lunes, 31 de diciembre de 2012

¡Adiós 2012! Resumen teatral del año


Obra: Páramo. Dir. Giuseppe Grasso 

La sobrevivencia del artista teatral venezolano fue el común denominador de este 2012 que finaliza. Actores, productores, directores, técnicos y estetas de nuestras tablas continúan en una voraz batalla por no perder sus espacios de creación y luchar por retomar la posición privilegiada del teatro venezolano de los 80 y 90.

La sociedad venezolana se ha convertido en los últimos años, en un colectivo limitado, no sólo económica, si no culturalmente hablando, el grave colapso de nuestra economía, ha obligado a los más jóvenes a abandonar el pupitre y conseguir así el sustento de forma más expedita, aunado al estrangulamiento de la meritocracia, hoy en día el venezolano ha dejado de lado la necesidad formativa por la supervivencia del más apto. En consecuencia, tenemos un pueblo sumido en la más terrible ignorancia e incultura al que le da lo mismo presenciar un asesinato frente a sus ojos sin hacer nada, que ver el show televisivo de una vedette presa o una sexy y voluptuosa “actriz” espetando gemidos en cualquier sala comercial de la ciudad.

Ante este marco social, no es precipitado pensar que el arte teatral de un país como el nuestro sufra las mismas consecuencias. El teatro venezolano que presenciamos hoy, y ya desde hace unos 15 años aproximadamente, está exento de análisis, revisión, teorías y autocrítica. El artista teatral actual prefiere sumar ceros a su cuenta bancaria que investigar, plantear procesos creativos, proponer lenguajes escénicos nuevos y se ha conformado con tratar de no perder la desenfrenada carrera por alcanzar el éxito comercial que se traduce en centavos que ingresan a los bolsillos de los productores. 

Es obvio que esta aseveración no trata de excluir la necesidad comercial del teatro, y las posibilidades que éste pueda ofrecernos para vivir de él en una forma digna y sin carencias, pero no debería prevalecer lo anterior en detrimento de las posibilidades artísticas y planteamientos de estéticas. Estos son dos grandes temas que constantemente hacen mella en la producción escénica nacional.

Obra: Las bacantes. Dir. Diana Peñalver

Ante este panorama, el 2012 teatral venezolano, lució variopinto, dando prevalencia al género de la comedia, sobre el drama, es obvio frente a un espectador evasivo que ha decidido reír antes que continuar sufriendo dentro de una sala de teatro lo que cotidianamente padece en su realidad. Pero a pesar de todo en este año que finaliza hubo experiencias artísticas que vale la pena no dejar de lado para poder ofrecer una mirada general de lo que fue producido y mostrado en las tablas venezolanas y que pudimos apreciar.

En el primer trimestre de 2012, destacan las puestas en escena de High (Alto) bajo la dirección de Luis Fernández; 8 rubias platinadas, de la mano del maestro Orlando Arocha y La enfermedad de la juventud, propuesta por la experimentada actriz Diana Volpe y su Hebu Teatro. Tres montajes que destacaron por su sinceridad, calidad artística y ofrecieron una palestra importante para mostrar a la generación de relevo de actores venezolanos. Amén de confirmar la premisa que siempre hemos apoyado desde esta columna: no sólo el artista televisivo debe estar involucrado en montajes comerciales de poca profundidad y excesiva superficialidad. 

High (Alto) Dir. Luis Fernández

El segundo trimestre de 2012 nos dejó la grata experiencia de ver resucitar al Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC) el cual se encontraba en un letargo comatoso desde 2006. La Fundación Festival Internacional, sustituta de la anterior Fundateneofestival, contra viento y marea logró concretar en abril de este año una corta muestra de algunas propuestas internacionales, la fastuosidad y grandilocuencia de hace seis años no se pudo lograr en tanto el Estado venezolano ahorcó las arcas de este evento y se separó de su participación fundamental en materia monetaria para poder concretar una producción de esta envergadura. Sin embargo la selección internacional estuvo cuidada, así como la nacional y prevaleció el teatro de texto sobre el espectáculo efectista.

De la selección internacional destacaron: Hamlet de los andes, provenientes de Bolivia, a nuestro juicio el mejor montaje exhibido. La razón blindada, ejecutada por el célebre grupo ecuatoriano Malayerba; Calisto, traído desde la península ibérica; Amarillo, de la agrupación mexicana Teatro Línea de Sombra y Tercer cuerpo del Colectivo Teatral Timbre 4, provenientes de Argentina. Montajes que demostraron un compromiso artístico impecable y produjo en el artista venezolano que pudo confrontarlos una sensación de nostalgia y sentida reflexión en cuanto a lo que está haciendo el teatro venezolano y lo que ocurre allende nuestras fronteras, esperamos con ansias que este 2013 venidero logremos presenciar la próxima edición del FITC, para así poder confrontar nuestras realizaciones con el teatro mundial.

El tercer trimestre estuvo pleno de montajes más arriesgados en lo que a propuestas estéticas y teatro de arte se refiere, pudimos apreciar una corta pero fructífera temporada de la pieza Pedro y el capitán, llevada adelante por el grupo REPICO, bajo la batuta de Consuelo Trum, quien este año se convirtió en la mejor directora de 2011 al otorgársele el Premio Municipal de Teatro de Caracas, por su dirección de la obra: Monstruos en el closet ogros bajo la cama. Junto a ella, destacaron otros directores como Orlando Arocha, quien tuvo un fructífero 2012 al adelantar varios montajes importantes, entre ellos, la lectura escénica de Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, Anita la huerfanita, uno de los musicales más destacados del año y un homenaje al centenario de August Strindberg con sendos espectáculos: El pelícano y La señorita Julia, el segundo más cuidado que el primero en cuanto a calidad artística se refiere.

Pedro y el capitán. Dir. Consuelo Trum.

El joven director Jesús Delgado, no dejó de sorprender con su mirada íntima al universo chejoviano con sus Escándalos personales, donde demostró que recorre el camino correcto para convertirse en uno de nuestros grandes directores. Esperamos disfrutar sus propuestas para 2013.

También pudimos disfrutar del arrojo del actor y director Ricardo Nortier, quien se lució con dos temporadas de la pieza Después de la lluvia, donde logró concretar un sólido elenco y un cuidado espectáculo digno de ser prolongado en más temporadas.

José Simón Escalona, volvió a estar en el tapete al poner en manos de su patner Javier Vidal la responsabilidad de dirigir su más reciente texto escrito: De todas, todas. Una interesante y contundente reflexión acerca de las relaciones de pareja del mismo sexo y con edades muy disímiles. Nacho Huett y Gonzalo Velutini, supieron conmover a la audiencia.

