viernes, 12 de marzo de 2010

También nos quitan el corazón cultural de la ciudad



Hace 20 años, en 1989, existía en la calle Los Mangos de la Florida , exactamente donde ahora está la sede de una famosa cadena de farmacias, una quinta llamada “Lourdes”, ahí funcionaba EDUCREARTE, una institución encargada de formar a artistas en distintas disciplinas: teatro, música, fotografía, entre otras. La academia, estaba dirigida en ese momento por el maestro José Ángel Porte Acero, a quien vimos fallecer víctima de un infarto en ese mismo lugar y posteriormente por Gerardo Blanco, para terminar hasta su mudanza, dirigida por Anita Fasulo.

Esa casa era un apéndice del Ateneo de Caracas. La llamaban El Ateneo de La Florida. Un buen día mi tía “la culturosa” llegó con un recorte de prensa y se lo dió a mi madre (que no hallaba qué hacer conmigo en las tardes) un Taller de Teatro para Adolescentes, que se dictaba lunes, miércoles y viernes de 2 a 6 de la tarde por Pilar Ciscar, Oriette Saade y Olga Gutiérrez. Mi madre me inscribió, me cambió la vida, durante dos años, consecutivos, ahí entré por primera vez en contacto con eso que llaman actuar, con las mariposas en el estómago mientras entra el público, ahí descubrí mi vocación… El teatro. Como es de esperarse, estos talleres montajes culminaban con una puesta en escena y como el instituto era dependiente del Ateneo, pues ¿Dónde más nos íbamos a presentar? En mis incipientes 14 años, no entendía la magnitud del hecho. La primera vez que pisé unas tablas lo hice ahí, en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas, aun sin conciencia de lo que eso representaría después. Escenificábamos un collage de piezas de teatro venezolano y a mí me tocaba cerrar con un fragmento del monólogo Madame Pompinette, de José Gabriel Núñez, que catapultó a Pedro Marthan como uno de los mejores actores de este país… ¡Qué osadía! 14 años y haciendo Madame Pompinette, era un cierre de taller y por presidir la institución estaba entre el público, apoyando, Doña María Teresa Castillo. Recuerdo que subió al escenario y nos entregaron certificados y todo lo que eso conlleva, obvio que yo no sabía quién era esa señora, y qué representaba, sólo que era la Presidenta de esa institución donde yo me estaba formando. El segundo año se hizo lo propio, otra pieza y las mismas tablas, ya nos eran familiares. El pasillo de los camerinos comenzaba a darle a uno creencia que era “artista” porque estabas dentro del Ateneo de Caracas y el compromiso mayor porque “ya saben, la Señora María Teresa va estar en la sala”.

Corría el año 90 y mi primer Festival Internacional de Teatro, ahí, en el Ateneo, con mi poca experiencia tenía la oportunidad de ver lo que hacían los grupos de afuera. Además, me topaba sin mucha claridad aún de quiénes eran, con Carlos Giménez, con Cabrujas, con Verdial, con los actores de aquel Rajatabla, me tropecé en las colas con María Cristina Lozada, Tania, y le pedí un autógrafo a Amalia Pérez Díaz. Claro, ya en los 15 tenía una convicción absoluta que quería esta profesión para mi vida…

Después se inició el Festival de Teatro Estudiantil José Ángel Porte Acero, en homenaje al fallecido maestro, que dirigía el Ateneo de la Florida. Allí conocí a Freddy Mota, su primer coordinador, después me enteraría y disfrutaría de su talento como uno de los mejores imitadores de la eterna “Lupe”. En esos primeros Festivales fue donde comenzamos a tejer sueños y llevarlos a cabo, junto a hoy grandes y entrañables amigos: Basilio Álvarez, con Skena; José Gregorio Cabello; Wilfredo Zurita (Q.E.P.D) con sus muchachos del Periaktes, y tantos otros que se convertían en rivales en cada edición del festival y luego poco a poco en colegas… Esto fue en el Ateneo de Caracas.

Fui entendiendo qué significaba ese cubo gris al lado del parque los Caobos y que sirve de entrada a los museos más importantes de la ciudad, en 20 años es mucho lo que ha pasado y lo que he podido ver y hacer en las salas del Ateneo. La Peterson la conocí como director de la mano de Antonio Delli y Gonzalo Camacho cuando emprendimos juntos la premiada El veneno del teatro, que nos dio tantas satisfacciones, y luego tantas otras que enumerar sería fastidioso; no tuve el privilegio de actuar nunca en la Anna Julia Rojas, pero sí de mostrar a mi grupo allí, el pasado mes de noviembre, cuando de la mano del Festival CreaJoven 2008, mis talleristas se presentaron en dicho espacio… ¡Qué orgullo! Como empecé yo en mis primeros pasos de actor y director y verlos a ellos en esas tablas frente a esas 400 butacas… Pienso en los dos hechos con 20 años de distancia y concluyo, así como a mí, a ellos, el Ateneo de Caracas les posibilitó presentarse en sus espacios gracias a los proyectos de apoyo a las nuevas generaciones del teatro…

Allí, en el Ateneo de Caracas, tomé formalmente mi primer curso de crítica teatral, con el maestro cubano Eberto García Abreu, en un festival internacional, cuando decidí dedicarme también a pensar y analizar más afondo las propuestas de mis colegas y hacerlas públicas. En fin, cuantificar lo que significa ese cubo gris es innecesario, más cuando todos sabemos lo que representa para la ciudad, para los artistas, para el público, para los artesanos, para sus trabajadores, para los jóvenes, los niños, para la gente que se forma ahí, para los cinéfilos, para los de la tercera edad, para los grupos internacionales que nos visitaron y nos visitan, para los bailarines, para los técnicos, dramaturgos, actores, escenógrafos, vestuaristas, artistas plásticos, músicos, cantantes, en fin … Todos, o casi todos, porque a decir de las personas que, lamentablemente, rigen los destinos de nuestro país en estos momentos, parece que no se han enterado de la labor cumplida por 77 años de esta institución…

La primera semana de Mayo de 2009 el Ateneo de Caracas no estará más ahí, frente a la Plaza Morelos , no será más la entrada a los museos más importantes de la ciudad, ni será más la tribuna donde artistas y estetas confrontemos nuestras propuestas. ¿Y en qué se convertirá? Nos preguntamos todos ¿Dónde está el proyecto? ¿Por qué no construyen más salas teatrales? En vez de pasar facturas políticas. Es verdad que nadie es perfecto, obvio que la gestión de 77 años de una institución tiene sus altos y bajos, somos humanos, pero pretender arrebatar de un plumazo 77 años de historia, pretender acabar con el corazón cultural de la ciudad no es sino la lamentable demostración que no se sabe qué se está haciendo en la conducción de los destinos de una nación… Qué lástima, el consuelo, si es que hay alguno, es que las instituciones quedan, los gobiernos pasan… por eso creo que en un momento como este, aquella frase célebre cabe mejor que nunca:

“Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho”…

L. A. R. *

Caracas, 11 de Febrero de 2009

No hay comentarios: