lunes, 30 de enero de 2012

El legado del Maestro Gilberto Pinto



Uno de los privilegios que me regaló la vida, fue conocer a Gilberto Pinto, no como maestro de actuación, ni como actor bajo su batuta, si no, creo que me tocó la experiencia más enriquecedora: conocer al hombre sabio fuera del escenario y entre amigos o desde la butaca como cualquier espectador común disfrutando la irreverencia de su verbo dramático y la osadía de sus puestas en escena.

Hace ya casi dos meses (el 7 de diciembre de 2011) decidió partir a una morada más cómoda que ésta su amada Caracas a los 82 años de edad. Su dulce voz siempre la recordaré teñida de enérgica y aguda lucidez, que para pesar de unos y para regocijo de muchos, mantuvo hasta el último minuto de su vida.

Si la memoria no me falla, nos conocimos en una de las tertulias, tipo rituales, que organiza la inigualable Carmen Jiménez, una de nuestras más experimentadas productoras, en su guarida del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, a propósito de cumplirse un aniversario más del cumpleaños del Maestro Peterson, a pesar de su fallecimiento, Carmen y todo los que continúan llevando adelante el proyecto de Peterson, cada nuevo onomástico del maestro se celebra.

Estar en esas reuniones, es como participar de una experiencia religiosa. Hay exquisitas degustaciones, de todo tipo, queso variado y su acompañante más adecuado, el infaltable vino que simboliza, además, el sagrado elixir de nuestro dios Dionisio, deidad que rige a los teatreros. Uno se sienta entorno a una mesa redonda digna de los “Caballeros del Rey Arturo” Entre risas e historias insólitas del baúl de los recuerdos teatrales, me topé esa noche, con Gilberto y su adorada Francis, y jamás imaginé que ese portento de actriz, que yo admiraba desde mis tiernos 14 años frente al escenario del Teatro Nacional (cuando era la “Prima Donna” de la Compañía Nacional de Teatro) y fascinaba al público que abarrotaba el recinto, fuese tan sencilla y amorosa, allí entendí el incondicional amor que podía sentir Gilbert por ella. Cuando me presentaron al Maestro Pinto, sin mediar más palabra exclamó: “Ah éste es Rosas, el que escribe, yo te estoy leyendo”. Uno nunca se espera que un sabio de esa envergadura tenga la humildad de reconocer el trabajo que uno realiza y él lo hizo. Lo cierto es que desde esa noche jamás perdí la oportunidad de sentarme frente a Gilberto y Francis para comentar el más reciente montaje, o simplemente para escucharlo monologar, con su verbo ácido y recalcitrante, no sin un dejo de molestia y soberbia por reconocer cómo el Norte de los destinos culturales del país se había perdido.

Para estrechar aun más mi afecto hacia Gilberto y Francis, en 2008 la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, convocó la I edición del Premio de Dramaturgia Breve en homenaje a Gilberto Pinto y una pieza de mí autoría recibió una mención especial y su posterior publicación. Nunca podré olvidar el día del bautizo de esta mi primera obra teatral publicada, al lado del ganador del Premio José Antonio Barrios, y que el maestro asistiera para tomar el micrófono en la FILVEN 2010 para decirles unas cuantas verdades a los presentes.

No le importaba quien estuviese enfrente, porque la verdad de su pasión y su lúcido intelecto se imponían. En ese breve discurso, evoco cómo calificaba la gestión cultural y, palabras más palabras menos, afirmaba que “el arte no puede ser para todo el mundo, eso es una gran mentira. Cómo es posible que se haga en una sala tan respetable como la Ríos Reyna del Teresa Carreño, donde hemos presenciado al Berliner Ensamble de Alemania, un Festival de Salsa, eso es una aberración. Ahora todo está mezclado, todo es un despelote. Eso es mentira, eso no es arte nada. Es puro pan y circo”

El legado más grande que aprendí de Gilberto fue su sinceridad, su verdad, su dolor por el país y por la realidad que ante nuestros ojos nos aturde. Su sentir por el arte y su pesar por el pisoteo cultural que han realizado los que detentan el poder, quizás por eso no quiso continuar más en este plano. Su herencia más evidente son sus personajes en sus dramas, sus ensayos acerca del trabajo del actor y de nuestro teatro en general. Los que tuvieron el privilegio de ser sus estudiantes o estar bajo su égida como director, nunca tienen una palabra de reclamo, si no todo lo contrario, se sienten elegidos y bendecidos por su inteligencia. Y por trabajar junto a él.

Sin embargo, me considero privilegiado porque pude disfrutar, aunque me hubiese encantado que fuese por más tiempo, de su enseñanza y su genial sentido del humor con el que muchas veces sonrojaba a su amada Francis Rueda. Su obra está allí para ser revisada, re-interpretada y nunca se deje de representar, en ella se concentra buena parte de la “venezolaneidad” de la realidad transformada en metáfora con atormentados e inocentes personajes que deambulan incansablemente por buscar justicia. Ojala nosotros la encontremos en algún momento y así podamos decir que Gilberto Pinto nos guió alguna vez en su búsqueda.

