viernes, 27 de mayo de 2011

Lo malo de progresar es el progreso


Desde le pasado 7 de mayo se está presentando en el Foso de la Sala Anna Julia Rojas de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE), la pieza original del dramaturgo catalán Esteve Soler, un “juguete dramático” que se va armando ante los ojos del espectador con siete piezas breves que forman el espectáculo.

Dirigidos por Juan José Martín, la quinceañera agrupación Escena de Caracas, hace alarde de su veteranía para entregarnos estas pequeñas historias de la crueldad humana en la que pueden dar rienda suelta a su talento, dejando un ápice de reflexión en el espectador de la mano de los intérpretes: Nadeschda Makagonow, Delbis Cardona, Betsabé Correa y Rafael Gil, todos bajo la producción artística de Karla Fermín.

Contra el progreso, pieza escrita entre 2006 y 2007, ha sido una de las obras dramáticas más exitosas del teatro catalán de los últimos tiempos y una de las más representadas a nivel internacional. Y no dudamos de ello, siendo ésta una anécdota que pone la lupa sobre la idea de que el progreso aunque es una de las invenciones más geniales del ser humano, poco a poco se ha vuelto en contra de sí mismo. Creando seres que se devoran unos a otros en miras de progresar.

En principio podríamos suponer que se trata de un texto con toques “absurdistas”, sin embargo a medida que avanza la acción se comprende claramente la intención del dramaturgo, que a nuestro modo de ver, realiza una profunda revisión crítica acerca de la sociedad moderna: el consumismo, la perversión, el fanatismo, el individualismo, la enajenación de los medios de comunicación, son entre otros los temas que Soler toca en su propuesta dramática. Un mundo que no consigue esperanza mientras no se devore a sí mismo es su conclusión, si es que hay que pensar en una.

La puesta en escena de Martín, resulta adecuada para el diminuto e incómodo espacio donde el grupo escogió su representación. Un depósito escenográfico debajo del escenario de la Sala Anna Julia Rojas donde pueden entrar sólo 40 espectadores. Quizás se conformaron con el espacio asignado pretendiendo hacer hincapié en lo sórdido de la obra, creemos sin embargo que pudo ser mejor aprovechado en función de lo anterior.

Las actuaciones resultaron naturalistas, en contraste con lo planteado en la puesta en escena, a pesar del apoyo escenográfico realizado por Héctor Becerra que podría suponer un riesgo mayor en cuanto a planteo escénico e interpretación cónsona con lo que se dice en el texto. Nos referimos a las acciones realistas frente a un espacio que no lo es, acompañados de un texto que busca la trasgresión per se.

Aunque siempre es bueno volver sobre los temas que atormentan al ser humano en su existencia sobre la tierra, creemos que el discurso no sorprende y tal vez pueda agotarse. Hablamos de la vuelta la crítica contra el progreso y sus consecuencias nefastas sobre la humanidad y la “verdadera esencia humana” quizás ya un lugar común que no sorprende en los tiempos que corren.

En síntesis podemos apreciar un espectáculo profesional, cuidado en su producción y que nos gustaría disfrutar en otro espacio escénico en donde el público pueda realmente sentirse incómodo por lo propuesto escénicamente y no obligado a estarlo por las características del dispositivo escénico.

L. A. R

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