No es para nadie
un secreto el fracaso estruendoso del actual régimen en cuanto a políticas en
el sector vivienda. Las miles de familias damnificadas acumuladas en refugios
es una realidad que no se puede tapar con un dedo. La ciudad de Caracas
enfrenta en estos momentos la crisis habitacional más grave de su historia y el
gobierno no se da abasto para resolver un problema que se viene arrastrando de
períodos anteriores pero en estos 14 años se ha agudizado y sólo colocan paños
calientes construyendo de forma no planificada en cualquier espacio libre que
encuentran, luego de expropiar a comerciantes, propietarios y todo aquel que
consideren está inutilizando un espacio físico donde pueda levantarse “una
vivienda digna”.
Los lectores se
preguntarán ¿qué tiene que ver la crisis habitacional con esta columna teatral?
Recordemos que a finales de 2011 se agudizó la misma a causa de las lluvias y
cientos de miles de familias quedaron sin techo donde refugiarse pues sus
terrenos cedieron o el agua se llevó sus casas, por lo que la Presidencia de la República ordenó
habilitar todos los entes públicos donde pudieran habitar familias. Así
ministerios, institutos, hoteles, centros culturales y hasta teatros se
convirtieron en refugios para estos desplazados.
El Centro de
Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG) fue creado en 1974, en el
sitio donde se erigía la quinta Sonia
donde vivió uno de nuestros expresidentes y escritores más importantes, Rómulo
Gallegos, con el propósito de honrar la memoria de nuestro insigne hombre de
letras, además de difundir, apoyar, discutir y plantear nuevos caminos de la
literatura venezolana, latinoamericana y caribeña. Loable labor que se
desarrolló incansablemente y produjo eventos históricos que engrandecían el
intercambio y el nivel de los escritores y artistas de todo el mundo, amén de
ser el recinto donde se entrega el Premio Rómulo Gallegos, mayor galardón
literario de nuestro país. Con el devenir del tiempo y para su subsistencia, el
CELARG comenzó a albergar otras manifestaciones artísticas, entre ellas: el
cine, el teatro, la música, las artes plásticas etc. Y se convirtió en un
centro cultural, privilegiadamente ubicado, donde artistas de todas las
tendencias confrontaban su trabajo.
Al entrar en
vigencia el nuevo orden político y social que rige el actual gobierno el CELARG
se ha convertido en un ministerio más. La burocracia reina por todos lados y la
inoperancia y dejadez hacen de las suyas en una institución que abandonó el
pensamiento y el alma artística para convertirse en un instrumento de los
caprichos políticos de un partido. En su estructura (Edificio de 6 pisos de
oficinas administrativas; salas de teatro, biblioteca, café, Sala de exposiciones
y museos) Su director, Roberto Hernández Montoya, decidió instalar a un número
de damnificados, para convertirlos en “dignificados” los pisos 4 y 5 del
edificio administrativo están abarrotados de familias, por supuesto sin las
condiciones para que éstas estén, imaginará el lector qué puede ser aquello.
Pero esto de
pronto podría suponer un acto de solidaridad ante la emergencia (emergencia que
tiene más de 9 meses) sin embargo se ha convertido en un peligro y amenaza
perenne para los asistentes al antiguo centro cultural. Agrupaciones teatrales
y público en general están a la buena de Dios, sometidos al riesgo de una
balacera o reyerta en los sótanos de la edificación, víctimas de constantes
robos dentro de camerinos y salas y hasta actos lascivos contra toda moral tras
bastidores de los teatros. ¿De qué se trata todo esto? ¿Por qué debemos
soportar la desidia y la ineptitud de un gobierno inoperante e incapaz? ¿Por
qué los artistas y el público que busca un espacio de esparcimiento y cultura debe
“calarse” esta situación y hasta poner su vida en riesgo?
