El Centro Cultural BOD Corp Banca, nuevo polo cultural
del Este de Caracas, ofrece una variada marquesina en sus tres espacios
destinados para el teatro en sus distintos horarios. Uno de ellos es la
producción llevada adelante por el Grupo de Teatro del Canovaccio, liderado por
Mario Sudano y Desireé Monasterios, quienes se lanzaron a la aventura de releer
los clásicos sainetes del teatro venezolano: Un salto atrás y El
rompimiento de Leoncio Martínez (Leo) y Rafael Guinand, respectivamente.
Bajo la dirección escénica de Sudano, la producción de Monasterios y la
protagonización de los primeros actores: Francis Romero y Manuel Salazar, junto
a Lily Rodríguez quien vuelve a los escenarios venezolanos después de una larga
estadía en el país galo, acompañados de un elenco de jóvenes promesas de
nuestras tablas.
Mario Sudano es uno de nuestros artistas teatrales más
versátiles, desde principio de los años 90 está buscando hacerse un lugar
dentro del variopinto espectro de la escena caraqueña. Se vino de su Maracaibo
natal para comenzar estudios en la
Escuela de Artes de la
UCV , e inició una batallante carrera que lo llevó a
pertenecer a agrupaciones como el Centro de Directores para el Nuevo Teatro,
Contrajuego y el Circuito Arte Cénica, antes de montar carpa aparte con su
Teatro del Canovaccio. Este hombre de teatro, no sólo se conformó con su
talento actoral, que ya es por todos conocido, si no que se aventuró a la
docencia, a la dirección y producción para concretar un lenguaje propio a
través de su investigación particular que parte de la pantomima como género
escénico.
Para él, el actor es más que un simple intérprete de
textos, en sus montajes existen los artistas integrales, esos que pueden ser
dúctiles para bailar, cantar, actuar, ser mimos, moverse y gesticular de forma
distinta a lo acostumbrado, por eso muchas veces sus investigaciones escénicas
pueden ser malinterpretadas. Esta nueva lectura de las comedias venezolanas de
los años 20 no escapan a este particular y por eso es que decidió intitularlo: La ensalada, queriendo emular lo
multisápido y colorido que puede ser este platillo de entrada o acompañante de
cualquier plato fuerte de nuestras mesas.
Y es así su montaje, multisápido, lleno de contrastes
y quizás a los más ortodoxos pueda parecer una locura. Somos del pensar que el
género del sainete en nuestro país desde su aparición y “boom” en los comienzos del siglo XX son la definitiva y gran
influencia de todo nuestro teatro posterior. Forman parte del gen de ser
venezolano. Desde esa época hasta nuestros días, los escritores teatrales,
salvo contadas excepciones más nunca abandonaron el sainete y se puede tender
una raíz clara para definir nuestro arte escénico. Mario Sudano está conciente
de ello y por eso apela a estos clásicos que donde se monten funcionan por su
estructura, anécdota y reflejo de la esencia venezolana.
Más allá de la risa fácil, los sainetes son una
radiografía de la sociedad venezolana donde los temas de: “el qué dirán”, “los
chismes”, “los devaneos amorosos”, “la comedia de enredos”, se mezclan para
mostrar la forma de vivir cotidiana de unos seres que no esperan solucionar
grandes ni trascendentes problemas si no la inmediatez de su vida doméstica. Esto
causa la fácil identificación con el público.
Este espectáculo La
ensalada, cumple su cometido. Existe en él una arriesgada propuesta
escénica de mezcla de técnicas de la comedia donde lo exagerado y grotesco toma
valor en el escenario y los personajes se convierten en caricaturas de lo que
realmente son; para concretarse en una mueca del estereotipo de la comedia.
Si hay que llamar la atención sobre esta nueva puesta
en escena de los sainetes venezolanos, es en cuanto al desnivel actoral
mostrado en las tablas, ya que al poseer un casting
tan disímil y mezclar veteranos con actores noveles es absolutamente fácil que
se nos escapen detalles de ritmo, consistencia de los personajes e
interpretación de texto. Lo señalado no se convierte en un pecado ni un error, más
bien resulta una ventaja para los que están comenzando en las artes escénicas
poder contar con el intercambio de grandes figuras como Francis Romero, Manuel
Salazar, Lily Rodríguez, el mismo Sudano y Desireé Monasterios, quienes llevan
años demostrando el talento y la sapiencia del oficio a través de sus trabajos.
Sin embargo debemos destacar el trabajo actoral de Mercedes Pachula Benmoha y
Billy Jakson, quienes entienden el ritmo y lenguaje tan difícil de este tipo de
comedias, donde cada pequeño detalle determina el conjunto completo.
En síntesis La
ensalada, es una buena opción para reencontrarnos desde una trasgresora
propuesta escénica con nuestros clásicos teatrales y pasar un agradable momento
tratando de entender por qué ha nacido un “niño negro” en una familia y los
devaneos amorosos del sinvergüenza Esparragoza, que va engañando con sus
encantos a las mujeres de la misma cuadra.
L.A.R
Caracas, 26/04/2012
Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com
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