viernes, 4 de enero de 2008

2007 Un año para la reflexión ( I )


Aunque desde los años setenta, con la creación del INCIBA y posteriormente su cambio de nombre a CONAC, para transformarse luego en el Instituto de las Artes Escénicas y Musicales IAEM, dependiente del recién estrenado Ministerio del Poder Popular para la Cultura , las agrupaciones artísticas de toda índole se vieron apoyadas con los llamados subsidios anuales, que pretendían financiar las producciones musicales, teatrales, dancísticas, cinematográficas, entre otras. Sin embargo hoy en día se comprueba que la “subsidio-dependencia” ya no es suficiente para llevar a cabo el trabajo artístico en el país.

Comenzamos ésta, nuestra última columna de 2007 con este introito, ya que creemos que es un año en el que se debe reflexionar. Las producciones teatrales de todos los grupos profesionales ya no pueden seguir dependiendo de un aporte gubernamental, aunque es una obligación del Estado, las posibilidades de producción deben apuntar hacia otros horizontes posibles: la autogestión o la empresa privada, cada vez más alejada del compromiso artístico, pero dadivosa, a veces, con intercambios de publicidad a cambio del préstamo de algún material que se necesite en la producción.

Aunado a esto, hay una realidad innegable y es que desde el año 2002 a las agrupaciones no se les revisa el monto recibido, ni equipara con la inflación y el costo de los insumos para producir, de esta forma se cerca cada vez más la posibilidad de llevar adelante proyectos artísticos de envergadura en donde actores, directores, dramaturgos, diseñadores y personal técnico puedan trabajar con dignidad y recibir por su esfuerzo la recompensa merecida y no la utopía de “vivir de los aplausos”.

Es conocido por todos, también, la tragedia en donde estamos sumidos y la imposibilidad de poder hacer algo efectivo cuando las cabezas visibles que rigen los destinos oficiales de la cultura en nuestro país les resulta “molestoso” escuchar las quejas y se hacen de la vista gorda colocando paños calientes con el “pan y circo” que pretende “llevar la cultura a todo el pueblo”, nada más alejado de la realidad. O simplemente dividen en grupos los tomados o no en cuenta.

E incluso pretenden censurar lo incensurable y callar esas “quejas” cerrándoles la posibilidad a artistas de realizar su trabajo, bien sea por el control de los espacios públicos de representación o por la indiferencia, que creemos es la peor actitud que se debe tomar.

Sin embargo no creemos que la responsabilidad es de un solo lado, evidentemente que no, nosotros los artistas profesionales, por lo menos del gremio teatral, que es el que conocemos, hemos sido silentes y complacientes con las situaciones. Quienes hemos permitido la indiferencia somos nosotros mismos que nos hemos vuelto más indiferentes aún que los que tienen el poder de decidir las “cosas artísticas oficiales” con tal que llegue el dinero (aunque sea tarde) pero que llegue.

Desde la redacción de esta columna estamos seguros que este 2007 que termina tiene que ser objeto de análisis y reflexión de nuestras posturas ante lo que no se puede tapar con un dedo: el estancamiento y paralización del arte teatral en el país. El público caraqueño asiste a las salas de teatro a ver estrellas de televisión y no a ver propuestas artísticas, no a escuchar a la nueva dramaturgia venezolana, ni a reconocer el trabajo de las nuevas generaciones de actores o directores salidos de escuelas, universidades e institutos, no. El público venezolano está complacido como la más cómoda golfa que se va con cualquiera con tal de ver sobre las tablas a su galán o ver de cerca las tetas de su protagonista favorita del horario de las 9 de la noche. Y volvemos al mismo punto, cierto que debe haber de todo en la viña del Señor y eso lo entendemos, evidentemente este “estilo” de teatro debe y tiene que existir para que haya un equilibrio, el problema es que el equilibrio del otro lado no es posible, las razones ya han llenado miles de páginas de reflexión en este y otros espacios.

Por eso 2007 es el espejo de horror donde están reflejadas nuestras artes escénicas. Y para terminar podríamos simplemente hacer algunas interrogantes que evidentemente quedarán en el aire para ser pensadas en 2008:

¿Qué pasó con el tan anunciado Festival Nacional de Teatro?
¿Qué sucederá con las Salas públicas para las artes escénicas de la Casa el Artista, cuando ya han sido sacadas todas las instituciones y agrupaciones que allí hacían vida?
¿También se le sumará a los logros de la gestión cultural la toma del Ateneo de Caracas?
¿Habrá Festival Internacional de Teatro de Caracas en 2008?
¿A quiénes tenemos que incluir en nuestros elencos para poder acceder a las salas oficiales y comerciales?
¿Será una realidad la universidad de las artes como una institución “inclusiva” de todos los sectores a quienes les interesa esta fusión de institutos?

Estas son sólo algunas inquietudes que simplemente se nos pasan por la cabeza al observar el final de este 2007, invitamos a nuestros colegas del gremio teatral y al público consecuente lector a pensar cuáles podrían ser las fórmulas o propuestas para que en 2008 podamos trabajar para y por ellas.

En nuestra segunda entrega realizaremos un recorrido por las piezas más resaltantes de este 2007 y aquellas que no tuvimos la oportunidad de redactar, en su momento, el análisis crítico, pero a las cuales sí tuvimos la oportunidad de asistir, al igual que la mención, como cada año, de los hombres y mujeres que destacaron por su trabajo exitoso en esta temporada que finaliza.


Caracas, 28 de Diciembre de 2007