miércoles, 31 de julio de 2013

A pesar de todo… los jazmines nacen en Lídice

No se puede obviar que el teatro de arte venezolano está floreciendo y en este bosque pleno de gigantes árboles se va abriendo camino para ofrecer al público caraqueño algo más que risas y divertimentos.
La reconocida agrupación caraqueña Tumbarrancho Teatro liderada por la dramaturga Karin Valecillos y Jesús Carreño, han vuelto a hacer de las suyas e imponerse con una nueva producción teatral que hace temporada en la Sala Plural del Trasnocho Cultural los días sábados y domingos a las cuatro de la tarde.
Jazmínes en El Lídice, es un  trabajo que todo caraqueño, y extenderíamos todo venezolano debe ver, allí encontrará una terrible y hermosa radiografía de nuestra convulsa sociedad, tragada por la violencia y la pérdida del respeto por “el otro”. Seis mujeres coinciden en la casa de una de ellas Meche son hermanas, cuñadas, madres, amigas, vecinas un solo hilo las une, el dolor por la pérdida de sus hombres en mano de la violencia. Sus hijos, maridos, primos, cuñados, amigos vecinos, han caído uno a  uno dejándolas solas rumiando su dolor.
En este país de matriarcado es en ella en quien recae la peor tragedia que después de seis años aún la aísla de la realidad la seca y la llena de impotencia de poder mirar a la calle de abrir las puertas y gritar su dolor, al mejor estilo de García Lorca, como las mujeres de Bernarda Alba, estas mujeres se encuentran para revolcarse en su dolor y sanar.
Partiendo de las anécdotas reales de madres venezolanas víctimas de la violencia que decidieron agruparse en la Fundación Esperanza Venezuela, quizás para que el dolor doliera menos por las pérdidas de sus amores más cercanos en manos de delincuentes, es que Karin Valecillos arma la trama de estas mujeres que habitan en el populoso Barrio El Lídice en Caracas y que en el momento de la acción tratan de hacer catarsis preguntándose una a la otra ¿Por qué?
Las primeras actrices Gladys Prince y Omaira Abinadé lideran el elenco que secundan Rossanna Hernández, Patrizia Fusco, Samantha Castillo y Tatiana Mabo, todas bajo la correcta visión escénica de Jesús Carreño, quien logró una realista puesta jugando a ratos con los imaginarios surrealistas de lo que podría ocurrir en las mentes de estas féminas rasgadas por la injusticia y el dolor, en los corazones y acciones de estas mujeres que aún continúan a pesar de los años haciendo la misma cantidad de comida por no saber calcular cuánto ingrediente restar porque falta uno en la mesa que no volverá.
La labor de las intérpretes es titánica, aquí todas ellas se revelan como uno de los conjuntos actorales mejor logrados: Gladys Prince, como la matriarca deja atónito al espectador cuando borda con detalle las desconexiones mentales a las que acude Meche, su personaje, para evadir tanto dolor, pero realmente logra un nivel de conmoción cuando dispara la música y comienza a soltar su carga a través del baile (pocas veces hemos visto escenas tan dramáticas y hermosas logradas por una actriz). Omaira Abinadé (Aída) la mujer que conoce todo el aparataje burocrático de la justicia por dentro y es víctima de la venganza por haber dictaminado un caso, su dureza esconce detrás una gran derrota que pudiendo aplicar justicia no puede.