Caracas, 27/01/2012

Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com

viernes, 20 de enero de 2012

Qué nos depara 2012 en las tablas




El año que finalizó dejó una turbia sensación de que el teatro en Caracas ha experimentado un nuevo “boom” durante todo 2011, las agrupaciones y productores estuvieron haciendo malabares para lograr conseguir un espacio y mostrar sus espectáculos. Sin embargo decimos turbia, ya que este boom a nuestro juicio es relativo, explicaremos nuestras razones para argumentar tal afirmación:

En principio, la proliferación cada vez mayor de Comedias Ligeras Comerciales (CO.LI.CO) se atornillaron aun más en las salas más visitadas, con temporadas que muchas veces duraron hasta seis meses, dejando poco espacio para programar a los grupos teatrales emergentes con interesantes propuestas y a los colectivos profesionales que deseaban estrenar sus espectáculos ¿Las razones?

En primer lugar una muy poderosa, los programadores de las salas teatrales deben mantener un nivel de taquilla “aceptable” (argumentan ellos) para subsistir. Aunado al impactante índice de desempleo de los artistas de televisión que se han tenido que volcar a las tablas para poder comer. Estos argumentos son aceptables y no criticables, sin embargo esperamos que 2012 sea el año del equilibrio, nos referimos a posibilitar la muestra tanto de CO.LI.COS como de teatro de arte. Creemos puede existir un balance que resulte comercial para todos y ser los propulsores de los artistas del teatro que gracias a la ola de compañeros del medio televisivo, han quedado sin posibilidades de montarse.

Otra de las razones para pensar que es un espejismo este “boom” es que las agrupaciones profesionales de teatro de arte han dejado de percibir, ya hace un tiempo, las ayudas gubernamentales para sus producciones. Muchas han decidido quemar sus naves y desaparecer, y otras continuar luchando para no fallecer y realizar producciones en pequeños formatos para ser presentadas en las pocas salas alternativas que quedan o vender sus espectáculos para funciones puntuales y así poder sobrevivir.

Sin embargo 2011 nos dejó un buen sabor a “mucho teatro” gracias a la realización del Festival de Teatro de CCS, organizado por FUNDARTE en noviembre, institución que depende de la Alcaldía de Caracas y el Gobierno Metropolitano. Ironías oficiales que es FUNDARTE quien lleva adelante este festival y el Instituto de Artes Escénicas y Musicales IAEM, ente rector del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en materia teatral quedó ausente. Observación que dejamos para la reflexión. Pero sorteando la rapidez en la organización del evento, no podemos hacer la vista gorda y reconocer el esfuerzo del equipo de FUNDARTE por mostrar los trabajos de las agrupaciones profesionales más vistas y las que no habían podido exponer sus trabajos durante el año. Amén de la recuperación del Teatro Principal, Cristo Rey, Municipal y Nacional para el hecho escénico, esperemos que se continúe programando en estas salas y se contribuya a educar al espectador para disfrutar del trabajo de los profesionales del teatro en Caracas.

Este “aparente” renacer también estuvo acompañado de los espacios no convencionales, a donde debió emigrar buena parte de los productores y actores del teatro venezolano: bares, “taguaras”, boites, hoteles, discotecas, lounges, etc. Arroparon propuestas teatrales y no tan teatrales llamadas “Stand up” que distan mucho de llenar los requisitos de una pieza teatral estructurada.

2012 promete, empezando por el anuncio del retorno del Festival Internacional de Teatro de Caracas en su edición número XVII en homenaje al Maestro José Ignacio Cabrujas. Marzo y abril serán los meses donde la ciudad vuelva a vestirse de teatro y celebración y confrontar las propuestas de grupos extranjeros, que evidentemente no será en el formato acostumbrado y con el despliegue de otrora, pero volverá. Teniendo como sede principal el nuevo Teatro Municipal de Chacao, preciosa obra arquitectónica que regala esa alcaldía a sus habitantes y a toda la ciudad.

Aunque el panorama luzca aún incierto 2012 augura ser un año donde este “aparente boom” disipará las neblinas, para poder ver mejor y podrá hablarse de un nuevo tiempo teatral. Esperemos que los programadores de las salas estén conscientes que sí podemos hacer teatro de arte con actores del teatro y la televisión, tuvimos claros ejemplos que hicieron de 2011 un año de esperanza teatral: Diógenes y las camisas voladoras de Javier Vidal, Un informe sobre la banalidad del amor, dirigida por Luigi Sciamanna, A 2,50 la Cuba Libre (dirigida por Luis Fernández) arribando a su segundo año de temporada, Paria del grupo la Bacante, Ciclo en homenaje a Tennessee Williams en su centenario, llevado adelante por Diana Volpe y Orlando Arocha, Viene la reina, de Tumbarrancho Teatro, Petroleros suicidas, Acto Cultural y Excusas bajo la batuta de Héctor Manrique, o las propuestas de Teatro Forte con Amén, REPICO con sus Monstruos en el closet de Gustavo Ott o Texto teatro con la más reciente puesta de su fundador Lírica. Dieron muestra que sí se puede brindar un excelente nivel artístico para continuar educando al espectador, no pedagógicamente hablando, sino ofreciéndole buenas y contundentes propuestas que lo enamoren de nuestro teatro.

A fin de cuentas el público es quien tiene la última palabra…