viernes, 30 de marzo de 2012

El FITC 2012 gana la batalla de la libertad


2006 marcó la última fecha en la que Caracas se convirtió en el escenario del mundo, seis años después y gracias al esfuerzo y el apoyo de las alcaldías de Sucre, Chacao, La Gobernación de Miranda y la nueva Fundación Festival Internacional liderada por Carmen Ramia, el Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC) vuelve a subir el telón contra viento y marea esta noche en el Coso de Chacao.

El hecho que vuelva el FITC supone varias razones por las cuales celebrar y varios puntos en los cuales detenerse a reflexionar. En principio hay que analizar las circunstancias por las cuales hemos estado privados de dicho evento que fue referencia mundial por más de 15 años desde su fundación en 1974 (proyecto que partió de la idea del gerente y director Carlos Giménez, fallecido hace ya 19 años).

La principal circunstancia adversa es sin lugar a dudas el desamparo del gobierno y la asfixia económica que éste impuso al festival al retirar el aporte con el cual se realizaba la fiesta de las artes escénicas en Caracas (casi el 70% del presupuesto total era aportado por el Estado) las razones, son conocidas por todos: políticas. Y entonces cabe la pregunta: ¿Es justo que por facturas politiqueras el FITC deba desaparecer? Luego, hay que señalar la crisis de espacios y la imposibilidad de infraestructuras adecuadas para atender a un promedio de 120 agrupaciones que colmaban todos los espacios culturales de la ciudad, no sólo en Caracas, sino en las antiguas subsedes alrededor del país.

Por otro lado no debemos olvidar la depresión de la empresa privada, quienes representaban una tajada importante del presupuesto del FITC. Y para rematar algunas razones, la salida del Ateneo de Caracas de su sede de Bellas Artes, espacios que eran vitales para las múltiples funciones, al igual que el Teatro Teresa Carreño.

No resulta nada alentador el panorama, sin embargo somos del pensar que las instituciones pasan y los proyectos quedan y ellas no construyen su legado por sus edificios e infraestructuras físicas, sino por el tesón de las personas que allí laboran.

Es por eso que es posible hoy volver a celebrar una edición más del FITC en 2012. La oferta no es tan variada como en otrora, es evidente por la estreches del presupuesto, sólo 11 agrupaciones de Latinoamérica y Europa y 11 nacionales, serán las encargadas de renovar la magia de la fiesta “festivalera”. No se homenajeará a un país específico como se hacía en otras ediciones, sino al maestro José Ignacio Cabrujas, quien se ha convertido con el pasar de los años en la referencia más importante del Teatro Venezolano.

Pero salvando las razones por las cuales había desaparecido el festival, es más importante poner los esfuerzos en aplaudir la nueva edición. El contacto con el teatro extranjero es símbolo de intercambio, de confrontación estética y de profunda revisión profesional para los hacedores de teatro locales. Esta noche cuando se abra el telón para exhibir el clásico venezolano El día que me quieras, del grupo Actoral 80, no solamente habremos sumado otra edición del FITC, sino que habremos derrotado a la apatía, a la intolerancia, al aislamiento y a las ganas de algunos de querer obligarnos a permanecer mirándonos el ombligo desconectados de la cultura mundial.

El teatro es el arte más comprometido, pues es el más directo, el que congrega más personas en un solo espacio escuchando un mensaje y el que causa más incomodidad a los ajenos a la cultura, y a los que pretenden determinar una única forma de pensar, a través de la historia de la humanidad ha sido así; por eso es más fácil cercenarlo, callarlo y asfixiarlo. Esta noche cuando de nuevo Pío Miranda explique las razones de su comunismo trasnochado y cuando desaparezca Carlos Gardel después de embelezarnos al cantar El día que me quieras, habremos ganado la batalla de Dionisos, la batalla de la libertad… Una más en pro de la Guerra.

L. A. R

Caracas, 29/03/2012

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sábado, 17 de marzo de 2012

Germán Mendieta: El actor que vivió feliz


Desde finales del año que acaba de pasar y durante el primer trimestre de 2012 el Teatro Venezolano ha sufrido duros golpes y bajas en sus filas. Los maestros, directores, dramaturgos y actores de una generación que marcó pauta en la escena nacional se han despedido de este plano para elevarse a la inmortalidad.