Por su parte Rossanna Hernández, habla de la hermana mayor (Anabel) aquella que además de perder a sus amados hombres intenta mantenerse en una pieza inquebrantable, pero al enfrentarse a su madre entendemos cómo esa pieza es fachada.  Patrizia Fusco, la hermana menor ha querido evadirse a través de sus juegos y necesidad de no crecer, ser niña para no sufrir…Y la viuda, la nuera que durante seis años ya más nunca dejó de ir a casa de su suegra: Tatiana Mabo, nos regala una Sandra plena de matices y silencios que tocan al espectador. Mención aparte merece el trabajo de caracterización de Samantha Castillo en el papel de Yoli, una mujer con ciertas discapacidades que aunque madre de un malandro “malo” como ella lo describe, igual sufre por su hijo ausente, esta interpretación de Castillo la coloca dentro de una de las actrices más versátiles, talentosas y que estamos seguros dará mucho de qué hablar en su ascendente carrera.
Estos relatos se han condensado en un conmovedor espectáculo que lejos de regodearse en el melodrama de cada caso, rehúye a los facilismos que pudiera suponer la terrible situación trágica de estas madres. Y creemos, ahí está el hallazgo tanto de la dramaturgia como de la dirección, quienes además supieron conducir de forma extraordinaria a estas seis almas a la piel de esas madres que paren en escena su dolor pero con la firme convicción que hay un mañana: -“estás viva mamá” -Le grita Anabel a Meche- “estás viva y continúas aquí”- “hay que vivir”, palabras más o palabras menos del texto que desarticula la represa y comienzan a fluir el desapego, el deslastre, el soltar lo que no se ha querido gritar por seis años. Para concluir con la imagen más hermosa, la inevitable, la que debe ser: la esperanza de la vida, la esperanza de que a pesar de todo aún pueden crecer Jazmines en El Lídice.
L.A.R.
@rosasla

Caracas, 31 de julio de 2013.

domingo, 14 de julio de 2013

Dirección Gritadero

Desde la semana pasada se está presentando en la Sala A-Teatro de Bellas Artes, una interesante lectura de la pieza teatral del francés Guy Fossy, reconocido dramaturgo galo que sorprende por el arrojo de su puesta en escena y la calidad de sus interpretaciones.
Dirección Gritadero es la crítica en tono de humor negro que hace Fossy a la sociedad dominada por las normas y el poder. En este país donde las Señoras 1, 2 y 3 viven, está prohibido expresarse, está prohibido decir lo que se piensa y sólo puede drenarse lo acumulado en “el gritadero” pero para llegar a ese sitio sólo se puede acceder por un bus, que en este caso y para acentuar el conflicto, no llega nunca.
Al mejor estilo de A puerta cerrada de Jean-Paul Sartre, estos personajes están condenados a permanecer sin explicación en una parada de bus de donde no pueden irse y en donde deben compartir con semejantes que provocan que salgan a flote sus miserias y verdaderas personalidades.
La dirección a cargo de la joven directora Nehilid Ascenzi (este es su primera puesta en escena) supo entender el mensaje de la pieza y logró conducir a sus intérpretes a buen puerto. Sin “espectacularidades” innecesarias, Ascenzi logra que sus actrices (talentosas jóvenes en proceso formativo) exploren matices y transiciones sin apresurar el drama pendulando entre la comedia negra y la reflexión, alejándose del melodrama en el que fácilmente se puede caer con este tipo de textos. Con visos absurdistas, la directora plantea un espacio integrado, íntimo, en el que el público puede padecer de cerca con estas tres mujeres que están condenadas a no poder ir a gritar.
Las sólidas propuestas actorales de Fátima Mendoca, Yulika Hernández y Valentina Garrido hablan de una importante generación de relevo en las tablas caraqueñas, estamos seguros que si continúan en el oficio éstas histriones darán mucho de qué hablar en los próximos años.
No podemos dejar de mencionar el ingenio del artista Joyner K Burgos, quien con la composición original de la música para la obra, logra acompañar inteligentemente los acentos climáticos de la puesta en escena.
Sólo ajustes de iluminación permitirían la creación de imágenes más impactantes, sin embargo las limitaciones de la sala no se los permitió, habrá que ver la propuesta en una sala mejor dotada y con un equipo técnico completo, estamos seguros resaltará el trabajo.
En suma un joven colectivo teatral que da sus primeros pasos hacia la profesionalización, y que arranca con buen pie, riesgo, ganas de hacer las cosas bien y sobre todo talento que es lo que necesita nuestro teatro.
L.A.R/ @rosasla

