domingo, 21 de octubre de 2012

21 de octubre: una fecha trágica para el teatro venezolano


Juego del destino o decisión divina, hoy 21 de octubre cuando conmemoramos una año más de la desaparición física del maestro José Ignacio Cabrujas, acaecida en Porlamar en 1995,  nos impacta la noticia de la muerte del dramaturgo y director Rodolfo Santana.

Nacido en Caracas el 25 de octubre de 1944, Santana desde su adolescencia se interesó por las letras y comenzó a escribir cuentos y pequeñas historias noveladas, preocupado por las artes comienza desde muy temprano a formar grupos de teatro en las comunidades donde residía; así logró rápidamente iniciar un importante movimiento de teatro comunitario en Guarenas, Petare y Maracaibo, entre muchas otras ciudades. Su genio y talento le permitieron hacerse un nombre rápidamente en el panorama teatral de los años sesenta, con su obra La muerte de Alfredo Gris (1965) Obtiene el Primer Premio del Concurso de Dramaturgia promovido por la Universidad del Zulia en 1968 y de allí en adelante no se detendría hasta el día de hoy.
Santana es el dramaturgo venezolano más prolijo, sus obras se cuentan en más de un centenar y es el autor venezolano más traducido a otros idiomas y representado en muchos países del mundo. Su teatro marca una diferencia radical con lo que venía desarrollándose hasta su aparición a finales de los sesenta, Un realismo crítico con énfasis en lo social, hace que sus personajes se conviertan en bandera de las minorías. Un teatro con profundo arraigo social y preocupado por las reivindicaciones y la lucha contra un sistema que devora a la sociedad lo hizo trascender  ubicándose en el puesto de los grandes de las letras venezolanas.
Es el primer artista teatral venezolano en obtener en 1969 el Premio Nacional de Teatro por su obra Barbarroja. Fue becado por el INCIBA y permaneció en Europa durante dos años en España, Francia e Inglaterra, en donde aprendería la gran influencia “brechtiana” de su teatro, a posteriori se traslada de nuevo a América y se radica por temporadas en países como Colombia, Perú y México. Es en esta etapa donde se convierte en un investigador y crítico profundo de las temáticas más frecuentes del Teatro Latinoamericano que reflejará en sus piezas posteriores: los sincretismos, la violencia, la influencia y enajenación de los medios de comunicación, la santería, el poder político, son algunos de los temas más frecuentes en sus piezas, entre las cuales destacan títulos como: El ordenanza (1966); Nuestro padre Drácula, El sitio (1968);  Las camas, El ring de la Seguridad Nacional y otras torturas (1969); Nunca entregues tu corazón a una muñeca sueca, El gran circo del Sur (1971); El animador (1972); La empresa perdona un momento de locura (1974);  Gracias José Gregorio Hernández y virgen de Coromoto por los favores recibidos (1975);  Encuentro en el parque peligroso (1978);  Rock para una abuela virgen (1982); Baño de Caballeros  (1984);  Baño de damas (1986);  Mirando al tendido;  Ángel perdido en la ciudad hostil (1990);  Asalto al viento (2000), entre muchas otras que han sabido reflejar y fotografiar una sociedad venezolana corroída por el sistema y en búsqueda de nuevas salidas para un mejor vivir.
El cine no le fue ajeno al Maestro Santana, y hasta hoy día fue guionista de innumerables películas venezolanas: La empresa perdona un momento de locura, protagonizada por el Tío Simón, El reincidente, Los criminales, El caracazo, Una abuela virgen, han colmado la pantalla gigante de nuestro cine y le deben a Santana personajes llenos de un realismo crítico difícil de obviar en nuestra dramaturgia.
Sus posturas políticas nunca estuvieron veladas, Rodolfo Santana siempre fue un luchador de la izquierda, un batallador por abrirle los ojos a los más desposeídos y mostrarles a través del arte un mundo mejor y cómo no dejarse llevar como borregos por las mayorías, no enajenarse por los medios de comunicación y aprender que hay posibilidades de cambios y reivindicaciones mientras se esté consciente de lo que se tiene y se es. Sin embargo el Maestro jamás tuvo una postura radical ni se alejó de la crítica al sistema, en entrevista publicada en el diario Ciudad CCS de fecha 3 de junio de 2012, reflexionaba acerca de nuestro teatro actual y ponía acento en las necesidades de revisión de lo que se estaba haciendo, de las políticas públicas con respecto a nuestro arte:
En nuestra Revolución Bolivariana no hemos aprovechado el inmenso potencial que posee el teatro como medio de comunicación y crítica. Eso no es raro ya que en el campo mediático tenemos un gusto extravagante por cometer errores. En el caso del teatro la ausencia de proyectos para su desarrollo ha mermado la capacidad expresiva de nuestras comunidades. En este momento social y político, en el que insurgen decenas de hablas, visiones, poéticas y encuentros humanos, producto de las realizaciones de nuestra revolución, no hemos desarrollado la creatividad de una dramaturgia que represente y analice nuestros hallazgos, virtudes y errores”

Y ante la pregunta futurista de a dónde creía que iba el teatro nacional respondería:

“Va muy lejos, pero necesita un decidido apoyo por parte del Estado. No viéndolo como el clásico aporte financiero, que es importante. Es una comprensión
del papel que el teatro como arte y divertimento debe cumplir en una sociedad como la nuestra. Es importante incentivar ese rol, esa creación fulminante desde los escenarios. Que no se diga en el futuro que el teatro en la Revolución Bolivariana fue un hecho opaco. Decirlo sería caracterizar así a la propia revolución”

Su repentina partida no le permitirá comprobar si esto ocurra o no, por lo pronto serán sus personajes y sus más de 120 piezas teatrales escritas, los que se encargarán de pedir cuentas y de continuar abriendo los corazones y las mentes a un espectador que se proyectará en las situaciones planteadas por el maestro. Su obra ahora es que comienza a trascender aún más de lo que ya significa, su legado está en diálogos e imágenes que en un futuro no muy lejano deberá ser investigado, registrado y divulgado para que las generaciones futuras puedan comprender una época y descubrir que hasta el 21 de octubre de 2012 vivió un dramaturgo capaz de concentrar en sus historias una visión hermosamente desgarradora de una idiosincrasia nacional.
Paz a sus restos.
Caracas, 21 de octubre de 2012
@rosasla

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