miércoles, 14 de abril de 2010

Febrero y marzo de risas y un toque de reflexión






El cierre del primer trimestre de 2010, ha dejado buen sabor en la marquesina caraqueña, sin lugar a dudas, pese a las deficiencias presupuestarias y la falta de espacios de representación, Caracas está llena de posibilidades escénicas que durante los meses de febrero y marzo han complacido a la audiencia que hasta ahora no cambia sus preferencias por la comedia.



Tania al desnudo

Tania Sarabia es una de nuestras primeras actrices más prolijas del teatro venezolano, desde que se montó en las tablas en los años 70 de la mano de nuestro gran dramaturgo, actor y director, José Ignacio Cabrujas, no se ha bajado más y suma una magnífica carrera de éxitos que se ve demostrada en más de 30 años de labor. Es admirable ver como esta incansable actriz sorprende de nuevo y en soliloquio, tarea difícil para cualquier histrión, puesto que la exigencia de memoria y manejo escénico deben ser mayores.

Tania en pelota, se intitula este espectáculo que suma ya dos temporadas y va hacia su tercer ciclo. La Sala del Teatro trasnocho, albergó desde el mes de Enero esta divertida disección de uno de los deportes más populares en Venezuela, el beisbol, de la mano de la periodista experta en estas lides: Mary Montes, quien a partir de su libro Mis barajitas, donde reúne las experiencias y crónicas beisboleras de una mujer que desde su infancia ha vivido dentro del mundo de la pelota, crea este monólogo que narra la historia de una niña, que ve su vida trascurrir ligada a los bates, pelotas, guantes, uniformes y en medio de un deporte eminentemente creado para hombres.

Bajo la dirección de Basilio Álvarez y producido por Jorgita Rodríguez, Tania en pelota, es una extraordinaria apuesta al teatro de comedia bien hecho, con cuidada producción, un sólido texto, una inteligente dirección que permite a la actriz lucirse y dar rienda suelta a su maravilloso histrionismo, comprobando una vez más por qué Tania Sarabia encontró definitivamente su don sobre esta tierra y ese es el hacer reír o llorar, en definitiva fascinar al público espectador desde las tablas.



Cuando hay que cumplir la voluntad




En la misma sala del Teatro Trasnocho, durante el mes de febrero, cumplió segunda temporada la pieza original de Enrique Bravo: Hágase tu voluntad. Un manifiesto acerca de la terrible enfermedad del cáncer en una mujer víctima de ésta y cómo junto a sus hermanas trata de prepararse para enfrentar el fin.

Bajo la dirección de Juan José Martín y la cuidada producción de Catherina Cardozo; Julie Restifo, Flor Elena González, Andreína Blanco y William Goite, dan vida a este drama que refleja una realidad que cada vez cobra más vidas en las féminas del mundo.

Victoria (Julie Restifo) al celebrar su cumpleaños número 50 es diagnosticada con cáncer de seno, y comienza a batallar junto a sus dos hermanas para tratar, en primera instancia de entender el destino que le ha tocado, para luego asumir y luchar contra la enfermedad, para finalmente morir en paz consigo y con sus congéneres. Las distintas posturas en torno al tema, las distintas personalidades de estas tres mujeres, plantean sus puntos de vista y toman posición, para entender lo que les ha tocado vivir.

La correcta dirección de Juan José Martín, se evidencia no sólo en la puesta en escena, sino más determinante en la interpretación y dirección de actores. Aquí Martin supo sacarle el jugo a cada uno de sus histriones y explotar sus talentos. Julie Restifo se muestra aplomada y justa en su representación, Andreína Blanco cumple su rol de hermana menor, tratando de comprender y evitar la muerte de su hermana mayor por todos los medios posibles y a la vez encontrar su verdad como ser humano. Por su parte la “hermana del medio” encarnada por Flor Elena González (Quizás el personaje mejor logrado dramatúrgicamente hablando) es la desfachatada, pragmática y mujer contemporánea a la que aparentemente todo “le resbala” pero con un volcán por dentro que al estallar deja atónitos a todos.

Creemos que este espectáculo ofrece una reflexión que no va más allá de la advertencia que se puede hacer a los espectadores acerca del tema. El peligro es convertirse en educativos y panfletarios a la hora de trabajar temas de este tipo, el autor cuenta una historia con visos de autobiografía por haber vivido una situación cercana similar, sin embargo, trata de distanciarse y lo hace a través de un personaje “narrador-muerte” encarnado correctamente por William Goite, quien funge como ángel de la muerte que espera la hora para llevarse a la protagonista, intentando hacerles entender a los espectadores que hay que aceptar la voluntad de Dios. Difícil tarea la de Goite, al tener que recitar un texto muchas veces tan poético que las imágenes son difíciles de digerir.

Otro de los aciertos es la interpretación de Flor Elena González, su construcción de personaje y su destacado talento permitieron que ofreciera una performance magistral, que da cuenta de muchos años de labor en el teatro, el cine y la televisión, confirmando su madurez actoral y demostrando a productores y directores que el suyo, ha sido un talento en muchas ocasiones desperdiciado u olvidado, pero que en Hágase tu voluntad, se reivindica y esperemos que no deje de montarse en las tablas.



Ahora nos reímos de pie

Una tradición que marca sus raíces en los Vodevilles de finales del Siglo XIX es el conocido y popularizado Stand up comedy (Comediante de pie o en vivo) género de comedia popularizado y difundido enormemente en los Estados Unidos e Inglaterra. Género que busca la risa inmediata y que supone una rutina para el comediante que gusta de chistes actuales, subidos de tono, exigiendo un extraordinario talento y simpatía para realizar la tan ansiada comunión con el público. Por lo general, estas rutinas se realizaban en bares y sitios nocturnos, que hoy en día abundan en la geografía citadina del país del Norte, sin embargo en nuestro país es una tradición reciente.

