martes, 2 de agosto de 2011

Paco dio su última función



No esperábamos que fuese tan pronto. La noticia de la enfermedad de Francisco “Paco” Alfaro, nos golpeó fuerte a todos los hombres y mujeres que hacemos el teatro de hoy en día en Venezuela. No era posible, pero como sabíamos el carácter de Paco, quizás, tristes, acotábamos a la noticia que él era un hombre fuerte y saldría airoso de ésta como siempre lo hizo de las situaciones más insólitas a la que se sometió después que tuvo en sus hombros la responsabilidad de conducir a la agrupación más emblemática del Teatro venezolano-Rajatabla- a consecuencia de la también repentina muerte de su amigo y fundador Carlos Giménez en 1993. Dieciocho años pasaron y contra todo pronóstico, Paco se subió al timón y logró enderezar la nave que muchos pensamos iba a naufragar en cualquier momento por la ausencia del padre genio. Sin embargo, no ocurrió y para grata sorpresa de todos los venezolanos Rajatabla sigue allí, incólume e indestructible y Paco y su equipo con su sagacidad de productor fue quien logró mantenerla a flote.

Sus facetas eran muchas, actor, maestro de actores, productor y gerente, lograba destacarse en todas y demostrar que era necesario “dar un nuevo rumbo a nuestro teatro”. Al celebrarse en el mes de febrero pasado los 40 años de la agrupación, Paco, como su líder natural, afirmaba la necesidad de replantearse nuevos lenguajes sobre la escena y continuar ofreciendo el mejor teatro de arte.

Desde el timón, manejó hábilmente los destinos de Rajatabla por buen camino y los condujo a excelente puerto dando oportunidad a que las generaciones de actores, directores y sobre todo a los nuevos dramaturgos venezolanos, asumieran la responsabilidad que les tocaba vivir y demostraran que sí hay futuro sobre las tablas en Venezuela. Gracias a uno de sus más importantes proyectos: Concurso de dramaturgia venezolana. Convocó y montó sobre el escenario a autores reconocidos y nuevos, para confrontar sus textos, sus montajes y abrió el abanico de posibilidades a la gran camada de actores que comenzaban en las tablas y que mañana serán los que asuman el mando del timón.

Eso no lo podía hacer, sino un hombre con visión de futuro y un artista apasionado por su profesión, a la que no abandonó nunca. Como actor, lo disfrutamos y nos conmovimos con sus interpretaciones en José Amindra de Roberto Azuaje, o en Trastos viejos, de Javier Vidal. También nos cautivó con su personificación de Buñuel en la aplaudida: Buñuel Dalí Lorca, del catalán Alfonso Plou y en más de 80 puestas en escena donde su timidez cotidiana quedaba de lado y se transfiguraba de forma mágica respondiendo al talento que le fue entregado desde su nacimiento en Madrid hacia el año ’50.

Su última función la luchó el martes pasado y como todo artista consiguió traspasar las fronteras del territorio desconocido para trascender entre aplausos y legar como buen maestro su motivo de existencia en este plano: el buen teatro.

¡Paz y aplausos para la eternidad!

L. A. R

Caracas, 31 de julio de 2011.

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