lunes, 27 de octubre de 2008

La utopía de la Monogamia



Desde el 20 de junio de 2008, se está presentando con un rotundo éxito la comedia contemporánea Monogamia, original del dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra (*), gracias a los denodados esfuerzos de producción de la reconocida Jorgita Rodríguez y su agrupación Talento Femenino, protagonizada por un elenco de lujo en el que los primeros actores, Javier Vidal y Antonio Delli, dan muestra de la destreza en su oficio.
La puesta en escena de esta reflexión en tono de comedia, la realiza el mismo Vidal, quien la despoja de toda espectacularidad, para convertir al espectador en un voyeur de un exclusivo club, donde dos hermanos se encuentran para descifrar los intríngulis de quizá “una de las últimas utopías del ser humano” -como su autor lo señala-: la monogamia.
Felipe (Antonio Delli) cita a su hermano mayor Juan (Javier Vidal), para plantearle un problema personal, envuelto en una retórica acerca de las típicas andanzas de juventud entre hermanos, aparentes rencores y competencias, afloran para develar a posteriori que todo tiene su justificación en la desesperación de Felipe por querer ser monógamo por siempre y su imposibilidad de lograrlo.
El juego de los opuestos, del enfrentamiento, fluye de manera muy inteligente de la pluma de De la Parra , conduciendo al espectador, como buen dramaturgo-psiquiatra, en las profundidades de la mente humana y su eterna búsqueda a la justificación de su comportamiento. Razón versus pasión, monogamia versus infidelidad, qué tanto están cerca estos conceptos, qué tanto son opuestos, qué tanto podemos ser fieles. Todas estas interrogantes se debaten entre risas y dramas, permitiendo disfrutar de un espectáculo de altura que no sólo hace sentir identificado a todo espectador, sino que penetra profundo en la reflexión individual e intenta desentrañar uno de los valores más ansiados por el hombre o la mujer…la monogamia, valor que encierra en sí una cantidad innumerable de implicaciones, que, a fin de cuentas tienen que ver con la honestidad, el compromiso, la verdad, la mentira, la pasión desbordada o la necesidad de salir de una rutina aplastante para dejarse llevar por las aventuras que presenta la vida.
Vidal y Delli, como veteranos que son, juegan, disfrutan, construyen, destruyen, flaquean, urden, son incisivos y recalcitrantes, irónicos y conmovedores, desarrollando el vínculo fraterno de manera eficaz, creíble que nos permite conectarnos inmediatamente con el tema. Difícil es tratar este tema sin que pudiese sonar a superficialidad o extrema cotidianidad, sin embargo, el dramaturgo permite al director, despojarla de toda teatralidad para acercarnos más, para que el público sienta más de cerca un conflicto del que pocos están exentos. Disfrutamos de ver un Vidal maduro en su oficio, permitiéndose un personaje desenfadado, casi un niño que goza de atormentar a su patner para sacarle la verdad, un irreverente artista es Juan, aparentemente el más experimentado frente a su hermano, pero que revela las costuras y por momentos le tiembla el pulso al asumir también sus errores. Por su parte, Antonio Delli, construye un carácter muy sólido que logra transmitir la desesperación de un hombre envuelto en el ojo del huracán y la lucha entre lo que siente y el “deber ser” de su conducta.
Todo lo anterior, se corona de manera feliz con la cuidada producción de Jorgita Rodríguez, quien posibilita junto a su equipo el broche de oro de un trabajo hilado fino. Un contundente texto con soberbias interpretaciones y una aguda dirección, hacen de esta versión venezolana de Monogamia, un plato que da placer degustar y que confirma una vez más que se puede hacer un trabajo teatral de muy alto nivel, conjugando eficazmente todos los elementos que implica una puesta en escena y además de ello hacer que el público lo apoye, como ha sucedido sin lugar a dudas con esta lectura del texto de Marco Antonio de la Parra , hoy por hoy uno de los maestros de la dramaturgia latinoamericana.

L. A. R.
Caracas, 27 de octubre de 2008.