudad que sólo se conforma con los astracanes de comedia. Amén de contar con la conducción de Vladimir Vera quien ha dado contundentes muestras de desarrollar una interesante carrera como director escénico. 

Verónica Shneider, Gerardo Soto, Nacho Huett, Flor Elena González, Gonzalo Velutini, Paula Woysechowsky, Augusto Galíndez y Martín Brassesco, fue el elenco que pudimos disfrutar en el segundo día de funciones después del estreno esperado. Gracias al talento de los mencionados y la dedicación de la dirección de actores, es que La Ratonera se ha posicionado en su tercera semana de temporada en un éxito inusitado de taquilla, decimos inusitado por lo argumentado anteriormente del gusto particular de nuestro público abúlico y acostumbrado a evadirse con la risa fácil. Sin embargo este montaje logra condensar varios puntos a su favor que nos proponemos a dilucidar a continuación.

En primer lugar hay una cuidada e impecable producción, sin escatimar esfuerzos y teniendo en contra el recinto escénico asignado, ya que no se trata de una sala de teatro convencional, sino un espacio alternativo con las suficientes carencias técnicas y de que atenta contra el mismo público en el disfrute de la obra. Sin embargo la producción logró a través del diseño escenográfico (Enrique Bravo), el vestuario (Raquel Ríos y Ana Karina Silva) y la iluminación (Gerardo Terán) crear el ambiente justo y necesario para recrear el drama que propone la autora.

Aunado a lo anterior, el sólido elenco permite la credibilidad en la historia, como es obvio la fuerza dramática está colocada en los veteranos que dan rienda suelta a su sapiencia del oficio, nos referimos a la Primera Actriz, Flor Elena González, quien se luce como la amargada Señora Boyle; Gonzalo Velutini como el Comandante Metcalf construye un interesante carácter, junto a Gerardo Soto que domina a sus anchas el hilo conductor de la acción dramática y Augusto Galíndez en una extraordinaria caracterización del Sr. Paravicini. Los secundan Nacho Huett, como Christofer Wren, entregándonos un hilarante y afeminado personaje que logra conectarse inmediatamente con la audiencia, Martín Brassesco pone especial acento en las transiciones dramáticas de su personaje y logra al final conmover con su interpretación del Sargento Trotter, junto a Paula Woysechowsky, quien sugiere un complejo personaje que apunta a la masculinidad que construye desde su expresión corporal. El desempeño actoral lo corona la joven Verónica Scheneider con una no tan dilatada carrera sobre las tablas, asume el reto de protagonizar esta historia y sorprende por su desenvolvimiento escénico y su credibilidad dramática. Sus matices logran cautivar al espectador que se rinde ante su presencia escénica y buen decir, le auguramos un futuro prometedor sobre el escenario.

Pero todo este trabajo de los actores no sería posible sin una correcta dirección que es la que desarrolló Vladimir Vera. Su puesta no es “espectacular” en el sentido exacto del término “espectáculo”, más bien se limita a la correcta conducción de la planta de movimientos (aunque desperdicia en momentos los espacios laterales: biblioteca-estar del dispositivo escénico y se concentra mayormente en el centro del escenario), sin embargo el manejo de tal cantidad de actores de forma eficaz sobre la escena, le suma puntos a su desempeño. Inteligentemente se apoya en la interpretación del texto y la dirección de actores que da dinamismo y ritmo al espectáculo total. Vera conoce el oficio y saca punta de las cualidades de sus actores, quienes felizmente le acompañan y se dejan guiar. Además el hecho de aceptar dirigir este tipo de textos (que apunta al realismo escénico) le permite mostrar otra faceta como creador escénico y alejarse de sus trabajos anteriores en donde la provocación al espectador era lo más importante.  

Estamos seguros que La ratonera, continuará siendo un éxito de taquilla, ya que en ella se conjugan de forma efectiva todos los elementos estéticos necesarios de forma profesional para que un espectáculo logre el respaldo del público.   

@rosasla     

Caracas, 17/09/2012

viernes, 5 de octubre de 2012

Hamlet Comprimido



El pasado viernes 14 de septiembre en la sala del Teatro Trasnocho Cultural, se llevó a cabo la vuelta a los escenarios caraqueños del clásico del teatro inglés Hamlet, de William Shakespeare, dirigido por Armando Álvarez, versionado por el maestro Ugo Ulive y protagonizado por Basilio Álvarez, en una producción del Grupo Skena.

