2006 marcó la última fecha en la que Caracas se convirtió en el escenario del mundo, seis años después y gracias al esfuerzo y el apoyo de las alcaldías de Sucre, Chacao,
El hecho que vuelva el FITC supone varias razones por las cuales celebrar y varios puntos en los cuales detenerse a reflexionar. En principio hay que analizar las circunstancias por las cuales hemos estado privados de dicho evento que fue referencia mundial por más de 15 años desde su fundación en 1974 (proyecto que partió de la idea del gerente y director Carlos Giménez, fallecido hace ya 19 años).
La principal circunstancia adversa es sin lugar a dudas el desamparo del gobierno y la asfixia económica que éste impuso al festival al retirar el aporte con el cual se realizaba la fiesta de las artes escénicas en Caracas (casi el 70% del presupuesto total era aportado por el Estado) las razones, son conocidas por todos: políticas. Y entonces cabe la pregunta: ¿Es justo que por facturas politiqueras el FITC deba desaparecer? Luego, hay que señalar la crisis de espacios y la imposibilidad de infraestructuras adecuadas para atender a un promedio de 120 agrupaciones que colmaban todos los espacios culturales de la ciudad, no sólo en Caracas, sino en las antiguas subsedes alrededor del país.
Por otro lado no debemos olvidar la depresión de la empresa privada, quienes representaban una tajada importante del presupuesto del FITC. Y para rematar algunas razones, la salida del Ateneo de Caracas de su sede de Bellas Artes, espacios que eran vitales para las múltiples funciones, al igual que el Teatro Teresa Carreño.
No resulta nada alentador el panorama, sin embargo somos del pensar que las instituciones pasan y los proyectos quedan y ellas no construyen su legado por sus edificios e infraestructuras físicas, sino por el tesón de las personas que allí laboran.
Es por eso que es posible hoy volver a celebrar una edición más del FITC en 2012. La oferta no es tan variada como en otrora, es evidente por la estreches del presupuesto, sólo 11 agrupaciones de Latinoamérica y Europa y 11 nacionales, serán las encargadas de renovar la magia de la fiesta “festivalera”. No se homenajeará a un país específico como se hacía en otras ediciones, sino al maestro José Ignacio Cabrujas, quien se ha convertido con el pasar de los años en la referencia más importante del Teatro Venezolano.
Pero salvando las razones por las cuales había desaparecido el festival, es más importante poner los esfuerzos en aplaudir la nueva edición. El contacto con el teatro extranjero es símbolo de intercambio, de confrontación estética y de profunda revisión profesional para los hacedores de teatro locales. Esta noche cuando se abra el telón para exhibir el clásico venezolano El día que me quieras, del grupo Actoral 80, no solamente habremos sumado otra edición del FITC, sino que habremos derrotado a la apatía, a la intolerancia, al aislamiento y a las ganas de algunos de querer obligarnos a permanecer mirándonos el ombligo desconectados de la cultura mundial.
El teatro es el arte más comprometido, pues es el más directo, el que congrega más personas en un solo espacio escuchando un mensaje y el que causa más incomodidad a los ajenos a la cultura, y a los que pretenden determinar una única forma de pensar, a través de la historia de la humanidad ha sido así; por eso es más fácil cercenarlo, callarlo y asfixiarlo. Esta noche cuando de nuevo Pío Miranda explique las razones de su comunismo trasnochado y cuando desaparezca Carlos Gardel después de embelezarnos al cantar El día que me quieras, habremos ganado la batalla de Dionisos, la batalla de la libertad… Una más en pro de
L. A. R
Caracas, 29/03/2012
Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com
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