No ocurrió así con el montaje que condujo el actor y ahora director Gonzalo Cubero, quien se arriesgó y aventuró a las lides de la dirección escénica y concretó la pieza Mientras te olvido, con un no muy feliz resultado en el que se destacó más el texto dramático que su propuesta de dirección.

En septiembre pudimos asistir a la concreción del comienzo de una prometedora carrera en las tablas, nos referimos al trabajo del joven director Luis Alfredo Ramirez, quien subió un importante escalón al asumir con éxito el reto de montar el drama Las neurosis sexuales de nuestros padres en la Sala Rajatabla, un espectáculo denso en temática pero con una inteligente resolución escénica y correcta dirección de actores donde Jenifer Urriola como su protagonista, ofreció una hermosa construcción de su carácter.

Las neurosis sexuales de nuestros padres. Dir. Luis Alfredo Ramírez

Pero las jóvenes promesas no se detuvieron ahí, para demostrar que nuestro teatro si tiene posibilidades de relevo, esta vez en el área musical, disfrutamos en el nuevo Teatro Municipal de Chacao, de la muestra final del Taller de Teatro Musical, que condujo el experimentado director César Sierra y que intituló ¡Clap!  Una suerte de collage de varios fragmentos de famosos musicales de Broadway, donde puso a prueba a más de 20 jóvenes actores, cantantes y bailarines, confirmando que Caracas es una cantera de talentos.

Este trimestre cerró con broche de oro, al mostrarse sendos espectáculos: La maleta, en su segunda temporada, a cargo de Moisés Guevara en la dirección y con las imponentes actuaciones de Elvis Chaveinte, Javier Vidal y Julie Restifo, una interesante reflexión acerca del matrimonio. Y el estreno en Caracas de La ratonera, de Agatha Christie que se convierte junto a High (Alto) en las producciones más taquilleras de este año. Un importante elenco entre teatral y televisivo de veteranos actores le permitió a su director Vladimir Vera llevar adelante un cuidado montaje.

La ratonera. Dir. Vladimir Vera.

Además de lo anterior presenciamos también un importante montaje de la mano de Rufino Dorta conduciendo a la célebre agrupación nacional Rajatabla, que a pesar de los embates presupuestarios y desapariciones físicas de sus principales fundadores logró en 2012, gracias a sus alumnos y elenco estable, estructurar un espectáculo de gran calidad al llevar acabo la puesta en escena de Muerte accidental de un subversivo latinoamericano.     

En el último trimestre, se logró apreciar variadas propuestas que nos permitieron reflexionar en cuanto a la importancia del apoyo al teatro de arte por parte de las salas más comerciales de la ciudad. Se pudo disfrutar de manos del veterano primer actor y director Luigi Sciamanna su lectura del texto norteamericano Más allá de la terapia. Una jocosa comedia contemporánea con muy buen gusto y sapiencia del oficio por parte de su elenco.

Otra comedia que llamó la atención fue el estreno del más reciente texto teatral de la dramaturga venezolana Carmen García Vilar, quién entregó en manos del director Moisés Guevara, sus Mandarinas, donde destacaron los trabajos de Sandra Villanueva y Andreína Álvarez.

En contraposición a la comedia, el Grupo Skena, presentó su lectura del clásico Hamlet, versionado por el maestro Ugo Ulive bajo la batuta de Armando Álvarez. Una intención modernizadora del montaje con poca claridad de objetivos estéticos produjo un espectáculo con altibajos y desaciertos artísticos.

En noviembre pudimos disfrutar de un importante evento en el que la Compañía Nacional de Teatro (hoy Centro Nacional de Teatro) Realizó un pequeño festival donde trajeron a Caracas los espectáculos de 23 estados del país. Muestras que posibilitó pulsar la situación teatral de las regiones de Venezuela. En síntesis fueron 15 días en donde se vislumbró la falta de apoyo al teatro regional, y se confrontaron disímiles propuestas evidenciando un desnivel muy marcado: así como hubo montajes muy deficientes e intrascendentes se logró mostrar trabajos de importantes compañías  de tradición en el interior del país que no han detenido su búsqueda estética. Destacaron: Páramo, del Teatro Profesional de Lara; Íntimamente Zárraga, de la Agrupación Teatral Coordinación del estado Yaracuy; Bifronte, desde el Zulia y La colección del peregrino, a cargo de la agrupación Teatro Tempo del estado Portuguesa.

Para cerrar el año, sendos montajes brillaron en la marquesina caraqueña, que dejaron un buen sabor a teatro profesional de altura y fácil exportación, demostrando así que los artistas nacionales no se rinden e insisten en permitir que el común venezolano disfrute de grandes clásicos sin que éstos se conviertan en somníferos. Hablamos de Las bacantes, espectáculo que llevó adelante la maestra Diana Peñalver Denis con su agrupación homónima, concretaron un hermoso espectáculo en el que la estética se fundió con una limpia y cuidada dirección apoyada de un nivelado elenco.

La Revolución. Dir. Armando Gota.

A su vez, el maestro Armando Gota, logró gracias a la producción del primer actor Gustavo Rodríguez, concretar el montaje del clásico venezolano La revolución, con motivo de la conmemoración del primer año del fallecimiento del dramaturgo Isaac Chocrón. Volvemos a encontrarnos con este montaje luego de más de 20 años, esta vez Rodríguez se hizo acompañar del actor Alejandro Corona, quien logró ofrecer un excelso ejemplo de actuación en este drama que a pesar de los años no pierde vigencia. 

In Memoriam

Como no todo es ficción en el teatro, lamentablemente somos seres humanos los que lo hacemos posible, este año tuvimos las penosas últimas funciones de extraordinarios artistas y compañeros que prefirieron continuar realizando sus funciones desde la eternidad:
En marzo se nos fue el primer actor Germán Mendieta, dejándonos en la mente el recuerdo de su inigualable trabajo sobre las tablas.

En mayo nos sorprendió la funesta noticia de la partida de la entrañable Lourdes Valera, histriónica mujer de nuestro arte escénico que nos regaló con su eterna sonrisa recordados grandes momentos a través de las miles de mujeres que interpretó y de su encanto personal.

Junio finalizó con la desaparición física de la Dama de la cultura venezolana María Teresa Castillo, quien con su trabajo ininterrumpido como gerente cultural y periodista logró concretar innumerables proyectos traducidos en instituciones como el Ateneo de Caracas, el CELCIT, Rajatabla, el Festival Internacional de Teatro y muchas otras, amén de toda una gesta impecable que será muy difícil de igualar.

