Muy lejos estamos de
los tiempos en que la Compañía Nacional
de Teatro era una agrupación que con elenco estable y sede en el Teatro
Nacional en la Esquina
de Cipreses, realizó una de las mejores gestas teatrales con tres producciones
al año donde se mostró lo mejor del teatro universal y venezolano. Hablamos del
comienzo de los años 80 y su líder Isaac Chocrón, impulsó todo un movimiento
alrededor de la
Compañía Nacional que dio sus frutos a posteriori en la
camada de actores, directores, productores, escenógrafos, dramaturgos y
técnicos que se formaron en la llamada época de oro de la compañía. Hoy
estrenando nombre (ahora no es Compañía Nacional de Teatro, si no Centro
Nacional de Teatro) y estrenando director, el sociólogo Alfredo Caldera, hombre
de teatro, actor, diseñador de iluminación, nos traen a Caracas una muestra de
las llamadas Co- Producciones con los estados.
En su evolución La Compañía Nacional ,
devino en una productora de espectáculos que en co-producción con otros
colectivos teatrales de todo el país y con las propias comunidades han llevado
la experiencia teatral a todo el mapa nacional. Eduardo Gil su director
saliente, se propuso este proyecto que hoy se muestra en Caracas para pulsar la
salud del teatro regional, en lo que se ha denominado “Muestra 24
co-producciones Teatrales” enmarcado en el proyecto denominado “Teatro para
todos los venezolanos” es así como desde el 10 y hasta el 24 de noviembre en
los distintos teatros del casco central de la ciudad, el Teatro Alberto de Paz
y Mateos, la Sala
Rajatabla , el Teatro Catia y el Teatro Cristo Rey, se podrán
apreciar 24 espectáculos provenientes de todos los estados del país.
Portuguesa y Monagas abrieron la muestra
El pasado fin de
semana, le tocó el turno a los teatreros del Estado Portuguesa y Monagas con
sendos espectáculos que se exhibieron en los teatros nacional y Municipal,
respectivamente. El Teatro Estable de Muñecos Tempo, trajo como equipaje una
pieza de teatro histórico denominada: La
colección del peregrino, tragedia
sórdida en ocho partes obra original de Daniel Di Mauro que narra las
vicisitudes del Tirano Aguirre en suelo americano.
Protagonizada por el
primer actor Aníbal Grunn y dirigida por Carlos Arroyo, el espectáculo muestra
en hora y media los últimos días de la vida de este colonizador español y el
tránsito de su venganza en contra del rey. Según la historia, Lope de Aguirre
representaría el primer grito de desconocimiento de la corona al separarse de
las filas españolas y querer por todos los medios asesinar al rey y colocarlo
en la macabra colección de cabezas que iba agrupando a medida que transitaba
por los pueblos americanos. “Lope de Aguirre, natural
de España, llega a América a mediados del siglo XVI, dispuesto a conquistar un
“Nuevo Mundo” en nombre del Rey y la Corona. Al poco tiempo decide entrar al negocio
de la venta de plata, razón por la cual es acusado de violación a las leyes de
encomiendas y sentenciado a cien latigazos en plaza pública. Este
acontecimiento trastorna la mente de Lope y decide vengarse del juez que lo
sentenció, asesinándolo. Es condenado a muerte y se convierte así en un
peregrino que huye” (Tomado del programa de mano de la obra)
La lectura escénica
de Carlos Arroyo concreta un espectáculo de alta factura estética y teatral, se
concentra en su protagonista y no es defraudado por su actor Aníbal Grunn,
quien construye un complejo personaje oscuro, psicópata que raya en la demencia
por su sed de venganza, demostrándonos una vez más por qué es calificado como
uno de nuestros primeros actores. El resto del elenco lo acompaña y logran
amalgamarse en actuaciones convincentes en las que destaca Karelis Zalazar como
Elvira, hija del tirano y también asesinada por éste.
La armonía de
elementos estéticos es la otra gran protagonista de esta pieza, gracias al
diseño de vestuario, utilería y escenográfico de Rafael Sequera y la
iluminación de Kelynson Berríos, se logra
una particular atmósfera que nos traslada a las aventuras del legendario tirano.
Quizás el acierto de la dirección llega a su cúspide al combinar las
actuaciones con los muñecos y títeres (esencia de esta agrupación fundada por
el Maestro Eduardo Di Mauro) pero que al enfrentarse a una puesta de teatro
histórico como ésta, aporta dinamismo y síntesis a la historia.
En síntesis lo
que se podría suponer como un teatro aburrido y falto de interés por su
carácter histórico, se constituye en un poético e impactante espectáculo que
cuenta la tragedia de un personaje olvidado por su crueldad, pero que con este
texto logra ser reivindicado al presentarnos al Lope de Aguirre de carne y
hueso con sus razones y padecimientos y sus obsesiones.
Un Woyseck oriental.
Desde la
ciudad de Maturín al oriente de nuestro país nos llegó la lectura escénica del
clásico alemán Woyseck que inaugura
el llamado Expresionismo alemán a medidos del Siglo XIX. Una fuerte crítica a
la explotación del hombre y cómo es posible llevar a la locura a un ser minimizado
por el poder, es lo que Büchner, su autor, quiso poner de manifiesto en este
drama trágico. El montaje estuvo a cargo de la agrupación La brecha, colectivo teatral de larga data y tradición en Monagas y
que Juan Ruedi ha sabido conducir sin desfallecer apuntándose en la historia
teatral de nuestro país.
Esta vez Ruedi
sede la dirección de este espectáculo a Luis Garván, quien ofrece una puesta en
escena sumamente confusa y poco clara del clásico. El reto de este tipo de
textos no sólo es la magnitud de ser por sí mismo un clásico, si no la forma en
cómo Büchner teje la trama para llevar a la locura y posterior muerte de
Woyseck. Esta propuesta luce poco creativa, sin ningún riesgo estético ni
teatral, no existen justificaciones aparentes para tomar la decisión de montar
un drama tan complejo y a la vez filosófico hoy en día.
Observamos el
esfuerzo actoral, es claro que La brecha Teatro tiene un extraordinario
curriculum comprobado en innumerables montajes que por más de 30 años han
demostrado su sapiencia del oficio, sin embargo en esta propuesta equivocaron
el rumbo. Gracias a una incorrecta dirección, el talento actoral sufre las
consecuencias e histriones que sabemos y conocemos son profesionales
comprobados sobre las tablas hacen su mejor esfuerzo por llevar adelante el
espectáculo, que lamentablemente no llega a feliz término.
El teatro es
así, la confrontación con el espectador que es el que tienen la última palabra,
supone el riesgo para los artistas, algunas veces acertamos y otras no, sin
embargo estamos seguros que con una revisión profunda de la propuesta de
dirección y claridad en las intenciones podrán hacer de este espectáculo una
excelente experiencia estética que podamos aplaudir de pie para recuperar el
sitial al que nos tiene acostumbrados La Brecha.
Caracas, 15/11/2012
@rosasla
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