El pasado domingo 11 de marzo a las 5 de la tarde, las redes sociales nos sorprendieron de nuevo con la funesta noticia de la partida del Primer Actor Germán Mendieta. Uno de nuestros histriones más destacados y que cultivó una impecable carrera desde su tierna adolescencia y hasta sus últimos días. Actor, maestro de actores y últimamente director, amén de coquetear con la dramaturgia en pequeños ejercicios dramáticos, Mendieta, se convirtió en un hombre referencia de nuestras tablas desde que decidió vivir en ellas y asumir el teatro como su forma de expresión. Desde que se vino a la capital a estudiar desde su natal Coro, en Falcón. Germán tenía la convicción del gusto por ser quien no se es. Por representar esas cosas que les pasan a los demás y que conmueven a todos.

Comenzó desde muy joven en la Escuela Juana Sujo, para luego entrar en las filas del recién creado Grupo Theja de la mano de José Simón Escalona, Javier Vidal y Xiomara Moreno, en donde desarrolló una meteórica carrera ascendente que le permitió encarnar un sinnúmero de personajes. De su época del Theja son inolvidables sus trabajos en: Calígula, Salomé o Marilyn, la última pasión, Geranio y Manivela, por nombrar algunas de más de 15 piezas que realizó. Poco a poco se fue destacando y luego pasó a formar parte del elenco estable de Rajatabla, cuando Carlos Giménez lo invita a participar de su elenco para convertir al grupo en su casa por más de 18 años y en donde se transformó en el Primer Actor que era. Su carrera se vio recompensada con más de seis Premios Municipales de Teatro, premio ANAC, el Marco Antonio Ettedgui amén de otros tantos, nacionales e internacionales.

Desde Rajatabla, Germán nos conmovió con una de las interpretaciones más sublimes de Dalí en la pieza Buñuel, Lorca y Dalí o como El Quijote de la pieza En un lugar de la mancha, para coronar su carrera compartiendo la escena con el también fallecido recientemente Paco Alfaro, en la obra Trastos viejos de Javier Vidal.

Fue dirigido por los mejores, al final de su vida y ya alejado del elenco estable de Rajatabla, coqueteó muchas veces con la dirección escénica, disciplina que le preocupaba y la que desarrollaba con gran estilo y soltura, en tanto comprendía al actor por dentro. Entre sus trabajos dirigidos se cuentan: El peligroso encanto de la ociosidad de Gilberto Pinto, El maleficio de la mariposa de García Lorca, Yo soy García de Luis García Arau y Marineros, en donde compartió el rol de director con el de adaptador, al trabajar con los poemas de Pessoa.

Los que lo conocimos y compartimos con él dentro y fuera de la escena podemos dar fe de que Germán Mendieta era un extraordinario ser, sensible, “bonachon” eso que llamamos los venezolanos un alma buena. Siempre dispuesto a sonreír, a escuchar y corregir sus errores, a saber entregar el comentario asertivo cuando emitía su opinión acerca de cualquier trabajo que cualquiera de nosotros sus colegas hacíamos. Como maestro, logró que sus alumnos comprendieran la virtud que posee un ser humano cuando es capaz de conmover a un público pero por sobre todas las cosas enseñó la disciplina y el respeto por la profesión.

Estamos seguros que ha quedado un gran vacío, los llamados a impedir su olvido son sus alumnos, sus amigos más allegados, los investigadores y críticos que sin lugar a dudas y lejos de homenajes retóricos, puedan comprender y dar a conocer el legado de un hombre que vivió para actuar y vivió feliz.

Caracas, 16/03/2012

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jueves, 8 de marzo de 2012

8 rubias asesinas y una juventud enferma


La agrupación Hebu Teatro, fundada hace ya 4 años por la primera actriz y maestra de actores Diana Volpe, abrió la temporada 2012 con sendos montajes: se trata de 8 rubias platinadas y La enfermedad de la juventud, que se llevan a cabo en el Teatro Trasnocho y en el Centro Cultural BOD-Corp Banca, respectivamente.

Este recién creado colectivo teatral se funda con el “propósito de difundir el teatro mundial contemporáneo y clásico en Venezuela e impartir talleres para infundir un mayor y amplio conocimiento del teatro en talentos emergentes” Con al apoyo de agrupaciones paralelas como Teatro del Contrajuego y TEATRELA, Diana Volpe ha conseguido consolidar en poco tiempo una sólida plataforma donde posibilita el acercamiento al espectador caraqueño de un teatro de arte, que persigue una estética cuidada, rigor y compromiso en los textos seleccionados para sus puestas en escena y que han logrado posicionarse con el respeto del público que cada vez más colma las salas donde se presentan.