En octubre se nos fue otro grande de nuestras letras, el dramaturgo Rodolfo Santana, el autor más prolijo hasta ahora con más de 120 piezas y guiones cinematográficos escritos, su aguda visión social y sus irreverentes personajes quedan como evidencia de una brillante e inquietante mente genial que logró conmovernos y reflexionar sobre lo que debe ser el venezolano, a todos ellos paz a sus restos.

No podemos dejar de mencionar como todos los años nuestra lista de destacados artistas y espectáculos, a los cuales asistimos, que a nuestro juicio son lo mejor de 2012: 
       
Mejor vestuario: Raquel Ríos y Efren Rojas (Las bacantes)
Mejor Iluminación: Giuseppe Grasso (Páramo)- Teatro Profesional de Lara.
Mejor Actriz de reparto: Beatriz Valdés (Después de la lluvia)
Mejor Actor de reparto: Augusto Galíndez (La ratonera)
Mejor Actriz: Jenifer Urriola (Las neurosis sexuales de nuestros padres)
Mejor actor: Alejandro Corona (La revolución)
Actor/Actriz Revelación: Yuri Pita (La srita. Julia)
Mejor Texto dramático venezolano: De todas, todas. José Simón Escalona.
Mejor Dirección: Giuseppe Grasso (Páramo) y Diana Peñalver Denis (Las Bacantes)
Mejor Producción: High (Alto)
Espectáculo más destacado: La revolución. Director: Armando Gota.
Producción regional: Teatro profesional de Lara (Páramo)

¡Feliz Año 2013!

L.A.R
@rosasla
31/12/2012

sábado, 24 de noviembre de 2012

Las mandarinas de Carmen


Carmen García Vilar, de profesión arquitecto, pero enamorada de la dirección de arte cinematográfica y teatral, fue seducida por la dramaturgia, y en pocos años se ha convertido en una de nuestras escritoras teatrales más premiada y prolija. En su haber ya suma más de 15 piezas y ha formado parte del staff de dialoguistas de varias producciones dramáticas de la tv. Hoy nos entrega su más reciente pieza estrenada Mandarinas, que se presenta bajo la dirección de Moisés Guevara y la producción de Jorgita Rodríguez en el Teatro Escena 8 hasta el próximo domingo 25 de noviembre.

El desarrollo escritural de Carmen García Vilar, es una dramaturgia de lo cotidiano, de personajes que viven sus dramas día a día pero donde siempre hay una salida feliz pese a los tremendos conflictos internos y externos que sus personajes deben sortear. La escritora, en el correr de su obra dramática ha puesto acento en los personajes femeninos, sus heroínas son esas mujeres venezolanas que no descansan batallando solas por hacerse una vida mejor. Son seres traicionados, desarraigados y hasta frustrados, pero sin perder nunca la esperanza de en algún momento encontrar un poco de felicidad. En cambio sus personajes masculinos, en algunos casos ausentes o reportan algún complejo que los minimiza con respecto a su par.  

En Mandarinas, se aleja un poco de su estilo dramático acostumbrado de sus otras piezas, en donde presentaba una historia que se va complicando a medida que avanza la acción y sus personajes se relacionaban e interactuaban de tal manera que el conflicto crecía hasta la solución final. Esta vez Vilar prefiere optar por los monólogos, aparentemente aislados unos de los otros, pero que si se ven en conjunto al final guardan alguna relación; pero que escénicamente pueden ser llevados al escenario de forma independiente y en cualquier orden sin alterar su hilo dramático.

El primero de ellos narra las vicisitudes de una joven ejecutiva que acude a un brujo para que le “monte” un trabajo a su novio que le ha secuestrado su camioneta nueva. En la función que apreciamos y evaluamos, estuvo a cargo de Sandra Villanueva, quien demuestra su talento e histrionismo al asumir los distintos personajes de su historia, maneja la comedia a sus anchas y gracias a la correcta dirección de Guevara, hace que la actriz pueda lucirse y permitir que el público disfrute plenamente de su manejo escénico. Sandra es un talento que debería estar más sobre las tablas ya que en ellas se encuentra como pez en el agua, ojalá los directores y productores de teatro y tv del país puedan disfrutar de su ángel en escena y la incluyan más en los elencos de piezas teatrales y telenovelas, estamos seguros que no se arrepentirán.
Luego de este jocoso monólogo, le toca el turno al actor (en el caso de la función apreciada) Arturo de los Ríos, quien comparte personaje con José Luis Useche y Jossué Gil. De los Ríos desarrolla un monólogo acerca de un obsesivo fetichista de carteras, un hombre traumado y aparentemente con algunas desviaciones, que quedan poco claras para el espectador, no se llega a determinar si es un aberrado sexual, o más bien un acomplejado y tímido vendedor de carteras.

Arturo de los Ríos es un actor en formación, que no ha logrado aún llegar a prepararse de forma determinante para asumir el compromiso de un escenario, a pesar del esfuerzo de dirección que notamos en esta puesta, aún le falta a este histrión creatividad y soltura sobre el escenario, no logra convencer con su desempeño, puesto que luce extremadamente rígido y sin lograr traspasar las fibras emocionales para transmitir algo más que palabras al espectador. No sólo se necesita un cartel televisivo para enfrentar al monstruo de mil cabezas que es el público. Estamos seguros que con mayor dedicación a su formación como actor podría lograr buenos trabajos.

La tercera parte de estas Mandarinas, estuvo a cargo de la actriz Andreína Álvarez. Esta intérprete demuestra con su performance, que ha crecido a pasos agigantados en su carrera, con un arrollador talento, Andreína se pasea con absoluta verdad y comodidad por quizás el texto más interesante de los tres por la anécdota que cuenta: Una humilde mujer que ha pasado la mayor parte de su vida montada en un autobús por puesto. Sus miserias, amores y la poquita felicidad que le ha tocado, la ha conseguido en estas unidades. Hasta el primer amor que la conduce a la tragedia. El director, supo sacar de Álvarez sus mejores matices en este complicado monólogo que va desde la comedia hasta la más conmovedora tragedia y que resulta el personaje que al final de la historia funciona como epílogo de la anécdota y reflexión a la que nos quiere conducir Carmen García Vilar y que no es otra que la vida es como una mandarina que se come a “gajitos” pero que a veces resulta difícil de pelar y no como reza el tradicional dicho popular: “más fácil que pelar mandarinas.”