Por otro lado y
emulando la situación del CELARG, se encuentra el Teatro Alberto de Paz y
Mateos, ubicado en la Avenida Prolongación
Los Manolos de las Palmas, arrebatado al Grupo Theja (Patrimonio Cultural de la
ciudad de Caracas) y el Ballet Contemporáneo de Caracas, antes sede del célebre
Nuevo Grupo que produjo el mejor teatro que los venezolanos hayamos visto en
décadas. Ahora sus salones de ensayo (diseñados estratégicamente para ballet y danza
están convertidos en rancheríos y comunas, donde habitan los “dignificados” sin
ningún orden ni piedad para ellos. Repetimos, lo grave del caso no es la ayuda
que pueda prestar una institución en caso de emergencia, se trata de apoyar al
prójimo, si no la improvisación y la anarquía de lanzar a estos desposeídos a
su suerte en edificaciones culturales diseñadas para esos fines y no para
albergar habitantes, donde las condiciones de residencia no son las idóneas; lo
más grave fue lo ocurrido el pasado 9 de junio mientras se desarrollaba la
función de la obra Teatral Carmela, La Pecadora, suerte de
radionovela teatral llevada adelante por el Grupo Encuadre Teatral, dirigido
por Katty Rubens y con un elenco de lujo donde figuraban los veteranos
artistas: Aura Rivas (Premio Nacional de Teatro 2010), la primera actriz Gladys
Prince, Salomón Adames, Norma Monasterios, Jorge Canelón, Francisco Díaz (Paco) y Edisson Spinetti. Los hechos fueron
los siguientes relatados por la directora:
“Hoy sábado 9 de
junio, la función de la radionovela para teatro, Carmela la pecadora terminó como "fiesta de cerro", así
diría la actriz Norma Monasterios cuando en plena función entraron personas
violentas dentro de la sala buscando a alguien para entrarse a golpes con miras
a matarse, protagonistas: refugiados de las adyacencias del teatro. La
violencia fue tan bochornosa que reventaron la puerta de la sala y la puerta
principal de vidrio del teatro. Bochorno, indignación, golpe bajo al teatro
venezolano. Permanecimos prácticamente secuestrados por más de media hora por
temor a ser agredidos. El elenco y yo, estamos aún en shock por el desagradable
momento que se suscitó en plena función y durante al permanencia en el teatro.
¿Las razones de la violencia? Muchas suposiciones ajenas a nosotros. Tanto
personal del IAEM [Instituto de las Artes Escénicas y Musicales, responsables
de los destinos del teatro oficial del país] su directora y nosotros hicimos
llamadas al 171 para que se presentara la guardia, sin embargo, no se obtuvo respuestas
inmediatas. ¿Hasta cuándo la miseria humana, la desidia, las frustraciones, los
resentimientos y la sed de crear caos?”
Así relata la
directora lo acontecido aquella funesta tarde, pero como siempre no pasa nada.
Sustos, sobresalto, impedimento para representar las piezas teatrales,
molestias, amenazas y peligro incluso de muerte, frente a los ojos de los entes
oficiales pero “no existe ninguna autoridad ante quien quejarse” como decía uno
de los personajes de la pieza teatral Primero
la moral de José Gabriel Núñez.
El silencio y la
costumbre a la violencia por unas pocas dádivas son los más temibles enemigos
de la cultura, creemos es hora de tomar cartas en el asunto, los productores y
artistas están llamados a protestar más allá de una simple publicación en las
redes sociales, hay que ser más contundente ¿Qué vamos a esperar que uno de los
nuestros o peor un espectador asistente muera dentro de una sala teatral? Hay
que decidir no presentarse en estas salas-refugios que ha creado el régimen. El
público, menos responsable por su ignorancia de la situación, debe protegerse y
no acudir a estas salas. Quizás así despierte la sensatez y la sindéresis
sumidas en un sueño profundo desde hace unos cuantos años. ¡Basta de hacernos
los locos!
L.A.R
Caracas, 10 de
julio de 2012.
@rosasla