El Stand up comedy, no es teatro, aquí no hay personajes, no hay libretos que aprender que cuenten una historia de principio a fin, no hay vestuarios y escenografías. Se pudiese emparentar con el teatro en su esencia, en vista que se trata de alguien que “echa” un cuento frente a unos espectadores. Sin embargo, sus formas son distintas.

Hacemos esta introducción en virtud de que en los últimos años Caracas y sus escenarios, se han plagado de “comediantes” que han dejado el micrófono de la radio, o la pantalla de televisión y han salido a vagar por la noche caraqueña para ofrecer distintas rutinas en vivo. Y cada vez ganan más adeptos, fenómeno de interesante estudio en tanto los espacios antiguamente reservados a piezas teatrales han sido ocupados por este tipo de espectáculos.

Uno de ellos es Enrique Lazo, con lazo y todo. Rutina de aproximadamente una hora y 20 minutos en la que el veterano locutor, cineasta y melómano venezolano, da rienda suelta a su fino humor y pone a reír al espectador contando las hazañas de su vida en situaciones insólitas que identifican al público con su idiosincrasia de ser venezolano. Espectáculo estructurado en partes delimitadas por pausas musicales, engancha inteligentemente al espectador gracias a la astucia y talento para la narración que posee Lazo. A diferencia de otros espectáculos similares que pululan por la oferta nocturna en Caracas, Con lazo y todo se yergue como una opción que demuestra el hacer las cosas con profesionalismo e innegable veteranía.



Cuando la tolerancia se transforma en disco.

Disco play, es el título de la pieza teatral escrita y dirigida por Darío Soto, que se estrenó en el Teatro Escena 8, y que arranca su segunda temporada en TEATREX; publicitada como “Espectáculo teatral en contra de la homofobia”. Estelarizada por: Deive Garcés, Rafael Marrero, Christopher Peinado, Patricia Pacheco, Gabriel Agüero, Fernando Moreno, Johanna González, Adolfo Nittoli, Jesús Cova y Sheila Monterola, está estructurada en 7 cuadros donde el autor expone distintas situaciones y personajes de la realidad venezolana de la comunidad Gay, Lesbiana, Bisexual y Transexual (GLBT).

No es novedad observar cómo este tipo de temas en los últimos años ha calado, no sólo en el público que pertenece a esta comunidad, sino al público heterosexual “mente abierta”, como se llaman en el argot citadino. Cada vez más se propagan manifestaciones, espectáculos, lecturas, encuentros y un sin número de eventos que difunden y promulgan la tolerancia y la no discriminación de los que han decidido su vida sexual de manera distinta a la mayoría de la población.

Disco Play ofrece la posibilidad de pasearse por un abanico de personajes involucrados en situaciones comunes y no tan comunes que muestran lo que pueden ser las costumbres y reacciones ante la vida de la comunidad GLBT. Temas como: Asumir la condición homosexual (“Salir del closet”); la rumba; la necesidad de un liderazgo gay en otros ámbitos de la vida ciudadana; las parejas ocasionales; la promiscuidad; el travestismo; entre otras, son la gama de temas recurrentes en la vida escogida de un (a) homosexual.

Darío Soto, en tanto escritor y director, tiene muy claro lo que quiere y así lo plantea sobre la escena, sus textos son inteligentes, corrosivos y llegan directo al espectador que se identifica rápidamente, porque el dramaturgo les habla en su mismo idioma, sin embargo, no se hace sectario ni impide que el mensaje llegue a las personas que no pertenecen a la condición homosexual. Su espectáculo escénicamente está cuidado y bien estructurado, con algunos bemoles técnicos normales por los cambios que implican las distintas representaciones para los siete cuadros de la obra en un mismo espacio, pero que con el correr de las temporadas estamos seguros se solventarán.

Al ser tan directo, Disco Play, goza de personajes casi reales, deben y son muy naturales para lograr su cercanía al espectador. Aunque es un grupo grande de histriones, se observa un nivel uniforme en las interpretaciones, quizás los más tímidos sean los más jóvenes y menos veteranos en las tablas. Destaca el trabajo cuidado de Adolfo Nittoli y Sheila Monterola, quienes llevan en sus hombros la historia en tono de drama de la que salen airosos y engrandecidos como profesionales de la actuación que son. Disfrutan y se comprometen con toda la seriedad del caso para romper con la risa que se transforma en mueca por lo planteado en la escena.

Quizás un poco de síntesis en el prólogo a la pieza pudiese permitir ganar al espectáculo energía de arranque y más soltura de los histriones más jóvenes: Fernando Moreno, Gabriel Agüero, Jesús Cova. Permitiría a nuestro parecer, la fluidez total de un espectáculo redondo. Aplaudimos el trabajo de dirección de arte de Darwin Angola en vestuarios y accesorios así como la producción llevada adelante.

En síntesis cuatro opciones que siguen dando argumentos para no dejar decaer el arte teatral en Caracas, opciones que divierten hacen reflexionar y llenan al espectador de posibilidades de entretenimiento, el teatro no desfallece, busca las maneras de sobrevivir y allí está tratando de hacerse un espacio entre los gustos del público caraqueño difícil de complacer y que no se despega de la evasión de la risa, veremos cuánto tiempo más estará riendo en su butaca…

L.A.R. *

Caracas, 8 de Abril de 2010

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