L.A.R /@rosasla
Caracas, 23 de noviembre de 2012.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Saltando por los tiempos de Rulfo



La historia teatral venezolana de finales de los ochenta y durante casi toda la década de los noventa significó un amplio despliegue y desarrollo escénico que se propagó por todo el país. Antes de morir ese genio creador y gerente que era Carlos Giménez en 1993, dejó sembrada la semilla de los TNJV (Teatros Profesionales Juveniles de Venezuela) uno en cada región, emulando el proyecto maravilloso que logró concretar el Maestro José Antonio Abreu con sus orquestas infantiles y juveniles. Con el correr del tiempo y gestiones gubernamentales, sin una coherencia de políticas teatrales estas agrupaciones murieron de mengua y fueron desapareciendo o mutando en otros colectivos, sin abandonar sus orígenes.

Este es el caso del TNJV Lara, hoy transformado en el Teatro Profesional de Lara, quienes liderados por Giuseppe Grasso y Nelson Pérez, han logrado mantener la embarcación a flote por no menos de veinte años y se niegan a sucumbir a la desidia y el olvido. Han sobrevivido en su sede, en la ciudad de Barquisimeto, constituyendo no sólo una familia, sino una agrupación que se ha transformado en punto de referencia obligatoria cuando hablar de teatro en el Estado Lara se refiere, así han dado continuidad a un trabajo artístico ininterrumpido que arroja hoy un excelso resultado: Páramo, versión teatral de la novela Pedro Páramo, escrita por el mexicano Juan Rulfo y que fascinó a los espectadores caraqueños en el legendario Teatro Nacional el sábado 17 y domingo 18 en la continuación de las 24 Muestras de la Compañía Nacional que sucede en Caracas hasta el 25 de noviembre próximo.

La inteligente lectura escénica que logra Grasso se concreta en un trabajo experimental donde mezcla el teatro, la danza y el video en una clara y definida propuesta que encierra la esencia de la novela original y en donde el hilo conductor es una vez más el abuso de poder y el patriarcado que tanto daño hasta nuestros días ha hecho a nuestra cultura latinoamericana.

Seres muertos-vivientes, zombies, que deambulan por un pueblo olvidado y arrasado por la miseria a consecuencia del manejo excesivo del poder en manos de Pedro Páramo es el punto de partida para generar la acción dramática. Juan viaja a Comala como promesa de muerte a su madre quien le pide que vaya en busca de su padre. Al llegar Juan consigue fantasmas que lo van devorando poco a poco hasta descubrir que su padre ha muerto pero nadie sabe decirle cómo ha muerto y quién lo mató. Buscando esa respuesta sucumbe también al inexorable destino del pueblo.

Una estética trasgresora, en la que Grasso logra crear atmósferas e imágenes imposibles de olvidar, un gran espectáculo donde la blancura de la niebla creada por el polvo se convierte en lluvia, humo, sequía y velo que oculta las verdades de un pueblo maldito en el que el destino cobra la vida de quien se atreva a desentrañar el pasado. Crítica a la vida campesina, a los terratenientes, al poder mal administrado, a la iglesia corrupta y de fácil extorsión y al dominio del macho sobre la hembra y en donde el infalible tiempo se convierte en cuerda floja que se tambalea entre la vida y la muerte, para finalmente romperse, Eros y Tánathos en feliz copulación.

Una redonda y limpia puesta en escena se concreta con la investigación corporal y vocal de los actores, quienes se transforman en súper marionetas, en titanes físicos que padecen la tortura de estar encerrados en un destino del que no pueden escapar. Bajo la estética del expresionismo, Grasso logra mezclar tendencias en un feliz melange con las historias de mitos y tradiciones de muertos vivientes. La pureza del blanco mezclado con el negro de la sangre, le coloca el acento trágico a la condena de estos seres que deambulan esperando su próxima víctima, aquel que hoce desenterrar lo que polvo es… Apoyado por la artista, Glenda Graterol en el vestuario, conjugando elementos tradicionales y modernos.

En cuanto a las actuaciones, gratamente nos sorprenden las generaciones de relevo del teatro larense, comprometidos, arriesgados y entregados a un trabajo nada fácil, exigente por las condiciones escénicas, por el trabajo físico y vocal y por la propuesta de dirección en la que el actor debe ir hasta las últimas consecuencias de su límite físico muy a la manera “artaudiana”. Destacan del grupo masculino: Nelson Pérez como Pedro Páramo, desenfadado y veterano de las tablas, Leonardo Goncalves, como Juan Preciado, construyendo un conmovedor carácter pleno de matices y transiciones bien hiladas, Lenín Gámez como Miguel Páramo y Bartolomé San Juan, derroche de riesgo y arrojo corporal y Erick Aldao como Fulgor Sedano, con un sorprendente dominio escénico. Completan el elenco masculino, no sin menor contundencia: Eliéser González y Manuel Devíes, quien lleva sobre sus hombros la responsabilidad de dar vida al Padre Rentería, quien encarna a la iglesia corrupta. 

En el elenco femenino encontramos verdad y sencillez en la composición de caracteres y un nivel mucho más parejo que en el elenco masculino: Mary Carmen Briceño, Edy Jiménez, Josibell Sivira y María Laura Velásquez demuestran que Lara es tierra de buenas actrices. 
Encontrarnos con este montaje de Paramo, representa una gran sorpresa en este país teatral donde hace ya mucho tiempo que se perdió la idea y el trabajo de grupo. Las obligaciones de supervivencia de los artistas los han forzado a no atarse a ningún colectivo teatral y por el contrario trabajar en múltiples agrupaciones con distintas tendencias, lo que ha ocasionado que se haya perdido el interés y la necesidad de investigación y búsqueda de lenguajes propios, por eso el que el teatro profesional de Lara tenga la posibilidad de mantener un trabajo artístico constante y fieles a lo que debe ser una agrupación seria y comprometida con el desarrollo teatral de su región ya es un logro que debe aplaudirse de pie.

Teníamos mucho tiempo sin ver en Caracas montajes de este tipo, donde la experimentación, el teatro y sus múltiples discursos hacen feliz comunión, para ofrecer un producto de calidad de exportación. Creemos hoy por hoy que Giuseppe Grasso con esta propuesta de lectura escénica de Pedro Páramo, se ubica dentro de la lista de los directores venezolanos más importantes y que tiene algo qué decir más allá de la comercialización de nuestro arte. Un hombre de teatro al que no hay que quitarle la mirada ya que estamos seguros se proyectará más allá de nuestras fronteras, con este espectáculo Páramo, Venezuela estaría extraordinariamente bien representada y a la altura de cualquier agrupación del mundo para medirse en festivales internacionales. Ojalá los entes oficiales y privados se den cuenta de esta cantera artística y ofrezcan el apoyo necesario para su continuidad.

