lunes, 21 de noviembre de 2011



En co- producción con la Compañía Nacional de Teatro, la agrupación merideña Dramart, llevó a cabo en 2008 el montaje del espectáculo basado en el texto original del alemán Georg Büchner, Leonce y Lena, que trajo como su mejor equipaje a esta edición del Festival de Teatro de Caracas.

Hurgando en la existencia del ser humano, el autor plantea cómo nos podemos enfrentar a las decisiones impuestas por otros, Lena, la princesa, debe casarse y su padre el Rey decide que sea con el príncipe Leonce del reinado vecino, ella desobedece y huye, pero como el destino no se puede evitar en el trayecto de su huída conoce por accidente a Leonce y se enamoran perdidamente.

Dirigidos por Irina Dendiouk, Dramart con este espectáculo demuestra que el músculo teatral en el interior del país está en muy buena forma, un montaje de vanguardia, donde se mezclan lo circense con lo teatral para ofrecer una mágica puesta en escena plena de artificios técnicos y guiños al público que inmediatamente se sorprende por la atmósfera creada sobre el escenario. Siguiendo las enseñanzas del Taller Experimental de Teatro, esta agrupación conecta sus raíces con el teatro de experimento, donde el trabajo corporal y vocal son los protagonistas del montaje, así como los riesgos en puestas en escena que suponen una forma distinta de reinterpretar la teatralidad de la obra de teatro. En este sentido Dramart cumple su objetivo y manifiesta que es una agrupación comprometida con su oficio.

En cuanto a las actuaciones, resultaron estar ajustadas a caracterizaciones e intensidades, sin embargo, y suponemos que por las complicaciones técnicas de un montaje como el que describimos, se mostraron con una rítmica mucho más lenta de lo que se esperaba, este particular, produce un retraso en la acción dramática que sólo puede corregirse con la conciencia actoral de engranarse al ritmo planteado en la puesta.

El elenco conformado por los jóvenes: Leandro Arvelo, Letibeth Badell, Naysabeth Ríos, Leonidas Urbina, Irina Masini, Anderson Monje, Letibeth Badell, Naysabeth Río, Salvador Villegas y Jairo Osorio. Demuestra compromiso y técnica, así como un limpio trabajo de conexión y relación sobre las tablas lo que ya garantiza un resultado exitoso.

En síntesis comprobamos con este montaje que el país teatral no sólo es lo que ocurre en la capital, y que con trabajos como éste nos debemos sentir orgullosos de nuestro teatro regional, al que recomendamos poder girar de forma más constante para así llevar el talento y la investigación escénica de nuestras regiones por todo el país.

Caracas, 21 de Noviembre de 2011

viernes, 18 de noviembre de 2011

El Arca de Noelia zarpó desde la Sala Rajatabla


La Barraca, con una trayectoria incansable por el desarrollo del teatro venezolano es una de las pocas agrupaciones que lucha desde su espacio en la ciudad de Puerto Ordaz en el Estado Bolívar, con más de treinta años de labor, se han convertido en una referencia importantísima cuando hablar de teatro regional en Venezuela se refiere, y eso gracias al tesón de su director y fundador Juan Pagés, quien no ha desmayado en su afán por formar y llevar al público guayanés lo mejor de la dramaturgia universal.

Esta vez nos traen a la capital una sencilla puesta en escena del texto dramático del escritor mexicano Humberto Robles que cuenta la historia de una pequeña familia pueblerina enfrentada a la homofobia y a la terrible realidad que uno de sus miembros contrae el virus del HIV.

El título: El arca de Noelia, alude simbólicamente y de una manera inteligente, a la historia bíblica del castigo que Dios manda a los habitantes de la tierra por sus pecados “lloverá por 40 días y 40 noches” este pasaje le funciona perfectamente al dramaturgo para a través de él hablarnos del pecado y de cómo seremos “castigados” por las desviaciones que podemos cometer. Así como en aquel tiempo el diluvio ocurrió para “renovar” a los seres vivos que debieron resguardarse en el arca de Noé, ahora en la actualidad tendrán que protegerse en el Arca de Noelia aquellos que incurran en las desviaciones de las que habla la pieza.

Crítica a nuestra sociedad contemporánea, llamado de atención en cuanto a la homofobia y el rechazo a las minorías que piensan y accionan distinto, al igual que a los que indiscriminadamente dañan nuestro planeta (el autor alude el diluvio que vendrá al calentamiento global que sufrimos actualmente).