Dos buenas noticias se producen con esta nueva lectura escénica del texto shakesperiano que lleva adelante Skena: en principio y sin ninguna duda, decidir representar hoy en la marquesina teatral caraqueña un montaje de un clásico resulta un punto a favor de nuestro teatro plagado de comedietas fatuas y ligeras. En segunda instancia, este espectáculo permite la vuelta a los escenarios (aunque sea como dramaturgo) del maestro Ugo Ulive, quien ha sido pilar fundamental del desarrollo escénico nacional desde los años sesenta cuando llegó de su Uruguay natal y transformó los esquemas de la puesta en escena en nuestro país, con propuestas trasgresoras que marcaron un hito en las tablas durante las décadas de los ’70, ‘80 y ’90. Ya sólo por estas razones aplaudimos la iniciativa.

La lectura que hace Ulive del clásico, es una lectura comprimida, es una píldora de fácil digestión para nuestro público de hoy día malcriado y contagiado de la enfermedad de la comedia y que comienza a mover las “posaderas” en las butacas una vez que se supera la hora y media de espectáculo. Cuatro horas aproximadamente que debería durar la escenificación de los cinco actos de la tragedia del Príncipe de Dinamarca sería una locura impensable para cualquier transeúnte de esta vertiginosa capital. Ulive se preocupa, en consecuencia por mantener el hilo dramático de la historia a través de su protagonista, Hamlet, y desdibuja a los demás personajes, no significa esto que los anule por completo, todo lo contrario, funcionan como los detonantes de los grandes conflictos por los que debe atravesar el heredero, Claudio, Gertrudis, Leartes, Polonio, Ofelia y Horacio, son los arqueros que lanzan sus dagas sobre el corazón de Hamlet para crearle la duda y en consecuencia la sed de venganza por el asesinato de su padre y la toma del poder por parte de su tío. La anécdota se respeta y es lo necesario pues si no la historia no podría entenderse y se resalta a través de la puesta en escena que propone Armando Álvarez.

El director centra su atención, así como lo hace el dramaturgo en su protagonista. La puesta en escena va en función de Hamlet (Basilio Álvarez) nos propone un carácter dinámico, elocuente y vertiginoso que en muchas ocasiones causa impresión por su indetenible actividad física sobre el escenario. El lirismo original del personaje fue obviado en esta puesta en escena, Hamlet no es el cavilador obseso que fragua la manera de vengarse, en este caso es el motor accionante de su venganza. Arremete y se convierte en un torpedo que no se detiene hasta dar en su blanco y destruir a su enemigo. Es una lectura posible, sin embargo sentimos que el matiz del profundo dolor que siente el príncipe al verse envuelto en tamaño drama de traición y poder fue dejado de lado en esta visión y se prefirió obviar las razones y sentimientos ques justican las acciones de los demás personajes. Caso que sí ocurre por ejemplo en la composición de los personajes pertenecientes a la familia liderada por Polonio (Juan Carlos Ogando) su hijo Leartes (Sócrates Serrano) y Ofelia (Fedora Freites) que construyen junto a su director correctos caracteres, mucho menos externos que Hamlet, plenos de transiciones y matices que logran conmover. Aunque a nuestro sentir se desperdicia de sobremanera la muerte de Ofelia en una escena de regadera, harto vista que pudo replantearse desde la sutileza poética que amerita el caso  y que se pierde en la lejanía de la platea.

En cuanto al dibujo escénico, la puesta es arrastrada por el ímpetu y la energía del protagonista y en función de ello se diseña la planta de movimientos, a nuestro parecer en momentos injustificada en el uso de elementos estéticos que el espectador no consigue conectar con el relato, cojines, globos, danzan por los aires despedidos y no se comprende por qué razón, amén de presentar a un Rey cocainómano dando peso a su adicción en pro de justificar su maldad. ¿Modernidad? ¿Acercar al público joven a la propuesta? ¿Cuál es la razón?

El contenido estético (dirección de arte) luce impresionista, el vestuario diseñado por Eva Ivanyi impacta pero no trasciende sentimos que al no existir una concepción estética clara desde la dirección, pues es difícil que los elementos se amalgamen. La iluminación es impecable en las manos de Víctor Villavicencio, al igual que la musicalización que logra acompañar el efecto dramático, compuesta por los integrantes de Gaélica. El dispositivo escénico (Carlos Agell) permite la dinámica de la puesta pero sin remitir a un concepto claro de lo que se quiere. ¿El infierno? ¿Catacumbas? Al no tener claridad se diluye el propósito que entendemos no es más que ofrecer un comprimido para deglutir fácilmente un clásico universal, sí esa es la intención, se ha logrado el objetivo.    

En síntesis creemos es una loable tarea poder embarcarse en un proyecto de esta envergadura en pro de ir amasando al público caraqueño actual a disfrutar de otro tipo de teatro más que el concentrado en las pulsiones sexuales de las parejas. Skena es una de nuestras agrupaciones profesionales con demostrada trayectoria y contundencia en las tablas nacionales, que estamos seguros continuarán ofreciendo más y mejor teatro que los caraqueños merezcamos disfrutar.

 @rosasla
Caracas, 04/10/2012