Caracas, 14 de julio de 2013.   

miércoles, 3 de julio de 2013

Hay un enemigo en el pueblo

Jamás cuando un dramaturgo produce un texto teatral, se imagina las repercusiones que éste pueda tener y la trascendencia que puedan contener esas páginas que no cobran vida hasta que penetran en la piel de un actor. Imaginamos que Ibsen nunca supuso que en la Venezuela del Siglo XXI su obra Un enemigo del pueblo, pudiese llegar a identificar fervientemente a los espectadores con la anécdota ahí narrada.
Pero si Ibsen hubiese conocido la Venezuela finisecular del pasado siglo y la primera década de éste, habría pensado que su historia calza perfectamente en suelo nacional. Y es que eso ocurre con los clásicos, una vez revisados, re-interpretados y puestos en la escena contemporánea con la sapiencia de lo que se hace no puede obtenerse otro resultado sino un producto artístico de calidad que debería estar en temporada permanente.

Un enemigo del pueblo, del Grupo Emergente de Caracas, se revela como una joya teatral de nuestro teatro contemporáneo de la mano del director Jesús Delgado y su equipo, quien supo combinar en feliz conjunción los elementos estéticos teatrales con una clara visión de lo que quería transmitir al público que asiste a la Sala Cabrujas de los Palos Grandes.
Sin embargo, sentimos que la Sala Cabrujas no es el espacio físico adecuado para la puesta en escena que se plantea Delgado, pues es una sala que no está concebida para el hecho teatral y tampoco se ha pensado en reformarla para tal fin, es una galería, por lo que limita la planta de movimientos de los histriones. Hay que ver este montaje en una sala de teatro con un espacio suficiente para el fluir de la puesta y estamos seguro crecerá a dimensiones extraordinarias.
Antonio Delli como el Dr. Stockman, lidera el elenco, pues en él es donde recae toda la acción dramática y la injusticia que determina el conflicto de la pieza, amén del personaje antagónico, encarnado por el actor Wilfredo Cisneros (El Alcalde) hermano de Stockman, que encarna lo más podrido de la clase política que logra llevarse por el medio hasta a su consanguíneo con tal de no perder el poder. Este dúo logra unas caracterizaciones justas que dan muestra de la madurez que han alcanzado como intérpretes, sus escenas están plenas de matices, transiciones y enfrentamientos que ponen en vilo a la audiencia y los hace comprometerse con lo visto sobre la escena, para identificarse sin ninguna duda con el relato.
No se puede ignorar el desempeño de la actriz Claudia Nieto, a nuestro juicio ésta, su caracterización de la Sra. Stockman, sin lugar a dudas es uno de sus mejores trabajos, lo que logra  en la relación de vínculo sobre la escena con Delli es digno de una clase actoral sobre relaciones de personajes en las tablas. La contención de las emociones y el fluir de las mismas en su interpretación conmueven. 
Al trío de protagonistas, los acompañan en igual nivel y desempeño: Jesús Hernández, Lidsay Castro, Jorge Dakar y Carlos Clemares, quienes completan el elenco que no hubiese conseguido este rendimiento, si no fuese por una correcta dirección de actores de parte de Jesús Delgado, que definitivamente sabe lo que quiere y lo que necesita de sus histriones.

Una radiografía de nuestra turbia política y manejos fraudulentos del poder es lo que usted disfrutará en Un enemigo del pueblo, asistiendo a la Sala Cabrujas, comprobará que los teatristas venezolanos estamos tomando consciencia, al fin, de lo que nos ha pasado en los últimos años y ya es hora de denunciarlo con lo que sabemos hacer: arte; hay un enemigo en el pueblo y es él mismo pero mientras sigamos apáticos aceptando los desmanes del poder, continuaremos creyendo que el enemigo es el otro y no nosotros mismos. 
 
@rosasla /@avencrit

Caracas, 03/07/2013