Con esta pieza Juan Pagés (su director) confirma que La Barraca es un grupo teatral que no deja de estar en sintonía con los temas de interés de nuestra realidad, apoyado en su planta de actores, logra entregar un espectáculo limpio, correcto en movimientos y puesta en escena; las veteranas Sonia Prieto (Noelia) y Lourdes Rojas (Genoveva) dan muestra de su oficio de actrices y fascinan al espectador con su performance, siendo las dos miradas contrapuestas del problema que se les avecina, la primera, la madre homofóbica, la segunda, la abuela comprensiva, que ama sin prejuicios a su nieto. Por su parte la planta actoral masculina (más jóvenes y por lo tanto menos expertos sobre las tablas) cumple cabalmente con su objetivo de encarnar la contraparte que detona el conflicto de la obra. Luis Gabriel Ramírez (Alejandro) el hijo de Genoveva y quien sufre la debacle de la enfermedad y Alejandro Bertho (Esteban) en el inquilino que llega a poner la nota reconciliatoria en la casa y ser el personaje que salva de alguna manera a Alejandro ofreciéndole comprensión amor.

En síntesis es un placer admirar el trabajo sin descanso que colectivos de las regiones de nuestro país realizan en materia teatral, con El arca de Noelia, esta agrupación guayanesa, demuestra que existe la posibilidad de realizar teatro profesional, de altura y de contenido profundo en temáticas que cautiven al espectador. Nuestro aplauso para ellos.

Luis Alberto Rosas

Caracas, 18/11/2011

Crónicas Palahniuk: Un encuentro con la transgresión


El pasado martes, en la continuación del Festival de Teatro de Caracas, la Sala Rajatabla albergó el montaje del colectivo Teatro Forte, quienes han cautivado al público caraqueño con sus transgresores montajes, bajo la tutela de su director Vladimir Vera.

Esta vez ofrecieron su adaptación teatral (estrenada en 2010) de los relatos del estadounidense Chuck Palahniuk, polémico narrador contemporáneo que ha causado estupor por sus temas retorcidos. Sus libros, describen personajes que han sido marginados de una u otra forma por la sociedad, y que a menudo reaccionan con agresividad autodestructiva, lo que el mismo autor denomina “ficción transgresiva”.

Los relatos escogidos por Vera (Asfixia y Fantasmas), recrean a seres que descubren sus costumbres sexuales calificadas de aberraciones por la sociedad, son fanáticos obsesivos de prácticas poco comunes de auto placer o relaciones retorcidas con otros.

Fedora Freites, Nadeschda Makagonov, Elvis Chaveinte, Larissa Costas y Jesús Sosa, son los encargados de interpretar cinco monólogos que intimidando al público que ríe nerviosamente por los relatos, transgreden su intimidad y revelan el lado más oscuro innegable que tenemos todos los seres humanos.

Sus actuaciones demuestran el talento de los actores venezolanos, correctamente dirigidos en la interpretación del texto, el quinteto se luce y consigue su objetivo: hacer que el público se incomode, carraspee, tosa por las situaciones insólitas en las que se ven involucrados los personajes, quizás porque se reconocen en las acciones contadas.

Destacan particularmente los desempeños de Fedora Freites, contundente y avasallante, Nadeschda Makagonov, demostrando una extraordinaria madurez y crecimiento actoral que la sitúan como una de nuestras más talentosas intérpretes y Jesús Sosa, veterano histrión de nuestro teatro, demuestra que no equivocó la elección de su oficio. Nos complace mucho volver a ver sobre las tablas caraqueñas a la actriz Larissa Costas, quien estuvo un tiempo alejada de nuestros escenarios, por su parte Elvis Chaveinte realiza un difícil trabajo a propósito de decir la totalidad de un texto con la boca llena de comida, que dificulta a veces su interpretación y desconcentra su acción.

En síntesis, Crónicas Palahniuk, da muestras del avance de nuestro teatro, con propuestas arriesgadas y contundentes que deberían mantenerse en temporada más tiempo y no sólo por dos funciones a propósito de la fiesta teatral caraqueña.