L.A.R
@rosasla
Caracas, 19 de noviembre de 2012.

viernes, 16 de noviembre de 2012

La Compañía Nacional de Teatro respalda el teatro regional.


Muy lejos estamos de los tiempos en que la Compañía Nacional de Teatro era una agrupación que con elenco estable y sede en el Teatro Nacional en la Esquina de Cipreses, realizó una de las mejores gestas teatrales con tres producciones al año donde se mostró lo mejor del teatro universal y venezolano. Hablamos del comienzo de los años 80 y su líder Isaac Chocrón, impulsó todo un movimiento alrededor de la Compañía Nacional que dio sus frutos a posteriori en la camada de actores, directores, productores, escenógrafos, dramaturgos y técnicos que se formaron en la llamada época de oro de la compañía. Hoy estrenando nombre (ahora no es Compañía Nacional de Teatro, si no Centro Nacional de Teatro) y estrenando director, el sociólogo Alfredo Caldera, hombre de teatro, actor, diseñador de iluminación, nos traen a Caracas una muestra de las llamadas Co- Producciones con los estados.

En su evolución La Compañía Nacional, devino en una productora de espectáculos que en co-producción con otros colectivos teatrales de todo el país y con las propias comunidades han llevado la experiencia teatral a todo el mapa nacional. Eduardo Gil su director saliente, se propuso este proyecto que hoy se muestra en Caracas para pulsar la salud del teatro regional, en lo que se ha denominado “Muestra 24 co-producciones Teatrales” enmarcado en el proyecto denominado “Teatro para todos los venezolanos” es así como desde el 10 y hasta el 24 de noviembre en los distintos teatros del casco central de la ciudad, el Teatro Alberto de Paz y Mateos, la Sala Rajatabla, el Teatro Catia y el Teatro Cristo Rey, se podrán apreciar 24 espectáculos provenientes de todos los estados del país.



Portuguesa y Monagas abrieron la muestra
El pasado fin de semana, le tocó el turno a los teatreros del Estado Portuguesa y Monagas con sendos espectáculos que se exhibieron en los teatros nacional y Municipal, respectivamente. El Teatro Estable de Muñecos Tempo, trajo como equipaje una pieza de teatro histórico denominada: La colección del peregrino, tragedia sórdida en ocho partes obra original de Daniel Di Mauro que narra las vicisitudes del Tirano Aguirre en suelo americano.

Protagonizada por el primer actor Aníbal Grunn y dirigida por Carlos Arroyo, el espectáculo muestra en hora y media los últimos días de la vida de este colonizador español y el tránsito de su venganza en contra del rey. Según la historia, Lope de Aguirre representaría el primer grito de desconocimiento de la corona al separarse de las filas españolas y querer por todos los medios asesinar al rey y colocarlo en la macabra colección de cabezas que iba agrupando a medida que transitaba por los pueblos americanos. “Lope de Aguirre, natural de España, llega a América a mediados del siglo XVI, dispuesto a conquistar un “Nuevo Mundo” en nombre del Rey y la Corona. Al poco tiempo decide entrar al negocio de la venta de plata, razón por la cual es acusado de violación a las leyes de encomiendas y sentenciado a cien latigazos en plaza pública. Este acontecimiento trastorna la mente de Lope y decide vengarse del juez que lo sentenció, asesinándolo. Es condenado a muerte y se convierte así en un peregrino que huye” (Tomado del programa de mano de la obra)
La lectura escénica de Carlos Arroyo concreta un espectáculo de alta factura estética y teatral, se concentra en su protagonista y no es defraudado por su actor Aníbal Grunn, quien construye un complejo personaje oscuro, psicópata que raya en la demencia por su sed de venganza, demostrándonos una vez más por qué es calificado como uno de nuestros primeros actores. El resto del elenco lo acompaña y logran amalgamarse en actuaciones convincentes en las que destaca Karelis Zalazar como Elvira, hija del tirano y también asesinada por éste.

La armonía de elementos estéticos es la otra gran protagonista de esta pieza, gracias al diseño de vestuario, utilería y escenográfico de Rafael Sequera y la iluminación de Kelynson Berríos, se logra una particular atmósfera que nos traslada a las aventuras del legendario tirano. Quizás el acierto de la dirección llega a su cúspide al combinar las actuaciones con los muñecos y títeres (esencia de esta agrupación fundada por el Maestro Eduardo Di Mauro) pero que al enfrentarse a una puesta de teatro histórico como ésta, aporta dinamismo y síntesis a la historia.

En síntesis lo que se podría suponer como un teatro aburrido y falto de interés por su carácter histórico, se constituye en un poético e impactante espectáculo que cuenta la tragedia de un personaje olvidado por su crueldad, pero que con este texto logra ser reivindicado al presentarnos al Lope de Aguirre de carne y hueso con sus razones y padecimientos y sus obsesiones. 

Un Woyseck oriental.



Desde la ciudad de Maturín al oriente de nuestro país nos llegó la lectura escénica del clásico alemán Woyseck que inaugura el llamado Expresionismo alemán a medidos del Siglo XIX. Una fuerte crítica a la explotación del hombre y cómo es posible llevar a la locura a un ser minimizado por el poder, es lo que Büchner, su autor, quiso poner de manifiesto en este drama trágico. El montaje estuvo a cargo de la agrupación La brecha, colectivo teatral de larga data y tradición en Monagas y que Juan Ruedi ha sabido conducir sin desfallecer apuntándose en la historia teatral de nuestro país.

Esta vez Ruedi sede la dirección de este espectáculo a Luis Garván, quien ofrece una puesta en escena sumamente confusa y poco clara del clásico. El reto de este tipo de textos no sólo es la magnitud de ser por sí mismo un clásico, si no la forma en cómo Büchner teje la trama para llevar a la locura y posterior muerte de Woyseck. Esta propuesta luce poco creativa, sin ningún riesgo estético ni teatral, no existen justificaciones aparentes para tomar la decisión de montar un drama tan complejo y a la vez filosófico hoy en día.

Observamos el esfuerzo actoral, es claro que La brecha Teatro tiene un extraordinario curriculum comprobado en innumerables montajes que por más de 30 años han demostrado su sapiencia del oficio, sin embargo en esta propuesta equivocaron el rumbo. Gracias a una incorrecta dirección, el talento actoral sufre las consecuencias e histriones que sabemos y conocemos son profesionales comprobados sobre las tablas hacen su mejor esfuerzo por llevar adelante el espectáculo, que lamentablemente no llega a feliz término.

