viernes, 4 de mayo de 2012

Adiós “Lulú”




La tarde del miércoles 2 de mayo se impregnó de tristeza con la fatal noticia del fallecimiento de una de las primeras actrices más versátiles del país, Lourdes Valera. La intérprete de innumerables personajes de las tablas la televisión y el cine, dejó de regalarnos su talento, víctima del cáncer contra la que luchó por cuatro años.
Tuve el privilegio de conocer a “Lulú”, como le gustaba que le dijéramos, por allá por el año 2000 cuando junto a Enrique Bravo protagonizaba el monólogo de su autoría Click, desde ahí comprendí la verdadera esencia de una gran actriz: una mujer con un destacado talento interpretativo, pero con una humildad avasalladora y siempre con una sonrisa en los labios. Una verdadera maestra, y desde ese momento entendí que así son los grandes maestros, sencillos en su cotidianidad pero inmensos sobre las tablas o frente a las cámaras, sin necesidad de dictar cátedra.
Luego en 2005 tuve la osadía de entregarle una obra de teatro que iba a dirigir con mi grupo y ella era perfecta para ese personaje, se trataba de  Atra Bilis, cuando estemos más tranquilas de la española Laila Ripoll. Una tarde en un café cercano a su casa, nos reunimos a conversar del texto y la posibilidad que formara parte del elenco. Sus enormes ojos verdes y su lúcida inteligencia, me permitió descubrir a una mujer que no sólo conocía su oficio por dentro, si no que además conversaba de forma tan agradable acerca de lo descubierto en esa obra que leímos. Finalmente no pudo asumir el compromiso pues estaba a punto de entrar al elenco de una telenovela y el tiempo se le acortaba. Lo cierto es que a partir de esa conversación jamás dejó de brindarme un saludo, una pequeña conversación en algún estreno y un abrazo aunque nunca llegamos a trabajar juntos.
Fue bueno conocer a “Lulú” pero lo mejor de todo fue disfrutar de sus personajes. Lo más interesante de su trabajo era ver cómo en cada reto actoral que asumía jamás se repitió, cada carácter que construía era distinto al otro, su versatilidad sorprendía. Fuese comedia o drama, cine, televisión o teatro nunca le observé algo igual.
En su recorrido artístico, que duró por más de 30 años, es imposible olvidarla por ejemplo en la pantalla chica dando vida a la “Cerebrito” de la célebre telenovela Cristal, el papel que la catapultó a los corazones del público mediático. En teatro no será fácil borrar sus interpretaciones (nombrarlas todas sería imposible por la extensión) Pero algunos de los personajes más trascendentes en mi recuerdo son: La purificación de la versión de Acto Cultural del maestro Cabrujas que dirigió Iraida Tapias para el teatro Paraíso. Esa madre esperando la muerte de su hijo en la pieza de Javier Moreno Un corrido muy mentado, que luego se convertiría en la película El enemigo, dirigida por su esposo Luis Alberto Lamata. Reí, como se dice a mandíbula batiente con sus personajes en comedias teatrales como: Locas trasnochadas y melancólicas de Indira Páez o en Brujas, sin olvidar la caracterización que brindó de una enajenada religiosa obsesionada por las llaves de la casa y el peligro que supone dejar el hogar solo en la pieza Toc – Toc, su último trabajo sobre las tablas.
En la pantalla gigante nos conmovió hasta el borde de las lágrimas con la tierna mujer de Desnudos con naranjas, su primera película junto a su amado Lamata, que le valió varios premios y reconocimientos. Entendimos su madurez actoral en su último trabajo estrenado Patas arriba, donde dibujó un soberbio carácter de una mujer a la que se le acaba el tiempo de ser feliz y debe luchar contra la estética y los defectos de su cuerpo; allí nos regaló una interpretación plena de detalles, transiciones y desbordante de ternura que obliga a no dejarla de ver siempre que está en cuadro.
No es fácil entender los destinos de la vida y las injustas pérdidas a las que vivimos sometidos los seres humanos. No resulta sencillo ver cómo se van extinguiendo las llamas del fuego que alimenta la fragua del arte escénico en nuestro país. Desde finales del año pasado y en lo que va de 2012 nos han golpeado fuertemente y nos han arrebatado talentos que pasarán a la historia como los protagonistas de nuestro arte.
El trabajo de “Lulú”, está ahí, dispuesto a no ser nada más reconocido y llenar centímetros de columnas en diarios, revistas o portales web. Está allí para ser revisado, investigado y pensado en trabajos que permitan que esa memoria de nuestros histriones no se pierda en el limbo.
Debemos, necesariamente que cambiar nuestra mala costumbre de dejar en el olvido a nuestros grandes artistas, hay que reconocerlos, estudiarlos y disfrutarlos para entender cómo funcionan las piezas y engranajes de esa máquina maravillosa que permite conmovernos frente a un televisor, una pantalla de cine o frente al escenario…
Para “Lulú” la ovación de pie que todo artista de su talla se merece…


L.A.R
Caracas, 04 de mayo de 2012.



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