Luis Alberto Rosas

Caracas 16/11/2011

lunes, 7 de noviembre de 2011

Murió Nuestro Patriarca


De madrugada, en silencio, sin estertores dramáticos, ya hacía un tiempo se había retirado de la vida pública, pero con qué vacío nos deja a todos: a los que recibimos su enseñanza en las aulas de la Escuela de Artes de la UCV, a los que actuamos sus piezas, a los que dirigimos sus textos, a los que disfrutamos de sus narraciones, a los que nos conmovimos con sus personajes, a los que vestimos y maquillamos a sus personajes, a los que reímos con su inigualable humor, a los que soñamos con su ejemplo, a los que nos maravillamos con su sabiduría, a los que agradecimos su gerencia, a los que supimos leerlo entre líneas y sorprendernos por su verbo incisivo, a los que aprendimos de él que la familia escogida es la más importante, a los que le agradecemos haber compartido con nosotros este plano y habernos legado su talento detrás de esa pícara sonrisa y esa mirada inolvidable.

Ayer en la madrugada se fue el patriarca de nuestro teatro, se fue el maestro Isaac, se fue le enfant terrible, como lo calificaban algunos en sus comienzos. Lo sobreviven sus letras, sus personajes eternos, sus conflictos profundos y su crítica precisa. Quedan con nosotros: Mónica y el Florentino (1959), Amoroso o una mínima incandescencia (1961), El Quinto Infierno (1961), Animales Feroces (1963) Asia y el lejano Oriente (1966), Tric-Trac (1967), Okey (1968), La Revolución (1971), Alfabeto para analfabetos (1973) La máxima felicidad (1976), El Acompañante (1978) Mesopotamia (1979), Simón (1980), Clipper (1987) Solimán, el magnífico (1991) Escrito y Sellado (1993) Uno Reyes Uno (1996), Volpone y El Alquimista (1996), Tap Dance (1999), Los Navegaos (2001); una meteórica obra dramática que dibuja un país, un sentir venezolano una opinión certera sobre nosotros.

Su dramaturgia movilizó los cimientos de nuestro arte teatral y los refundó desde una mirada mucho más interna, sus personajes, viajeros incesantes, se trasladaban por los conflictos frente al “otro” enfrentándose al país que los paría, a la familia donde nacían, a los afectos que construían o a las religiones que decidían pregonar: “consecuencia inmediata [el teatro de Isaac Chocrón] es un teatro en el que el individuo es en forma creciente, una mónada existencial con escasas referencias sociales, que en sus últimas obras se enfrenta, casi exclusivamente, con el horizonte de la muerte y con la reconciliación espiritual y religiosa”. (Azparren 1997: 161)[1].

Sus personajes al verse derrotados en sus metas comienzan a pensar en huir, hacia otros destinos o apostar a la muerte. Estar cercanos a ella los transforma o los revive, les hace tomar conciencia del cambio o simplemente los arroja a un inexorable peregrinar, como Mónica en Mónica y el Florentino o Betsy en El quinto infierno, también Luis en Escrito y sellado o Sol, la cuestionada madre de Animales feroces, por ejemplo. Son caracteres que quedarán para siempre entre en nosotros, recordándonos que en algún momento hubo alguien que se preocupó por hablar desde su universo íntimo para explicarnos nuestra existencia.

Es hora de no olvidar y por ello es hora de releer la obra “chocroniana” para darnos cuenta que en su teatro, en su narrativa o en sus ensayos, habita un alma deseosa de pensarnos y vernos mejor, con crudeza, sí, sin rodeos, claro y directo, tensando el arco apuntando al objetivo, hacia ese país que nos duele, que nos suspende en un suspiro ahogado. Junto a Isaac y sus personajes debemos quitar el velo y asomarnos a ver la realidad, aunque duela, quizás allí encontremos un mejor camino, escuchando la voz de nuestro patriarca.

¡Feliz viaje Maestro!

L. A. R

Caracas, 07 de noviembre de 2011.

Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com


[1] Azparren, L. (1997) El teatro en Venezuela, ensayos históricos. Alfadil Ediciones. Caracas.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Cuando las Excusas son el motivo.


El Grupo Actoral 80 con más de treinta años de labor por el teatro venezolano, vuelve a escena en la Sala Plural del Trasnocho Cultural, para entregarnos la comedia contemporánea Excusas, original de los escritores catalanes: Joel Joan y Jordi Sánchez, que cuenta la historia de dos parejas tratando de superar los escollos de la vida cuando se tienen 30 y la sociedad obliga a tomar otras responsabilidades de gente “adulta”.