El teatro es así, la confrontación con el espectador que es el que tienen la última palabra, supone el riesgo para los artistas, algunas veces acertamos y otras no, sin embargo estamos seguros que con una revisión profunda de la propuesta de dirección y claridad en las intenciones podrán hacer de este espectáculo una excelente experiencia estética que podamos aplaudir de pie para recuperar el sitial al que nos tiene acostumbrados La Brecha.

Caracas, 15/11/2012
@rosasla

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Luigi Sciamanna va Más allá de la terapia


Desde el pasado 2 de noviembre, comenzó una nueva temporada de la pieza teatral escrita por el dramaturgo norteamericano Christopher Durang en la sala Plural del Trasnocho Cultural, bajo la batuta del actor, director y dramaturgo Luigi Sciamanna bajo la producción de Andrea Miartus quien también es su protagonista, se trata de una comedia que aborda las relaciones de pareja de todo tipo y cómo éstas buscan sosiego en la consultas de psiquiatras que aparentemente están más descolocados que sus propios pacientes.

Ya habíamos conocido el texto y montaje de esta pieza cuando para inaugurar la Sala Principal de este mismo recinto artístico, la actriz Marialejandra Martín había realizado una primera lectura escénica venezolana de esta comedia. Ahora y con una propuesta minimalista volvemos a vivir los embates de dos personajes (Prudencia y Bruce, a quien todos llaman Alfredo) que se conocen por avisos clasificados en búsqueda de parejas como forma práctica de superar sus escollos emocionales en sus relaciones interpersonales.

Prudencia acude a su terapeuta el Doctor Stuart Bracamonte (Paul Gámez), quien además se ha convertido en su antiguo amante y está obsesionado sexualmente con ella. Por su parte Bruce se hace ver con la Doctora Charlotte Wallace (Sheila Monterola), extraña mujer que sufre de falta de memoria reciente y aplica “terapias de besos” para hacer reaccionar a su paciente, quien atormentado por su bi-sexualidad, acude en su ayuda.

La pieza de Durang intenta hacer una radiografía de las relaciones contemporáneas en las que la diversidad sexual y la amplitud de mentalidades de hoy en día al ser humano  el stress de lidiar con más de una persona como amantes o parejas y tratar de aparentar la normalidad en la cotidianidad de sus vidas.

Sciamanna en esta propuesta escénica se preocupa más por el fondo que por la forma, construye así un espectáculo en el que se concentra en la interpretación de sus actores, en el decir, más que en la espectacularidad de la escena. El espacio vacío le permite la multiplicidad de escenarios en donde transcurre el drama y despoja de todo artificio estético, más que unos elementos necesarios y vestuario acorde con sus personajes.

Esta forma de dirigir pone el acento en el actor, pues no existen elementos estéticos ni externos que hagan ruido al espectador quien se ve obligado a seguir la anécdota y concentrarse en el desempeño actoral, quienes cumplen cabalmente con sus roles. Sin embargo hay elementos necesarios y típicos de la comedia en donde Sciamanna y sus actores ponen el acento para conseguir el feed back del público. Chistes fácilmente reconocibles de nuestra cotidianidad. Construcción de personaje sumamente caricaturesco y hasta grotesco, aunado a las situaciones de equivocación de los mismos.

 Más allá de la terapia, no ofrece nada nuevo acerca de las relaciones de pareja, es un discurso ciertamente bien estructurado y con sentido, que lo que busca simplemente es convertirse en un divertimento que hace pasar un rato agradable al público sin muchas pretensiones artísticas o estéticas. Es un teatro ligero, sin llegar a ser una comedia comercial superficial, en la que, no cabe duda el espectador caraqueño se verá inevitablemente reflejado.

Destacamos el trabajo de los 4 protagonistas principales, quienes llevan en sus hombros el hilo dramático de la historia, de sobre manera el desempeño de la siempre histriónica Sheila Monterola y el ducho Alexander Solórzano, quienes son secundados por sus respectivas parejas: Paul Gámez y la también productora del espectáculo Andrea Miartus que lucen cómodos y disfrutando su trabajo. El elenco lo completan Jean Carlos Rodríguez y Juan Carlos Martínez que cumplen con lo exigido por la dirección pero sin embargo el desarrollo de sus personajes no les permite mayor posibilidad de creación.

En síntesis Más allá de la terapia, en esta segunda vuelta, estamos seguros podrá arrancar risa y reflexión al público caraqueño, aplaudimos que se logre una sólida comedia con actores que no son cartel televisivo sino comprobados artistas de las tablas que recomendamos no pasar por alto.

Caracas, 07/11/2012  
@rosasla

domingo, 21 de octubre de 2012

21 de octubre: una fecha trágica para el teatro venezolano


Juego del destino o decisión divina, hoy 21 de octubre cuando conmemoramos una año más de la desaparición física del maestro José Ignacio Cabrujas, acaecida en Porlamar en 1995,  nos impacta la noticia de la muerte del dramaturgo y director Rodolfo Santana.