Unas rubias platinadas

Bajo la dirección de Orlando Arocha, e inspirada en la pieza teatral francesa Huit femmes, este espectáculo es una suerte de novela policial teatralizada, en la que 8 mujeres, en víspera de navidad, descubren el cadáver del dueño de la casa en su cuarto y se ven imposibilitadas de pedir auxilio ya que se encuentran incomunicadas. Por lo que el asesino se encuentra entre ellas, o es lo que se supone. Durante algo más de una hora, entre risas y situaciones insólitas, se van enredando los hilos de la trama, va creciendo el suspenso y la ansiedad por saber quién cometió el crimen.

Uno de los puntos fuertes de este espectáculo se concentra en la dirección escénica y de actores. Arocha, demostrando su veteranía dibuja una puesta con personajes farsescos, que guardan un aspecto común entre sí, además de ser rubias, todas las actrices tomaron como referencia una legendaria figura del cine hollywodense y a partir de ella, construyó su carácter: Marilyn, Marlene Dietrich, Greta Garbo, Mea West, entre otras son los estímulos de inspiración para estas mujeres que intentan develar la verdad entre traiciones y herencias.

Arocha logra concretar felizmente su propuesta además apoyado en la destreza de parte del elenco, en el que cuenta con nombres como: Aura Rivas, Haydée Faverola, Diana Volpe, Carolina Torres, Nattalie Cortéz, Gladys Seco y las jóvenes Ana Melo y Alexandra Rivas. 8 actrices que dan el todo por el todo y que logran mantener el ritmo de la comedia tan difícil que engancha inmediatamente al espectador.

Lo más complejo, es lograr que las actrices mantengan la dinámica de la comedia y que las 8 formen un sólido conjunto en el que se vea un alto nivel de desarrollo actoral. Cosa que logra cabalmente Arocha.

Por su parte la producción cuenta con varios puntos a su favor: unidad estética, cuidado en los detalles y una coherencia de elementos que posibilitan el disfrute visual de la totalidad del espectáculo.

La juventud está enferma

En su afán por formar a las nuevas generaciones teatrales, Diana Volpe se ha propuesto sin descanso brindar su conocimiento adquirido a lo largo de su dilatada carrera. Es así como diseñó los talleres de formación actoral de Hebu Teatro y ha logrado reunir una camada de talentosos jóvenes provenientes de distintos talleres, institutos y agrupaciones, y se estrenó como directora el año pasado cuando celebró el centenario del dramaturgo norteamericano Tennessee Williams, donde estrenaron varias piezas breves del autor. De este proyecto ha nacido un grupo interesante de actores que decidieron continuar bajo la batuta de Volpe y en un nuevo montaje han realizado la lectura escénica de la pieza La enfermedad de la juventud original de Ferdinand Brückner, texto escrito en 1926 y que Diana Volpe con increíble sagacidad ha logrado actualizar para ofrecer un correcto espectáculo que arriba a su segunda temporada esta vez en el Centro Cultural BOD -Corp Banca.

Elvis Chaveinte como Federico, Rosanna Hernández como María, María Alejandra Rojas como Desiré , María Gabriela Díaz como Irene, Javier Figuera como Pedro, Nakary Bazán como Lucía y Domingo Balducci como Alex, conforman este elenco que cuentan la historia de siete universitarios que culminan una etapa de su vida y se enfrentan a la adultez desde las bajas pasiones y los recónditos lugares oscuros del ser humano. Drogas, infidelidad, traiciones, homosexualidad, prostitución son las manifestaciones concretas que el autor propone como síntomas de la juventud enferma.

La puesta en escena de Diana Volpe luce arriesgada y a tono con lo que propone el texto. Se apoya en su planta de actores que están al filo de la navaja como buenos trapecistas.

La enfermedad de la juventud, es una peligrosa pieza en tanto puede ser un drama trágico que puede rayar en el melodrama, sin embargo la dirección logra atajar y mantenerse al límite lo que permite entonces un dinámico espectáculo que resulta muchas veces crudo por lo real y conmovedor de sus escenas e interpretaciones.

En síntesis creemos que Diana Volpe va por el camino correcto. La experiencia y su sapiencia del oficio del arte teatral le ha permitido concretar todos los sueños que se ha propuesto y lo mejor de todo ello es que como los grandes maestros, no se queda con su conocimiento si no que lo comparte con los que desean seguir sus pasos y sobre todo, y lo más importante con el público venezolano.

Caracas, 02 de Marzo de 2012

Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com