Lo interesante de esta propuesta, es que no estamos frente al elenco tradicional del GA 80, si no que, como agrupación profesional preocupada por la formación de nuevas generaciones, el colectivo teatral da paso a su novel camada de actores profesionales y les permite afrontar la responsabilidad de formar parte de su elenco estable. Angélica Arteaga, Jesús Cova, Wadih Hadaya y Ana Alicia Pérez, son los histriones que llevan en sus hombros la tarea de cautivar al espectador caraqueño y conmoverlo con una historia que inmediatamente atrapa a propios y extraños.

Y es que uno de los ganchos más importantes de este espectáculo está en su dramaturgia, el planteamiento de la comedia cotidiana con visos de drama, conectan inmediatamente al público con una etapa de la vida que, en los que ya la han pasado pulsa en sus recuerdos y en los que aún están por llegar, los invita a reflexionar acerca de la difícil época por venir, donde una sociedad estructurada en la familia y el reconocimiento económico, empuja a dar respuestas de “lo que se tiene” al llegar a la treintena.

No sólo es una excelente oportunidad para corroborar que nuestro teatro está vivo y con generaciones de extraordinarios talentos que son los que conducirán nuestro arte escénico los próximos 20 años, sino que además, el Grupo Actoral 80 posibilita la formación de nuevos directores. Es el caso que con Excusas dan la batuta a la arrojada Melissa Wolf para que asuma la dirección del espectáculo. Actriz, productora, modelo y directora, Wolf en su reciente desarrollo profesional, se ha perfilado como una de las directoras venezolanas con visión y talento innegables, que aseguramos dejará muy bien parado al Grupo Actoral 80 cuando se escriba la historia de la agrupación en el siglo que vivimos. Su lectura escénica del texto catalán, resulta fresca, sincera, ajustada a lo que exige la dramaturgia y apoyándose en el talento de sus actores. Su planteamiento de hiper realidad (propuesta nada fácil hoy en día) nos demuestra que sabe lo que hace con un libreto de este calibre en la mano. Dinámica, sin pretensiones de grandes espectacularidades, pero correcta en el manejo técnico de los efectos que pide el texto, Melissa Wolf se anota otro punto a su favor en su desenvolvimiento como directora, amén de cuidar correctamente las transiciones de sus actores con una dedicada conducción de interpretación.

Por su parte las caracterizaciones en Excusas, lucen aplomadas, el cuarteto está muy a nivel, cada rol que desempeñan es creíble y de muy fácil identificación. Angélica Arteaga avanza avasallante a convertirse en una de nuestras actrices más aventajadas, ya en el aplaudido montaje dirigido por Héctor Manrique de Acto Cultural, de José Ignacio Cabrujas, hizo alarde de su innegable don; con su papel de Begoña en Excusas plena de matices emocionales, sube otro peldaño en el desarrollo de su carrera. Jesús Cova (Pareja de Arteaga en el montaje) construye un personaje de forma eficaz, el típico venezolano conformista, varón domado y manipulado por su mujer, pero que al final se revela y estalla en una excelente transición que dan cuenta de su versatilidad como actor. Debutando en el teatro profesional caraqueño, Wadih Hadaya plantea un antagonista de altura, al revelarse insoportable para la pareja protagónica y lo mismo consigue en el público, dibuja su interpretación de forma convincente llegando a exasperar por las acciones que acomete en el drama. Por su parte la actriz Ana Alicia Pérez, no se queda atrás y en su complejo papel demuestra seguridad y aplomo permitiéndonos disfrutar de su estampa escénica y augurarle un sólido futuro en el oficio actoral.

En síntesis esta nueva propuesta escénica del Grupo Actoral 80 nos revela, en principio, el compromiso que con nuestro teatro siempre ha tenido este colectivo escénico, comandado por Héctor Manrique, al dar oportunidad que se muestren las nuevas generaciones de actores y directores, y por otro lado nos reconcilia con la marquesina teatral caraqueña que al parecer va retomando poco a poco los trabajos de teatro de arte que anhela el público cada vez más. Definitivamente no hay Excusas para no disfrutar de este sólido espectáculo los sábados y domingos a las 4 de la tarde en el Espacio Plural del Trasnocho.

L. A. R

Caracas, 03 de noviembre de 2011.

Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com