Nacido en Caracas el 25 de octubre de 1944, Santana desde su adolescencia se interesó por las letras y comenzó a escribir cuentos y pequeñas historias noveladas, preocupado por las artes comienza desde muy temprano a formar grupos de teatro en las comunidades donde residía; así logró rápidamente iniciar un importante movimiento de teatro comunitario en Guarenas, Petare y Maracaibo, entre muchas otras ciudades. Su genio y talento le permitieron hacerse un nombre rápidamente en el panorama teatral de los años sesenta, con su obra La muerte de Alfredo Gris (1965) Obtiene el Primer Premio del Concurso de Dramaturgia promovido por la Universidad del Zulia en 1968 y de allí en adelante no se detendría hasta el día de hoy.
Santana es el dramaturgo venezolano más prolijo, sus obras se cuentan en más de un centenar y es el autor venezolano más traducido a otros idiomas y representado en muchos países del mundo. Su teatro marca una diferencia radical con lo que venía desarrollándose hasta su aparición a finales de los sesenta, Un realismo crítico con énfasis en lo social, hace que sus personajes se conviertan en bandera de las minorías. Un teatro con profundo arraigo social y preocupado por las reivindicaciones y la lucha contra un sistema que devora a la sociedad lo hizo trascender  ubicándose en el puesto de los grandes de las letras venezolanas.
Es el primer artista teatral venezolano en obtener en 1969 el Premio Nacional de Teatro por su obra Barbarroja. Fue becado por el INCIBA y permaneció en Europa durante dos años en España, Francia e Inglaterra, en donde aprendería la gran influencia “brechtiana” de su teatro, a posteriori se traslada de nuevo a América y se radica por temporadas en países como Colombia, Perú y México. Es en esta etapa donde se convierte en un investigador y crítico profundo de las temáticas más frecuentes del Teatro Latinoamericano que reflejará en sus piezas posteriores: los sincretismos, la violencia, la influencia y enajenación de los medios de comunicación, la santería, el poder político, son algunos de los temas más frecuentes en sus piezas, entre las cuales destacan títulos como: El ordenanza (1966); Nuestro padre Drácula, El sitio (1968);  Las camas, El ring de la Seguridad Nacional y otras torturas (1969); Nunca entregues tu corazón a una muñeca sueca, El gran circo del Sur (1971); El animador (1972); La empresa perdona un momento de locura (1974);  Gracias José Gregorio Hernández y virgen de Coromoto por los favores recibidos (1975);  Encuentro en el parque peligroso (1978);  Rock para una abuela virgen (1982); Baño de Caballeros  (1984);  Baño de damas (1986);  Mirando al tendido;  Ángel perdido en la ciudad hostil (1990);  Asalto al viento (2000), entre muchas otras que han sabido reflejar y fotografiar una sociedad venezolana corroída por el sistema y en búsqueda de nuevas salidas para un mejor vivir.
El cine no le fue ajeno al Maestro Santana, y hasta hoy día fue guionista de innumerables películas venezolanas: La empresa perdona un momento de locura, protagonizada por el Tío Simón, El reincidente, Los criminales, El caracazo, Una abuela virgen, han colmado la pantalla gigante de nuestro cine y le deben a Santana personajes llenos de un realismo crítico difícil de obviar en nuestra dramaturgia.
Sus posturas políticas nunca estuvieron veladas, Rodolfo Santana siempre fue un luchador de la izquierda, un batallador por abrirle los ojos a los más desposeídos y mostrarles a través del arte un mundo mejor y cómo no dejarse llevar como borregos por las mayorías, no enajenarse por los medios de comunicación y aprender que hay posibilidades de cambios y reivindicaciones mientras se esté consciente de lo que se tiene y se es. Sin embargo el Maestro jamás tuvo una postura radical ni se alejó de la crítica al sistema, en entrevista publicada en el diario Ciudad CCS de fecha 3 de junio de 2012, reflexionaba acerca de nuestro teatro actual y ponía acento en las necesidades de revisión de lo que se estaba haciendo, de las políticas públicas con respecto a nuestro arte:
En nuestra Revolución Bolivariana no hemos aprovechado el inmenso potencial que posee el teatro como medio de comunicación y crítica. Eso no es raro ya que en el campo mediático tenemos un gusto extravagante por cometer errores. En el caso del teatro la ausencia de proyectos para su desarrollo ha mermado la capacidad expresiva de nuestras comunidades. En este momento social y político, en el que insurgen decenas de hablas, visiones, poéticas y encuentros humanos, producto de las realizaciones de nuestra revolución, no hemos desarrollado la creatividad de una dramaturgia que represente y analice nuestros hallazgos, virtudes y errores”

Y ante la pregunta futurista de a dónde creía que iba el teatro nacional respondería:

“Va muy lejos, pero necesita un decidido apoyo por parte del Estado. No viéndolo como el clásico aporte financiero, que es importante. Es una comprensión
del papel que el teatro como arte y divertimento debe cumplir en una sociedad como la nuestra. Es importante incentivar ese rol, esa creación fulminante desde los escenarios. Que no se diga en el futuro que el teatro en la Revolución Bolivariana fue un hecho opaco. Decirlo sería caracterizar así a la propia revolución”

Su repentina partida no le permitirá comprobar si esto ocurra o no, por lo pronto serán sus personajes y sus más de 120 piezas teatrales escritas, los que se encargarán de pedir cuentas y de continuar abriendo los corazones y las mentes a un espectador que se proyectará en las situaciones planteadas por el maestro. Su obra ahora es que comienza a trascender aún más de lo que ya significa, su legado está en diálogos e imágenes que en un futuro no muy lejano deberá ser investigado, registrado y divulgado para que las generaciones futuras puedan comprender una época y descubrir que hasta el 21 de octubre de 2012 vivió un dramaturgo capaz de concentrar en sus historias una visión hermosamente desgarradora de una idiosincrasia nacional.
Paz a sus restos.
Caracas, 21 de octubre de 2012
@rosasla

sábado, 6 de octubre de 2012

El Niño Actor (Teatro y Educación Inicial).



Entendemos que por naturaleza el niño es un actor, sólo debemos sentarnos en un parque infantil o detenernos a observar en la calle a cualquier infante que no supere los doce años para disfrutar de su libertad creadora. El niño en edad pre-escolar aún más, gracias a que se encuentra en un proceso de descubrir el mundo que le rodea, echa mano del juego para imitar y representar innumerables roles. Los niños de 0 a 7 años poco le temen al ridículo y es por esto que en sus actividades cotidianas crean personajes que representan con una fidelidad absoluta. Así se divierten siendo: mamás, papás, médicos, maestras y maestros, cualquier animal que se les ocurra, superhéroes, etc.

La representación para el niño es un tema intrínseco a ellos mismos y si se encuentran solos aún más echan a volar la imaginación con grandes historias y hazañas que libran en la soledad de sus habitaciones o lugares de juego. No hay nada que le guste más a un niño que un disfraz, que oculte su verdadero físico, ya sea imitando a sus mayores o a los personajes que les rodean. Esta capacidad natural de inhibición y de creatividad es un punto a favor de la enseñanza del teatro en escuelas y colegios. En la mayoría de los  pre-escolares y escuelas encontramos materias como “dramatización” y siempre a final de año escolar  o en fechas específicas los niños realizan los famosos “actos culturales”. Pero, ¿es posible que el arte dramático coadyuve al desarrollo intelectual y creativo de un niño? La respuesta es un rotundo sí.

El hecho de aprovechar ese desenfado natural con que el niño asume roles, para su formación es indispensable. El arte teatral brinda al niño además de un espacio creativo, la oportunidad de: conocer y explotar su expresión corporal, desarrollar su capacidad de establecer secuencia de hechos (por ejemplo en las narraciones de cuentos), perder el miedo escénico, relacionarse socialmente de una manera más libre tanto con sus otros compañeros como con los adultos que le rodean, obtener una expresión oral mucho más fluida, alimentar la sensibilidad auditiva y emocional, desarrollar su capacidad creadora, entre otras ventajas.    

            Ahora bien, ¿quiénes se encargan de esta área en las escuelas y colegios? Por lo general lo hace la maestra que dicta todas las demás materias y en algunos casos, sin ninguna persona auxiliar para atender grupos de hasta 30 niños. Sin ningún adiestramiento adicional en la materia, la maestra es la encargada de proveer al niño de todas las herramientas que nombramos anteriormente y no sólo eso, si no que, es la responsable de diseñar, escoger y producir los actos culturales que se realicen durante el año: arduo trabajo. Gracias a esto es que vemos como se desaprovecha un área que brinda las suficientes ventajas como para ser materia obligatoria en cualquier institución educativa.

            Creemos que lo primero, para evitar este tipo de cosas, es que se contrate personal especializado para dictar estas materias (que hay muchos y desempleados) o que se dispongan de talleres de formación para educadores en donde se les ofrezcan las técnicas para trabajar en el área del arte dramático y todo lo que ésta conlleva. El colegio o la escuela es el recinto donde el niño pasa la mayor parte del día, y poderle ofrecer la posibilidad que se sensibilice con el teatro, de seguro que le dará la oportunidad de desarrollarse más libremente, sin pena, sin miedos, y que venza la timidez, si la tiene, o desarrolle aún más su histrionismo y creatividad. El teatro en la escuela debe ir orientado con juegos dramáticos, representación de historias contadas, dramatización de canciones, elaboración de vestuarios y escenografías, danzas y bailes, además de acercamientos a técnicas sencillas de relajación y respiración, pronunciación correcta de las palabras en los diálogos o las narraciones, representación plástica y sensitiva del trabajo que se realiza, y apoyar todo lo anterior con frecuentes visitas a los teatros que ofrecen funciones infantiles en horario escolar.

Este tipo de trabajo posibilita el estímulo necesario para que el niño disfrute de una actividad distinta dentro del aula de clases y participe directamente de su proceso creativo. Proceso que debe ser apoyado por padres y representantes acudiendo con sus hijos a las funciones de teatro infantil que se ofertan en la ciudad, que no sólo contribuye al desarrollo de una actividad que realice en su colegio, si no que le brinda a los padres una hermosa forma de acercamiento familiar.

            Como se puede ver, la práctica de la actividad teatral en los primeros años de vida escolar encierra un mundo de infinitas posibilidades, de estímulos y apoyo al crecimiento intelectual y creativo del niño. Aunque ya muchas instituciones han implementado este tipo de trabajo en el aula, lamentablemente no es la mayoría.

¡Que bueno sería que en cada colegio de nuestro país, por disposición del Ministerio de Educación, se pueda contar con un “profe” de teatro!

@rosasla
Caracas, 25/05/2012

Cuando la represión destruye a los represores



Desde la semana pasada se lleva a cabo la representación de la pieza teatral Pedro y el Capitán, original del escritor uruguayo Mario Benedetti, fallecido en 2009, a cargo del Grupo Teatral REPICO, en el Teatro Municipal de Caracas, bajo la batuta de la directora Consuelo Trum y las actuaciones de Vicente Peña y Adolfo Nittoli.

Pedro y el Capitán, es un grito en contra de la represión, escrita en 1979 por un Benedetti exiliado a causa de la dictadura militar que asoló al Uruguay desde 1973 y hasta 1985. Su estructura se reduce a un espacio intimista (una sala de interrogatorios) donde el Capitán intenta sacar alguna información al torturado Pedro, quien leal a sus ideas y a la dignidad de todo luchador político, no revela ninguna información así le cueste la vida.

Aunque el recinto de representación no es el más adecuado para este montaje, debido a la lejanía del público con respecto al dispositivo escénico, Consuelo Trum supo saltar las limitaciones de tales dimensiones y logra eficazmente conectar a su público con la situación planteada. La solución escenográfica, más el lenguaje visual (a través de una cámara de video en vivo) permite que el público como voyeur pueda apreciar y padecer los rostros, expresiones y gestos de un acto deleznable: el interrogatorio a un inocente en contra de un régimen absoluto.

Lo interesante es observar cómo esta pieza, escrita en 1979 bajo las circunstancias en las que fue creada, cobra relevancia y puede hoy en 2012 decirnos algo a los venezolanos y más aún en un recinto como el Teatro Municipal. Nos referimos a cómo un texto teatral cobra importancia y vigencia según el marco social en el que sea insertado. No cabe duda que leer a Benedetti en su drama de perseguido político en un mundo de ficción dividido en dos bandos tiene mucho que decirles a los venezolanos de hoy. Al igual que entender el genio de Mario Benedetti al lograr que su opresor (El Capitán) pueda ser doblegado por el oprimido (Pedro) sólo con la fortaleza de aguantar torturas hasta morir y poder con su silencio transformar y destruir a su oponente.

La puesta de Trum luce correcta, precisa y sin titubeos. Se apoya en sus actores, y como buena conductora de intérpretes, los lleva a conmover al espectador. Nittoli, se presenta muy bien plantado en la difícil tarea de representar al opresor, en tanto este tipo de personajes coquetea muy fácilmente con el estereotipo, cosa que no permite Nittoli, si abogamos por ajustar el final del personaje en presentarlo de forma un poco más descolocado ante la negativa de confesión de su oponente.

Por su parte Vicente Peña, tiene el privilegio de ser uno de nuestros histriones más versátiles en el teatro venezolano actual, no hemos visto hasta el momento un trabajo escénico donde se repita o eche mano de algún recurso viciado. Todo lo contrario, es un verdadero camaleón que se transfigura a la altura de las necesidades que el papel requiera. Aquí construye un carácter con puntada fina y permite que el espectador se solidarice con su drama, entienda y lo acompañe en su vía crucis.

En definitiva esta segunda vuelta de REPICO de la mano de Benedetti (ya en 2004 habían llevado a escena la divertida comedia amorosa Ida y vuelta) es un punto a su favor, entendiendo lo golpeados que se encuentran los colectivos teatrales privados que se preocupan por llevar al espectador caraqueño teatro de calidad que sensibilice y no sólo divierta. Estamos seguros que esta lectura escénica de Pedro y el Capitán ganará  al ser llevada a espacios escénicos de menor aforo en donde el espectador se introduzca dentro de la celda de interrogatorios. Puede ser entonces cuando podamos entender que la tolerancia y el respeto por las ideas del otro son el mejor camino de la convivencia en libertad.

@rosasla
Caracas, 01 de junio de 2012.